Neil Young vs. El mundo
No se necesita ser un audiófilo para darse cuenta de que el “Dark Side of the Moon” de Pink Floyd suena diferente si lo escuchas en YouTube, en un MP3 de tu iTunes, en un sofisticado aparato reproductor de CD o en formato de vinilo en un tocadiscos con un par de buenas bocinas. ¿O no?
Si eres parte de la “generación iPod”, tal vez esta diferencia en la calidad del audio te importa un carajo: lo que realmente te preocupa es tener a la mano la música que quieres, instantáneamente.
Juan Antonio Zertuche
No se necesita ser un audiófilo para darse cuenta de que el “Dark Side of the Moon” de Pink Floyd suena diferente si lo escuchas en YouTube, en un MP3 de tu iTunes, en un sofisticado aparato reproductor de CD o en formato de vinilo en un tocadiscos con un par de buenas bocinas. ¿O no?
Si eres parte de la “generación iPod”, tal vez esta diferencia en la calidad del audio te importa un carajo: lo que realmente te preocupa es tener a la mano la música que quieres, instantáneamente.
Confieso que de alguna manera formo parte de esa generación, somos “culpables” de la transición cultural y generacional en la manera de escuchar música. En unos cuantos años, pasamos de la expectativa y la emoción de esperar el lanzamiento de un álbum en formato físico en una tienda de discos, a la descarga de un álbum en una versión filtrada en Internet –a veces ni siquiera la versión final de estudio– días antes de su lanzamiento oficial.
La manera de escuchar música cambió radicalmente desde finales de los 90 y principios del nuevo milenio. Antes, entre más grandes las bocinas y más botones tenía el componente o reproductor de música, mejor; después, entre menos espacioso y más sencillo de usar era el reproductor MP3, mejor; y ahora, entre más numeroso sea el catálogo de dónde escoger y más fácil sea de escuchar en stream, mejor.
Al parecer, renunciamos a la calidad del sonido a cambio de incrementar la cantidad y ubicuidad de las canciones a nuestra disposición. Ojo: canciones individuales, no álbums completos ni experiencias que involucren hojear el librito con el arte del disco. La experiencia de interactuar con el formato físico de un álbum (ya sea CD o vinilo), está en proceso de extinción.
Sean Parker, el creador de Napster –el programa de intercambio de archivos que cambió a la industria de la música–, y Steve Jobs, el creador del iPod y iTunes –el catálogo de música digital más grande del mundo–, son los culpables favoritos.
Hace más de un año, Jon Bon Jovi recordó en una entrevista cómo solía disfrutar la música cuando era joven.
“Los jóvenes de hoy se han perdido toda la experiencia de ponerse unos audífonos, subir el volumen al nivel 10, sostener la cubierta, cerrar los ojos y perderse en un álbum (…) Odio escucharme como un hombre viejo, pero lo soy (…) Steve Jobs es directamente responsable de haber matado al negocio de la música”, remató el rockero.
Pero, ¿no será más bien que nadie más nos ofreció una opción que combinara calidad y cantidad? Es raro: mientras la velocidad de la conectividad no ha dejado de aumentar, la calidad del formato digital dominante, no ha cambiado.
¿A qué me refiero? Dependiendo de la velocidad de conexión, descargar una canción solía tomar media hora; ahora, en cuestión de minutos podemos descargar un álbum de éxitos con 20 canciones.
Para un músico con la trayectoria e influencia de Neil Young, ese fue precisamente el problema: no tuvimos opción y adoptamos el formato digital sin poder compararlo frente a un competidor de alta fidelidad.
Lo interesante de la reflexión de Young, un músico que puede presumir una discografía de más de 30 discos (cuatro de ellos dentro de “Los 500 mejores álbums de todos los tiempos”, según la revista Rolling Stone), es que considera como un “problema” la mala calidad de sonido que tiene el actual formato digital de sonido dominante. La pregunta es, ¿lo es también para el oyente promedio?
Cruzada por la calidad
En enero de este año, Neil Young se sentó media hora en una conferencia de tecnología para quejarse de la calidad del sonido en los formatos digitales de la actualidad.
“Mi objetivo es rescatar la forma de arte que he practicado en los últimos 50 años”, le dijo el legendario músico canadiense al periodista Walt Mossberg del sitio All Things Digital (que forma parte de The Wall Street Journal).
Según el argumento del autor de míticas canciones como “After The Goldrush” (1970) o “The Needle And The Damage Done” (1972), “no se puede asociar baja calidad con conveniencia”. Y es que según el músico, con el formato MP3 solo estamos obteniendo el 5 por ciento de la calidad de la grabación original en un estudio de grabación profesional.
“La piratería y el Internet son la nueva radio. Así es como se está moviendo la música. Esa es la realidad para los jóvenes; quieren algo, lo escuchan, lo agarran y lo ponen dentro de su dispositivo. Lo que digo es que eso es el radio, y si realmente quieres escuchar algo que te capture, si realmente quieres escucharlo, vamos a ponerla a su disposición”, dijo Neil Young en esa conferencia.
El también miembro del Salón de la Fama del Rock encabeza las voces de artistas que llaman a rescatar la calidad del sonido de la música que se graba en estudios profesionales de grabación, una industria que ha sufrido ante el surgimiento de la revolución digital. Y no solo tiene un plan, sino un producto y un servicio para ello.
“¿Quién va a producir este aparato?”, le cuestionaron en la conferencia, sobre la viabilidad de llevar la calidad más alta de sonido al público, a lo que Young respondió, “algún tipo rico”. Aunque provocó la risa del entrevistador, nueve meses después de esa intervención resulta que se ha gestado no solo la idea, sino el producto y las negociaciones necesarias en la industria de la música para presentar próximamente Pono.
Ese “tipo rico” resultó ser Craig Kallman, el presidente de Atlantic Records que a su vez forma parte de Warner Music Group, uno de los llamados “cuatro grandes” sellos discográficos. Juntos, Kallman y Young, están en pleno desarrollo de Pono, “un sistema patentado de musica digital que puede reproducir grabaciones originales (con calidad de estudio), con el que espera se pueda restaurar algo de la calidad sonora despojada en la música moderna”, como describe el periodista David Carr en un reciente perfil sobre Neil Young en The New York Times Magazine.
Según la revista Rolling Stone, Pono ya está en pláticas avanzadas con tres de las grandes disqueras (Warner Music Group, Universal Music Group y Sony Music) para convertir su catálogo de música digital a una calidad de 192kHz/24-bit, la calidad más alta con la que se graba en un estudio de grabación. En comparación, un disco compacto normalmente reproduce música en una calidad de 44.1 kHz/16-bit.
Según los primeros reportes, Young ya ha enseñado cómo suena el aparato (que describe como un “iPod de alta definición”) con otros músicos como Flea de Red Hot Chili Peppers, quien dijo que la diferencia en el sonido era “drástica (…) los MP3 apestan. Son una sombra de la música”, dijo el rockero.
Aún no hay más información sobre el precio y la cantidad de espacio que podrá almacenar, pero habrá que estar atentos, por el bien de la calidad de la música.