¡Ni madres!

Cecilia –cuya identidad fue cambiada– tiene 44 años, es una arquitecta reconocida, ha estado casada durante más de 15 años, su negocio es referencia en el gremio, y desde que estaba en sus 20 tomó una firme decisión: no tener hijos.

Procrear nunca estuvo en sus planes y anhelos, jamás se identificó con la maternidad y no sintió “esa necesidad” que muchas tienen por tener descendencia. Y está feliz con ello.

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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“En la actualidad, una de cada cinco mujeres con estudios de bachillerato o licenciatura decide ya no tener descendencia, mientras que estos porcentajes son mínimos entre mujeres con menor nivel de escolaridad”
Carlos WeltiEconomista y sociólogo
https://www.youtube.com/watch?v=hUc64v2dC58

Cecilia –cuya identidad fue cambiada– tiene 44 años, es una arquitecta reconocida, ha estado casada durante más de 15 años, su negocio es referencia en el gremio, y desde que estaba en sus 20 tomó una firme decisión: no tener hijos.

Procrear nunca estuvo en sus planes y anhelos, jamás se identificó con la maternidad y no sintió “esa necesidad” que muchas tienen por tener descendencia. Y está feliz con ello.

Por otro lado, Ángela –también con identidad cambiada– tiene 28 años, está casada desde hace cinco años y, al igual que Cecilia, no quiso tener hijos. “Desde que tenía 12 años supe perfectamente que no quería tener bebés”, dice.

“No me gustan los niños, nunca he deseado tener los propios y mi esposo está en el mismo canal, tampoco quiere hijos. Gatos, perros sí, pero hijos no, y estamos felices con esa idea, el uno para el otro nos hacemos felices sin necesidad de familia”, agrega.

Y así como ellas hay muchas mujeres, sobre todo las que tienen entre 35 y 45 años, a quienes se les animó a lograr independencia económica y a centrarse en la construcción de una vida profesional, que después de haber nacido en una sociedad plagada de divorcios, crecieron reacias a establecerse en la década de sus 20, como habían hecho sus madres. 

“En la actualidad, una de cada cinco mujeres con estudios de bachillerato o licenciatura decide ya no tener descendencia, mientras que estos porcentajes son mínimos entre mujeres con menor nivel de escolaridad”, señala Carlos Welti, economista, sociólogo y demógrafo del Instituto de Investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Orgullosamente sin hijos

En México, los datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO), indican que la maternidad se ha postergado entrada la década de los 30, algo que por lo general sucede entre la clase media, sobre todo en las que ocupan puestos directivos, gerenciales y artísticos; es decir que, el 8.6 por ciento de los hogares en México están formados por parejas sin hijos.

Para cuando se llega a los 35 años, si eres soltera y sin hijos hay una suposición generalizada de que, mientras que pudiste haber estado perdiendo el tiempo en tus 20, existe todavía una posibilidad de que te encamines y logres encontrar marido y tener un bebé. 

La elevación del nivel de estudios mínimo y la apertura de áreas de oportunidad laboral para la mujer es uno de los factores que ha incidido para que en el país, más mexicanas decidan no tener hijos y se sumen a la Generación NoMo, un término creado por la psicoterapeuta Jody Day en 2011 para explicar una decisión que, lejos de apegarse a las cuestiones biológicas, señala que es el resultado de una larga lista de motivos personales y sociales que llevan a la mujer a rechazar la maternidad.

Y es que al llegar a los 30, muchas mujeres se encontraron con que muchos de los hombres con quienes se relacionaban no querían comprometerse tampoco, pues algunos cargaban también con el divorcio de los padres, mientras que otros se alejaron del enorme compromiso financiero y emocional de tener una familia. 

Además, se fortalecieron los valores del “amor verdadero” y de esperar a encontrar a la pareja indicada para formar esa familia. Y se hizo tarde. 

Curiosamente, a pesar de esto, los hombres sin hijos son juzgados muy levemente, mientras que una mujer sin hijos resulta insoportable (e imperdonable). 

Hollywood sin hijos

En una cultura en la cual la vida sin hijos de Jennifer Aniston crea lamentaciones constantes en los tabloides semanales, y en una sociedad que estigmatiza a Cameron Díaz por su renuencia a tenerlos, ha creado un pensamiento colectivo de falsas premisas en torno a la decisión de no ser madre. 

No se intenta persuadir a las mujeres a recurrir a decisiones extremas sobre si se procrea o se dedica a la vida laboral, pero sí, a darle la bienvenida a la idea de que no se debería de ser madre cuando no se desea serlo en lo absoluto, pues los hijos o la pareja no son el único medio de realización de una mujer. 

Parte de lo que hace tomar a una mujer la decisión de no convertirse en madre está relacionada con su personalidad, bagaje emocional y sentimental, además de las expectativas a futuro. 

Pero también a su empoderamiento en el seno de la sociedad: la llegada de la píldora en la década de 1960 permitió a las mujeres retrasar la maternidad, pero también les permitió renunciar a ella por completo. 

Y a esta misma voz ya se han unido Helen Mirren, Renée Zellweger o Audrey Tatou, por mencionar a algunas famosas.

El demógrafo David Foot, profesor de economía de la Universidad de Toronto, señala que el cambio en los índices de natalidad no es solo una cosa de farmacéutica, también los factores sociales juegan un papel determinante, siendo la educación de la mujer la más relevante, y la que sin duda, se ha visto beneficiada por la llegada de la píldora. 

“Cuanto mayor es la educación de la mujer, mayor es la probabilidad de que no tenga hijos”, dice Foot. 

Y esto es una constante en todas las mujeres, “sin importar la cultura”, dice. 

La tasa de natalidad en Irán, de las mujeres que van a la universidad, es menor que en EU, donde los datos del censo revelan que las mujeres voluntariamente sin hijos tienen ingresos más altos en comparación con otras mujeres. 

En el Reino Unido, el 40 por ciento de las graduadas universitarias de 35 años está sin hijos; y se ha estimado que al menos el 30 por ciento va a seguir así.

Son muchas las razones

A los 40, la idea ya se esfumó, la ventana de la fertilidad se cierra y si el reloj no fue lo bastante fuerte para despertar tu ciclo materno en la década anterior, es probable que no lo haga nunca. 

Muchas reconocen que nunca van a ser madres. 

Lloran, ríen, se excusan con amigos y familiares, se frustran, hasta que finalmente lo aceptan: no nacieron para serlo. Pero también entienden que no hay nada de malo en ello. 

Y una vez que empiezan a hacer las paces con esta idea, muchas sienten que es momento de seguir hacia adelante y descubrir que no sólo no hay nada de malo en ello, sino que además no están solas en ese camino. 

Cualquier mujer que ha decidido no tener hijos, o que no los tiene por otras circunstancias, como la infertilidad, o bien que su pareja no quiera (más) hijos, o una enfermedad crónica, o no haber encontrado a la persona deseada (lo que hoy se conoce como “infertilidad social”), o no ser capaz de permitirse mantener a un bebé, ni tampoco ser una madre soltera, o por cualquiera que sea la razón que le lleva a una mujer a no tener un bebé, no está sola, eso la hace miembro de una nueva corriente de mujeres denominada NoMo (No Mother).

¿Qué tiene de ‘malo’?

También ha crecido la literatura en torno a la elección de una vida sin hijos, entre los cientos de títulos destacan “The Childless Revolution: What It Means to Be Childless Today” (2002) de Madelyn Cain, siendo ella misma una madre, que considera esta oleada de mujeres voluntariamente sin hijos, una revolución entre las sociedades modernas. 

O estudios académicos tales como “Reconceiving Women: Separating Motherhood from Female Identity” (1993) de Mardy Irlanda, que hace una crítica a los estereotipos en torno a la mujer y a su obligada maternidad. 

Incluso este tema se ha politizado en libros como “The Baby Boon: How Family-Friendly America Cheats the Childless” (2002) de Elinor Burkett, que afirma cómo los adultos sin hijos pagan altos impuestos por los créditos fiscales en beneficios para el cuidado de los niños, vales escolares y todo tipo de servicio que ellos nunca usan, pero por el cual trabajan y pagan, y tampoco obtienen los mismos beneficios que sus colegas padres de familia. 

Pero ningún libro sobre el tema ha sido más provocativo, ni causado mayor furor que “No Kids: 40 Good Reasons Not to Have Children” (2009) de Corinne Maier, una psicoanalista y ensayista francesa de 45 años de edad considerada como la reina de la contracultura por The New York Times (y madre de dos hijos) que golpeó el nervio muy delicado de la nación francesa: la familia. 

El libro, que tomó la forma de un manifiesto antinatalista, despliega un ingenio mordaz para desmantelar la representación idealizada de la paternidad perpetuada por el Estado francés, “el campeón de la fertilidad en Europa”, una distinción recibida por los medios de comunicación del país como un verdadero trofeo nacional.

Hablando desde su casa en Bruselas, Maier dice que ella se animó a escribir “No Kids…” por una conversación que tuvo con dos amigas entradas en sus treinta, que le comentaban que se sentían como unas parias sociales por no querer tener niños. 

Esa percepción está bien fundada, escribe Maier: “No tener hijos se considera un defecto; irrevocablemente juzgadas son aquellas que simplemente no quieren niños, pero que al mismo tiempo son objeto de lástima”. 

Sin embargo, la psicoanalista francesa cree que los detractores de la mitología de la fertilidad deberían ser recompensados, no estigmatizados. 

Maier critica la cultura de la familia moderna (“una prisión que gira en torno a el niño”) y la mentalidad prevaleciente que celebra la reproducción del ADN como el objetivo último de la experiencia humana. “Son los que tienen hijos, los únicos egoístas”, afirma. 

“Todo bebé nacido en un país desarrollado es un desastre ecológico para el planeta”. Ella se mantiene pesimista sobre las perspectivas a futuro de estos bebés en medio de una crisis medioambiental sin freno e irreversible, y afirma que los niños estarán destinados al desempleo, o bien a convertirse en “zánganos de fábrica”. 

“Tener un niño en un país rico es un acto antipatriota”, escribe. “(…) Por el contrario, el Estado debería ayudar más a aquellos que deciden no tener hijos: representan menos desempleo, menos congestión y menos guerras”.

Un tema que genera controversia

El por qué de esta tendencia sugiere muchas teorías: 

1. Que las mujeres más preparadas retrasan la maternidad hasta que ya no es una opción.

2. Que se nieguen a pagar lo que los economistas llaman la “prima de la maternidad” en la que los salarios de las mujeres con educación universitaria baja después del parto y luego cae en picada, mientras que los ingresos del padre no se ven afectados.

3. Reconocen que criar a los hijos es un sacrificio de tiempo, dinero y libertad que no están dispuestas a hacer.

4. O bien, que simplemente no quieren tener hijos y son capaces de decir que no.

¿Qué es NoMo?

NoMo corresponde a No Mother (no madre, en inglés). Y se identifica así a las mujeres que no quieren –ni pueden– tener descendencia.

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