Mujeres indígenas: “Tenemos relaciones muy sólidas y profundas de discriminación, racismo y exclusión”
En América, las mujeres indígenas suelen enfrentar diversas formas de discriminación, exponiéndolas a violaciones de derechos humanos en todos los aspectos de su vida cotidiana. Hoy, 15 de septiembre, se recuerda su lucha por vivir sin violencia y porque sus derechos se respeten
Karina CoronaLos símbolos de la mexicanidad recobran más relevancia durante el llamado ‘mes patrio’, ocasión que propicia la reflexión sobre la identidad nacional y para recordar a los héroes que combatieron por la Independencia. No obstante, una lucha que ha quedado en el olvido es la de las mujeres indígenas.
Tanto en México, como en América, las mujeres indígenas suelen enfrentar diversas formas de discriminación, exponiéndolas a violaciones de derechos humanos en todos los aspectos de su vida cotidiana: desde civiles y políticos, para acceder a la justicia, hasta sus derechos económicos, sociales y culturales.
Zenaida Pérez, defensora de los Derechos Humanos, fue una de las mujeres que creó en 2014 la Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas, la cual condensa una serie de demandas que han planteado mujeres en las diferentes luchas temáticas, locales y regionales.
“La idea era ‘mejor vámonos juntas, así nos acuerpamos más y nos hacen más caso’. El balance hasta la fecha es que sí ha cambiado la condición, sentimos que antes estábamos totalmente invisibilizadas, más o menos, se nos ha escuchado, pero el gran desafío es cómo pasar del marco legal a la acción cotidiana, cómo se pueden manifestar estos cambios legislativos a favor de las personas”, explica Pérez a Reporte Índigo.
Derechos de mujeres indígenas en discurso y no acción
Paloma Bonfil, etnohistoriadora y doctora en sociología rural, explica que si bien sus derechos están incorporados en el discurso del actual gobierno, no se han puesto en marcha sus peticiones.
“¿Qué ha pasado con su lucha, por el reconocimiento de la legislación y el cumplimiento de sus derechos? Yo creo que tenemos una doble perspectiva. Por un lado, se ha avanzado muchísimo en términos de marcos normativos, legales, incluso, de institucionalidad.
“Por otro, tenemos relaciones muy sólidas y profundas de discriminación, racismo y exclusión que no se mueven, seguimos siendo una sociedad desigual, la brecha cada vez es más amplia y las demandas de las mujeres siguen sin cumplirse”, relata la especialista del INAH.
Ambas expertas coinciden en que, lamentablemente, estas peticiones han sido las mismas desde hace años, pues no se han atendido en términos de presupuesto, solución ni participación, pues tanto sociedad como Gobierno son “profundamente excluyentes”.
Pérez, quien también es la actual coordinadora del Programa de Mujeres Indígenas del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB), expresa que el riesgo del actual gobierno es la folclorización y su utilización sobre el ser indígena.
“Si eres indígena, eres lo sagrado e intocable y te damos programas asistenciales, pero no me reclames. Hay información viciada de, ‘me conviene decir pobres indígenas y mi respuesta es mandarles los programas Sembrando vidas o Becas Bienestar’; no es que uno no lo necesite, pero sería bueno transformar esa relación a otras dinámicas que convoquen a la gente a apostar por un cambio más a mediano plazo.
“La estatua de la mujer indígena en Paseo de Reforma, la agregada cultural en la Embajada de España, que para el Tren Maya vayan indígenas a hacer el ritual, o en eventos como los Altares del Día de Muertos, en eso les caemos bien, pero es un uso instrumental y utilitario, porque cuando exigimos nuestros derechos y en los procesos que se ha querido participar ya no saben cómo respondernos”, reclama Zanaida.
Por su parte, Bonfil opina que el Estado no estaba ni está a la altura de las demandas.
“El problema con el discurso políticamente correcto es que los hechos no están para respaldar. No es una lectura fácil, tampoco derrotista, pero sus luchas no se dan abasto. Si no tienes realmente espacios de participación, ni reconoces los procesos articulados y organizativos de las mujeres y no tomas en cuenta sus propias propuestas ni demandas ahí tenemos un tache”, explica.
Los avances invisibilizados
En medio de esta lucha, donde, por desgracia, gana la discriminación; ambas especialistas indican que sí hay ciertos avances: la configuración de las mujeres indígenas como un actor social, es decir, como grupos que tienen un planteamiento propio y con demandas fundamentadas.
Bonfil resalta que en los últimos años han surgido diversas voces de liderazgos cada vez más diversas, donde las nuevas generaciones indígenas, quienes son intelectuales, profesionistas, políticas y dirigentes, han creado una colectiva muy poderosa frente a las desigualdades de la sociedad.
“Por dentro falta mucho qué caminar, pero hacia afuera falta todo; la sociedad aún debe respeto y reconocimiento. Hay varias organizaciones de mujeres indígenas, nacionales e internacionales, que han presentado un montón de propuestas y demandas, pero nadie las escucha en el Estado. Eso me parece muy grave, una expresión de discriminación y exclusión que venimos a arrastrando desde hace mucho tiempo y que hoy por hoy no está resuelto”, reflexiona Paloma.
Zenaida Pérez también resalta que el camino ya está trazado, pero aún no existe la paridad que se necesita y que les pueda beneficiar a todas y todos.
Sin embargo, su lucha continúa con una campaña antirracista con el fin de dar elementos a las mujeres indígenas y sientan orgullo por su identidad.
“Si sólo se toma la fuente oficial, pues es su verdad, pero si se abren estos espacios para que se transversalice esta discusión en todos los ámbitos va a impactar en los sistemas del gobierno, sin imposición, sino con base en diálogo. Si diversificamos las voces e historias también confiaremos que la ciudadanía amplíe esos criterios, si la gente no solo nos conoce desde lo folclórico, creo que se puede ir cambiando la mentalidad y el entendimiento”, puntualiza.
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