La primera vez que leí sobre Nick Mulvey reaccioné con incredulidad. Leer en una misma oración nombres como Nick Drake y Paul Simon para describir la música de un artista no solo es arriesgado, comparaciones de ese tipo a veces terminan por sepultar las carreras de nuevos talentos.
Por increíble que parezca, no hay comparación más acertada. Mulvey apenas comienza su camino en solitario después de formar parte de Portico Quartet, una banda que llegó a estar nominada al Mercury Prize en 2008 gracias a su debut “Knee–deep in the North Sea”.
Mulvey era la pieza clave de esa agrupación ya que tocaba el Hang, un raro instrumento de percusión que fue inventado en el año 2000 en los laboratorios de la empresa PANArt en Berna, Suiza, después de varios años de investigación.
Son pocos quienes dominan el Hang y Mulvey le imprimió a la banda ese sello único de jazz contemporáneo que los llevo a dar presentaciones por todos lados.
El músico británico ha podido absorber sonidos afroamericanos gracias a que estudió arte y música en La Habana, Cuba, lo que explica en parte que sus influencias vayan desde Steve Reich y Paul Simon, hasta Ali Farka Toure, el legendario guitarrista maliense que mezcló la música tradicional de Malí con el blues.
Nick Mulvey decidió volverse solista en 2010, sustituyó el Hang por una guitarra acústica y se ha abierto camino con presentaciones que pueden ser encontradas en YouTube. No ha sido fácil, su música está “regada” por sus canales de SoundCloud y YouTube y apenas en noviembre del año pasado lanzó el EP de tres canciones llamado “The Trellis”.
El estilo de su guitarra, sin exagerar, se asemeja al de Daniel Rossen de Grizzly Bear y al virtuosismo autodidacta de Nick Drake. En síntesis, la música de Nick Mulvey es el primer gran descubrimiento musical con el que me he topado este año.