Si bien desde 1997 se creó la primera Ley General que garantizaba los derechos de las mujeres a vivir una vida libre sin violencia, fue hasta 2007 que se le asignó un presupuesto para que operara; no obstante, Tagle expresa que hasta ahora nadie ha actuado desde nivel federal, ni estatal y menos municipal.
“Hemos creado leyes e instituciones, pero ningún gobierno de ningún color está interesado en echar andar lo que dicen las leyes y hacer una política pública que funcione, porque para poner un alto a la violencia necesitamos que todos los niveles de Gobierno participen, que cada uno hiciera lo que tienen que hacer”, explica.
Este problema, a decir de la politóloga y consultora de Derechos Humanos, tendría que ser visto como una pandemia, término que sirve como una metáfora porque la violencia está costando la vida de las mujeres.
“Por eso es el enojo, la desesperación, porque hemos intentado de todo. Nos dicen que salimos a marchar violentamente, pues sí, porque ya hemos intentado de todas las formas, haciendo leyes, poniendo presupuestos, haciendo marchas pacíficas, activismo, incidencia, reuniones de trabajo, programas piloto, miles de cosas y las autoridades no le ponen interés y preocupación”, narra.
A estas alturas, los feminicidios tendrían que ser la prioridad y la urgencia para que todo el aparato, desde nivel Gobierno, ejecutivo, federal, municipal, local y las iniciativas privadas actúen para hacerle frente.
“Con este presidente, desgraciadamente, no va a suceder esto, porque ni lo cree, ni le interesa. Ha sucedido con otros gobiernos, pero este de manera muy marcada, cuando se le preguntan se enoja, cree que es una estrategia en su contra, desde ahí estamos mal, porque nunca vamos a ponerlo a un nivel de emergencia y prioridad que se requiere”, concluye.
No todo está perdido para las mujeres
Martha Table estuvo en la configuración de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en 1997, la cual hasta la fecha ha cambiado enormemente.
“Me da una gran esperanza de que en algún momento las cosas cambien. Sí se ha generado en las mujeres una gran conciencia, a diferencia del 97, que ni siquiera se reconocía que al interior de las familias había violencia que tenía ser atendida por el Estado”.
“Más generaciones ya no están dispuestas a soportar la violencia y a quedarse calladas, eso es un cambio muy importante. Por eso el movimiento de las mujeres se nota más, porque vivir con violencia no es vivir”, detalla.
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