Antes de Spotify, de la era de los ipods, de que llegara Napster a irrumpir los millones de ganancias que se embolsaban las disqueras, existió una tienda de música que era el imperio por todo Estados Unidos y el mundo para conseguir lo que fuera en viniles, casettes y demás novedades melódicas.
Tower Records era más que una franquicia discográfica, era un punto de encuentro para miles de melómanos que compraban rock, jazz, pop, electrónica, soundtracks y más géneros en la década de 1970.
Su fundador Russell “Ross” Solomon, pasó a mejor vida la noche del domingo cuatro de marzo, mientras veía los Oscares con su esposa y tomando un vaso de whisky, según reporta el periódico The Sacramento Bee… después murió.
La empresa se tuvo que declarar definitivamente en bancarrota en 2006 en Estados Unidos debido al masivo uso de la piratería cibernética, llegaron a expandirse a países como Canadá, Reino Unido, Tailandia, Filipinas, Japón, Irlanda y México, en ciudades como Puebla, Monterrey, el Estado de México y la CDMX.
En lo que hasta hace poco más de un año era el Distrito Federal, la primera tienda de Tower Records, era un templo de dedicado al culto de la música. Tres pisos llenos de carísimos CD’s, DVD’s de conciertos, libros, revistas y hasta cuerdas para guitarra y bajo, eran el escondite de los melómanos. Ubicada en la Zona Rosa, en la calle de Génova (donde ahora hay un remedo de aquella gran tienda), un DJ en vivo daba la bienvenida.
En 2015 Colin Hanks realizó un documental titulado “All things must pass” (Todas las cosas deben pasar) en el que se cuenta la historia de la empresa, desde su éxito hasta la debacle, usando material de archivo y entrevistas con Solomon y celebridades como Bruce Springsteen, Elton John y Dave Grohl.