Moulin Petit revive las noches de cabaret

Con el claro objetivo de revivir las noches de cabaret, el espectáculo Moulin Petit hace uso del concepto del burlesque, expresión artística que permite abarcar la música, el baile, la actuación y la sensualidad, ya que tiene una estética particular, pero moldeable para jugar sobre el escenario para el goce el espectador.

El burlesque siempre ha rozado los límites de la picardía y el cinismo, pero quienes están detrás del espectáculo buscan que sea meramente una expresión de la sensualidad, y justo con ello, lograr que las chicas luzcan elegantes e inalcanzables.

Para Yareli Gutiérrez, esta forma de expresión es casi mágica, no necesita una técnica en particular ni una corporalidad específica para ejecutarse, la libertad que esta reivindicación de los cuerpos y los deseos provoca da pie a un arte que derriba prejuicios.

“Es un performance en donde tú enfrentas que estás orgulloso u orgullosa de tu cuerpo, de lo que hace, y es a través del destape. Una burla cínica hacia algo, cuando empezó en los años 20 la mofa era hacia el gobierno, pero ahora se retoman otros temas”, comenta Gutiérrez, la productora y bailarina del espectáculo.

El burlesque teatral cuenta una historia, es una combinación entre las artes dramáticas y la danza, todo combinado con destape que no tiene que llegar al desnudo. En Moulin Petit la estrella principal del recinto ha sufrido un terrible accidente y una nueva chica, llamada Susy, la ha venido a suplir. En poco tiempo, la recién llegada se convierte en una estrella, pero las envidias surgen cuando Christine, una bailarina que ha sido relegada por Susy, la inculpa de un asesinato. Envidias, intriga y venganza se hacen presentes en el Moulin Petit mientras la obra avanza y las prendas caen.

“En la obra hablamos de esta característica que tenemos todas las personas, pero creo que más como artistas, de una necesidad de ser reconocidos, de llegar a algún puesto o un objetivo. Al no llegar empiezan las frustraciones, o si se llega entonces son los celos los que acompañan. Todo esto lo reflejamos en los personajes que son parte del cabaret que le da nombre a la obra, su evolución, su convivencia y los sentimientos que surgen”, señala la bailarina quien agrega que estos sentimientos son tan universales que cualquier persona puede identificarse con ellos.

La producción, que tomó meses de ensayos y preparación en mesa, tiene un objetivo muy claro: la burla de ellas mismas. 

“Se puede decir que es una burla hacia nuestros propios errores como artistas, como actrices. En realidad, es una manera de sentirse orgullosas ante una sociedad que ve de forma negativa algunos de los elementos del performance, como el mostrarse ante el público o hacer las figuras que hacemos en escena. Nosotras al mostrar, desde los dedos de las manos hasta las imperfecciones, es una forma de retar a la sociedad y decir mírame, mira lo que estoy haciendo”, dice orgullosa la productora del montaje.

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Los temas de visibilidad que trata la obra conjugan perfectamente con el desprendimiento de prendas del burlesque, de una manera simbólica incluso. Las oportunidades que brinda el medio para la expresión de los cuerpos y la libertad, que al momento de exhibirlos se alcanza, resultó el medio ideal para que Yareli y sus compañeras de elenco se comunicaran.

“Yo me enamoré del burlesque desde que lo conocí en una película. No exige una forma corporal como la que se demanda de las bailarinas, ellas pasan por exámenes corporales, a veces muy rudos, que frustra el sueño de muchos hombres y mujeres que no cumplen con la talla y la corporalidad que se exige. El burlesque no, el burlesque le permite a cualquier persona de cualquier talla, forma o género ser bailarín y expresarse a través de él”, finaliza Yareli Gutiérrez.