Museo de Arte Carrillo Gil: 50 años de dignidad y arte

Gabriela Sáenz, nieta de Álvaro Carrillo Gil, destacó el renacimiento del museo fundado por su abuelo. A pesar de los retos y la falta de apoyo gubernamental inicial, el recinto ahora celebra su medio siglo de vida con tres grandes muestras que destacan su rica herencia cultural
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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“Estoy recuperando y recordando mucha de mi infancia”, expresó Gabriela Sáenz Carrillo, nieta de Carmen Tejero y Álvaro Carrillo Gil, mientras recorría las salas del Museo de Arte Carrillo Gil. Con cada paso lento y pausado, evocaba recuerdos de los días en que su abuelo les enseñaba el valor del arte.

Han pasado 50 años desde que se fundó oficialmente en 1974 como recinto museístico que alberga obras de artistas mexicanos que comprenden de los siglos XX y XXI. Con este aniversario, Sáenz Carrillo no dudó en declarar a Reporte Índigo que desde sus inicios, el museo había enfrentado descuidos y desatención, especialmente en los años 70, cuando el gobierno no valoraba la magnitud de su colección.

“El museo ahora vive un renacimiento, en muchos sentidos, la consolidación de un esfuerzo y de lucha de muchos años para que tuviera la dignidad que tiene ahora. Antes no se comprendía el valor de lo que significaba una colección de arte de esta magnitud y cuando se pierde en la política y la burocracia pierde su sentido y esa fue la lucha de mi abuelo y mi madre; ahora me toca defender al museo, que  es de la sociedad mexicana”, contó Sánz, quien con una mirada conmovida ofreció un tour por lo que llamó “como su segunda casa”.

El amor por el arte

Desde pequeños, su abuelo les había inculcado el respeto por el arte y la conciencia de que todo lo que cuidaban era para el pueblo. “Este cuadro no es nuestro, es del pueblo de México”, solía decirles mientras les pedía ayuda para cambiar de lugar alguna pieza. Su amor por Yucatán y su deseo de ver al país recuperarse se reflejaban en cada gesto y en cada obra que custodiaba.

Gabriela Sáenz también recordó la relación de Álvaro Carrillo Gil con artistas como José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros; incluso, de la vez  que su abuelo salvó a Orozco de ser asesinado cuando lo detuvieron, acompañándolo hasta el Palacio de Lecumberri y asegurándose de que estuviera bien. También rememoró  las reuniones y fines de semana en casa de Siqueiros, parte cotidiana de su vida familiar.

“Una vez, mi abuelo casi perdía la vida mientras revisaba una obra en el museo; cayó del segundo piso al sótano, pero se recuperó y siguió adelante con la construcción de su legado. A pesar de las dificultades, como la falta de pago del gobierno por unos terrenos, logró sacar adelante el edificio, que inicialmente rentaron hasta que finalmente lo donaron al pueblo de México”, contó la nieta.

Para Gabriela, estar en el museo era vivir un sueño que se había forjado desde su infancia, en un espacio físico digno y hermoso que albergaba una colección reunida con amor, esfuerzo y el deseo de servir al pueblo mexicano.

Entre Siqueiros, Rivera y Gerzso

Las obras de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y Gunther Gerzso habían formado parte de la colección fundacional de la familia Carrillo Gil y que ahora son parte de este legado que se resguarda celosamente en este recinto.

“Si mi abuelo estuviera presente, estaría llorando de emoción, al igual que mi abuela, porque sentía mucho amor y respeto por el arte; el museo era su herencia emocional y legal, sentía que su deber era cuidarlo hasta el último día de su vida.

“Agradezco a todos los que han hecho posible la preservación del museo, desde los trabajadores de limpieza, hasta los museógrafos y visitantes, quienes daban vida al museo”, expresó Gabriela Sáenz.

En el marco de los 50 años de la fundación oficial del museo, Lucina Jiménez, Directora General del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, invitó a rendir homenaje a Álvaro Carrillo Gil y su esposa, Carmen Tejero Carrillo Gil, quienes fueron una parte fundamental en la construcción de una colección de gran valor para México.

“Este gran museo Carrillo Gil llega a sus primeros 50 años listo para afrontar los próximos 50. No es algo que se dé de manera cotidiana, se requiere un espíritu muy particular para construir una colección pública con ese nivel de generosidad y visión”, indicó Jiménez en conferencia de prensa.

Recordó cómo jóvenes artistas de la época encontraron en Carrillo Gil un apoyo invaluable, siendo los primeros en adquirir sus obras. Esta apertura y apoyo a nuevas corrientes artísticas han sido clave en el legado del museo.

Con una colección de más de mil 400 piezas, el museo ha aportado significativamente al entendimiento del arte moderno en México. Jiménez también destacó la colaboración con arquitectos y museógrafos para adaptar el espacio a la colección, lo que ha permitido una exhibición adecuada y enriquecedora.

La directora expresó su agradecimiento a Gaby Sáenz Carrillo por su constante compromiso con el museo. Destacó su papel crucial en mantener la visión del museo a lo largo de los años, y cómo, tras la renovación, Sáenz Carrillo donó la Resurrección de Lázaro, hecha por Gabriela Sáenz Carrillo, en memoria de Armando Sáenz Carrillo, sumando así una importante obra a la colección.

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