Alex DeLarge al desnudo
Bombín, pestañas falsas y lengua nadsat, fueron los íconos que marcaron a una cultura pop que se sintió afín a la ultraviolencia en la cinta “Naranja mecánica” (1971) de Stanley Kubrick, misma que adaptó de la obra literaria homónima del británico Anthony Burgess publicada en 1962.
Hidalgo Neira
Bombín, pestañas falsas y lengua nadsat, fueron los íconos que marcaron a una cultura pop que se sintió afín a la ultraviolencia en la cinta “Naranja mecánica” (1971) de Stanley Kubrick, misma que adaptó de la obra literaria homónima del británico Anthony Burgess publicada en 1962.
Su personaje central, Alex DeLarge, un adolescente melómano aficionado a la Novena Sinfonía de Beethoven, al pillaje y ocio, visto como héroe de la contracultura, villano de la sociedad moral y antihéroe por los inadaptados, es por su carisma un claro ejemplo de observación para los símbolos, íconos y semiótica que ha representado desde hace 55 años cuando Burgess le ideó en su narrativa.
Con motivo de la exposición de Stanley Kubrick que se encuentra en la Cineteca Nacional hasta mayo próximo, el doctor en semiótica de la Universidad de Bolonia Alfredo Cid Jurado impartió la plática “Naranja mecánica y los mundos posibles de la violencia a través de los signos” en la que entró de lleno tanto en el filme como en el texto y a través de marcos comparativos subrayó el uso de símbolos que ambos representan para la violencia moderna.
“Uno de los valores cinematográficos más ricos, muchos de los críticos le celebran a Kubrick la estetización, o sea el crear una dinámica de lo bello dentro de lo brutal (…) hay una búsqueda por recubrir algo terrible con algo no terrible y en esa contradicción querer decir algo”, argumenta el profesor en entrevista para Reporte Indigo.
Durante casi dos horas y ante una sala llena de estudiantes, Cid Jurado repasó momentos ícono que se diferencian tanto del filme como del libro, además de recordar que la producción de Kubrick no fue la primera en llevar al cine la ficción de Burgess, sino que fue el artista plástico Andy Warhol quien a través del largometraje experimental “Vinyl” de 1965 le dio vida a los personajes de la novela.
La habitación de Alex
Dentro de los mundos posibles que se pueden plantear dentro de la ficción con miras a salir a la realidad, Cid Jurado toma el cuarto de Alex DeLarge para conocer sus símbolos y cómo es que hay un paralelo construido por Kubrick con guiños a querer volverse real.
“Tenemos que ver que el mundo posible, tiene que actualizarse primero, pero tiene que ser probable e hipotéticamente actualizado, porque sino, entonces esto no va a funcionar… Y bueno, requiere de un mundo real, al cual debe hacer referencia. Si vemos el cartel de Ludwig (colgado en el cuarto de Alex) es real y hace que todo lo demás que esté ahí también sea posiblemente real, no existe esa colcha en el mercado, voy a ver si la puedo hacer, porque si el cartel es real, esto también puede ser real”, explica Cid Jurado a los asistentes a la conferencia.
Algo que el doctor en semiótica enfatizó fue que la incorporación de la música clásica de Beethoven es una invención de Kubrick, ya que esto no aparece en el libro, además de que la indumentaria portada por DeLarge en la película también es una adaptación libre a lo que Burgess describió en el texto original.
El mundo posible vs. la violencia actual
Burgess basó parte de la ficción en una anécdota real, en la que su primer esposa sufrió un asalto por un grupo de soldados estadounidenses alcoholizados que estaban en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, sólo que de esta realidad de la pluma del británico después se saltó de nuevo al mundo de carne y hueso, pues su texto inspiró una serie de violaciones en el siglo XX.
“Hay por ahí datos de varias violaciones inspiradas en el libro ‘La naranja mecánica’, obviamente pasan por encima de la denuncia, de la violación de la esposa de Burgess, que era lo que él quería denunciar y entramos aquí en un grave problema ético, qué tanto él queriendo denunciar una violación para que fuera castigada propicia otras violaciones”, argumenta Cid Jurado.
El académico también apunta a que la violencia ha subido de tono en la ficción porque es un reflejo de la realidad actual y es así como las historias van tomando este toque de brutalidad en lo audiovisual.
“La violencia ha crecido en las ficciones porque la violencia ha crecido en la vida real, la gente cuentas las historias de lo que está viviendo, entonces si han aumentado es porque la gente cada vez tiene más historias violentas que contar”, reitera Cid Jurado.
¿Redención a la transgresión?
Otra de las pautas que fueron importantes dentro de la cátedra de Cid Jurado fue la reinserción del capítulo 21 a la novela de Burgess en la edición del 50 aniversario, donde el personaje de Alex acepta su error y busca la redención a sus fechorías.
Kubrick no adapta propiamente el final de su película con este capítulo, sino que a su manera, Alex se siente curado de ejercer la ultraviolencia aunque en pensamiento siga teniendo deseos de sexo salvaje y sin control.
“Al momento de estar narrando y narrando estas historias pierden eficacia comunicativa y a fuerza de estar escuchando la misma historia puede incluso provocar el efecto contrario”, ahonda Cid Jurado en respecto a tomar cualquiera de los dos finales y romper su simbología original, ya sea el tener un pacto con la moralidad o el Alex que se corrompe a si mismo en pensamiento al final del largometraje.
“El mismo sistema tiene sus enfermedades y sus curas, no podemos nada más aislarla y decir ‘estamos en un momento de enfermedad’, cuando sí es así, pero también estamos en la posibilidad de un momento de generar el momento de cura y creo que esa va a ser la tarea que les toque a las generaciones que sigan con todo el problema que estamos viviendo en el país”, puntualiza.