“Necesitamos la calle”; continuar con las tareas del FCE
La pandemia paralizó todas las actividades del FCE y frenó los avances obtenidos hasta entonces; aunque ya hay síntomas de una lenta mejoría, ésta no será completa hasta que no se recuperen las calles por completo, dice su director general, Paco Ignacio Taibo II
Laura IslasPaco Ignacio Taibo II divide su gestión al frente del Fondo de Cultura Económica (FCE) en dos: antes y después de la pandemia de COVID-19.
“El año de la pandemia modificó todo, estaba viendo cómo íbamos, en enero y febrero del año pasado, yo creo que era el mejor momento de nuestro trabajo dentro del Fondo y de repente ‘saca´trás, cae sobre nosotros la pandemia’”, dice el actual director general del FCE.
La contingencia sanitaria paralizó durante un tiempo sus bodegas y cerró las actividades de calle, como las ferias de libros y los librobuses recorriendo el país; además, las exportaciones se cancelaron durante un tiempo por problemas de aduanas y de agencias transportadoras.
Aunque hay síntomas de una lenta mejoría en la venta de libros y la normalización de la relación con las imprentas —ya que hubo un momento en el que sólo estaban al 10 por ciento de su capacidad— Paco Ignacio Taibo II dice que sólo podrán volver al momento previo de la pandemia cuando las calles se abran totalmente.
“En cuanto podamos recuperar las calles, abiertas al 100 por ciento nuestras librerías y salir a ferias de libro, en cuanto podamos volver a colocarnos al lado de los lectores, que es la clave de todo el proceso de promoción de la lectura (…). Necesitamos la calle, el nuevo Fondo que diseñamos hace dos años y poquito necesita las calles”, menciona.
Oportunidades en pandemia
Pero la pandemia también trajo muchas oportunidades y fortaleció una de las metas principales del FCE: el fomento a la lectura.
“Logramos que nuestros libros fueran más baratos y defender libros mucho más baratos a través de mecanismos de promoción, festivales, etcétera, eso funcionó, y demostramos algo que ya sabíamos y que veníamos diciendo desde que empezamos, que bajar el precio de los libros era fundamental para llegar a una base de lectores tanto jóvenes como adultos mayores que no tenían acceso”, platica Paco Ignacio tambo II.
Otra de las acciones que se hicieron durante este periodo fue el lanzamiento de la colección Vientos del Pueblo, con la que editaron libros muy breves de precios muy bajos de 20 y 11 pesos; mientras que un tercer elemento fue la reproducción de programas integrales de fomento a la lectura como El Mezquital, en Hidalgo, donde se crearon salas de lectura y se han donado enciclopedias completas.
“Fue durante la pandemia que diseñamos la Operación Mezquital, es una de las zonas más deprimidas económicamente de este país y entramos formando clubes de lectores en asociación con siete municipios (…).
Hasta el 13 de marzo se habían formado en el Mezquital 117 clubes de lectura en los municipios de Tlahuelilpan (40), San Salvador (10), Progreso (25), Tlaxcoapan (16), Francisco I. Madero (2) y Mixquihuala (24) y cuatro demarcaciones más estaban en espera de integrarse al Plan Integral de Fomento a la Lectura del Valle del Mezquital, de acuerdo con datos del FCE.
“Este proyecto replicaba el proyecto que hicimos en San Quintín, con los jornaleros; que hicimos en la zona yaqui, en Sonora; los proyectos que hicimos en torno a las normales rurales, en Guerrero y en Oaxaca; y el proyecto grande de lo que llamaría la periferia del Valle de México, en seis o siete municipios alrededor de la Ciudad de México, usando al Librobús como punta de lanza”, comenta.
Los clubs de lectura del FCE
Fomentar la lectura en las comunidades de difícil acceso no es fácil y menos durante una pandemia.
“Es tomar una zona y entrar a fondo, ir encontrando puntos de apoyo, no pueden ser sólo las instituciones, el Fondo, la dirección de publicaciones, el Educal que yo coordino, las que cubran”.
“Se combinan para cubrir el espacio, pero es la ciudadanía, el secretario de Cultura de un ayuntamiento chico perdido en esta zona, son unos libros que había perdidos en una bodega”, asegura Paco Ignacio Taibo II.
Por ejemplo, uno de los programas que más ha crecido durante estos meses de pandemia son los clubes de lectura de jóvenes en bachilleratos agropecuarios y de ciencias del mar, que son pequeñas escuelas equivalentes a las preparatorias y se encuentran perdidas en las últimas esquinas del país, cuenta.
“El otro día estaba planteándome en medida que crecían y crecían estos clubes, un sistema de consulta con ellos, decir qué quieren leer, qué les interesa, decíamos: qué libros hay sobre temas marinos. Sí, o sea es una retroalimentación continua entre sociedad que se organiza e impulso que nosotros traemos”, señala.
Y es que, dice Taibo, es a través de la vieja estructura basada en mediadores, con 4 mil 500 voluntarios en todo el país, que estos clubes de lectura funcionan y lo que hace el FCE es apoyarlos a través de donaciones de libros.
“De repente te encuentras al maestro de prepa, primaria, secundaria, jubilado, que tomó en sus manos el fomento a la lectura, hay que echarle una mano, echarle libros. Un problema inmenso, ¿cómo abastecemos esas 4 mil salas de lectura?”, reflexiona.