Chad McQueen, quien siguió los pasos de su famoso padre, Steve McQueen, en la actuación y el automovilismo, falleció a los 63 años. Conocido por su interpretación de Dutch, uno de los abusivos miembros de Cobra Kai en las dos primeras películas de Karate Kid, el actor murió el miércoles en su rancho de Palm Desert debido a una falla orgánica.
La noticia fue confirmada en primera instancia por su amigo Arthur Barens a The Hollywood Reporter. McQueen había sufrido una lesión tras una caída en 2020, de la cual nunca logró recuperarse por completo.
En una declaración en Instagram, sus hijos Chase y Madison dijeron: “Su pasión por las carreras no sólo destacó su talento, sino que también honró el legado de nuestro abuelo. Continuaremos no solo su legado, sino también el de nuestro abuelo”.
Chad McQueen, Karate Kid y su incursión en el cine
Nacido el 28 de diciembre de 1960 en Los Ángeles, California, Chad McQueen era hijo de la leyenda del cine Steve McQueen y la actriz Neile Adams. A pesar de no alcanzar el estrellato de su padre, Chad dejó una marca en la industria del cine y en el mundo del automovilismo.
McQueen es mejor recordado por su papel como Dutch en The Karate Kid (1984) y su secuela, The Karate Kid Part II (1986). En ambas películas, interpretó a uno de los miembros más agresivos del dojo Cobra Kai, donde constantemente atormentaba a Daniel LaRusso, interpretado por Ralph Macchio.
Aunque no regresó para Karate Kid III ni participó en la serie de televisión Cobra Kai, su personaje fue mencionado como que estaba cumpliendo una condena en prisión.
Además de sus actuaciones en otras películas como Martial Law (1990), Death Ring (1992) y Red Line (1995), Chad también fue un apasionado piloto de autos de carreras, un interés que heredó de su famoso padre.
McQueen y su amor por el automovilismo
Compitió en eventos de renombre, incluida la carrera de las 24 Horas de Le Mans. En 2006, McQueen sufrió un grave accidente en el Daytona International Speedway, lo que lo obligó a retirarse de las carreras profesionales.
En 2010, Chad fundó McQueen Racing, una empresa dedicada a la restauración y fabricación de autos de alto rendimiento. Su amor por las carreras y los autos lo mantuvo vinculado al legado de su padre, cuya pasión por el automovilismo era bien conocida.
