En el taller de Montserrat Turqueza, los hilos del pasado y la creatividad entrelazan sus destinos. Cada pincelada da vida a la naturaleza, incluyendo conejos y colibríes que posan entre figuras femeninas. En esta simbiosis, la naturaleza se convierte en un lazo simbólico, conectando tierra y espíritu.
La narrativa visual de la diseñadora oaxaqueña, responsable del diseño visual de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca 2023, incorpora elementos naturales como cómplices en el proceso creativo. La esencia terrenal y la espiritualidad fluyen juntas, pintando un lienzo teñido entre tonos violetas, morados y verdes. Para ella, estos tonos han adquirido un poder significativo en los últimos años.
“Son colores que me gustan muchísimo; se acomodan muy bien en cualquier paleta de colores. El morado es muy diverso, es el menos repetitivo en la naturaleza. Esta tonalidad gira en torno a mi proyecto, siendo vital para mí y mi vida. Espero que siga siendo así durante unos años”, confiesa la artista en una entrevista con Reporte Índigo.
La evolución artística y personal
El morado se convierte en el corazón de su proyecto, impregnando sus ilustraciones con la riqueza y diversidad que encuentra en este tono. Entre sus obras, destaca la ilustración titulada “Whitsil”, que retrata a una niña llorando mientras abraza a un colibrí.
Su obra no solo es visualmente impactante, sino que también lleva consigo un significado relacionado con el duelo. Montserrat destaca la importancia de representar todos los matices de la vida, incluso los tristes.
“Me gusta hablar del duelo, porque he pasado por dos muy fuertes y creo que también es necesario mostrar esta parte de la vida. Si bien la vida es muy bonita y no lo niego, ya que he sido feliz la mayor parte del tiempo, también existen estos matices que nos da la existencia para vivirlos y llorar”, cuenta Turqueza.
La evolución como artista también se refleja en su cambio de vida. De una existencia muy diferente hace muchos años, ha pasado por una deconstrucción personal y ahora encuentra congruencia entre su arte y su ser.
La conexión con la espiritualidad y la autenticidad en su trabajo son aspectos cruciales para ella. Montserrat incorpora elementos de la naturaleza y la influencia de las tradiciones indígenas en sus creaciones.
Para ella, esta combinación es natural y arraigada en su experiencia diaria, especialmente en la relación con los textiles, que son parte integral de su herencia familiar.
“Hace muchos años llevaba una vida muy diferente a lo que vivo ahora. Creo que me hacía falta deconstruirme, comenzar a cuestionarme muchas cosas. Siempre trato de representar lo que llevo dentro. No puedo tener más caras con mi trabajo, y para mí ha sido muy lógico que haya una balanza entre tu arte, el trabajo y lo que eres. Para mí, es importante tener esta congruencia.
“De igual forma, los elementos textiles indígenas los cuestiono, más por la cuestión actual del extractivismo y de muchas cosas que los rodean, pero los disfruto bastante. Me gusta, porque lo veo como un intercambio de saberes”, detalla.
Desafíos y triunfos
Montserrat Turqueza, ilustradora y madre de dos niñas, tomó la decisión de convertir su pasión por el dibujo en su trabajo hace aproximadamente tres años. Para ella, dibujar es algo innato en la infancia de todas y todos, y la práctica diaria es la clave para desarrollar esta habilidad.
A pesar de algunos comentarios desalentadores sobre dedicarse al arte, Montserrat encontró en esta decisión una fuente de felicidad tanto para ella como para sus hijas, quienes se sienten inspiradas al verla seguir su sueño.
“La decisión no fue complicada, porque yo sabía que era algo que me gustaba. Antes tuve muchos trabajos, tengo dos niñas, hago mi trabajo normal, mi comida, pero escuché comentarios, que nunca van a faltar, de que mejor hiciera el quehacer y cosas así. La verdad es que no me ofende, porque soy feliz”, agrega.
Trabajar como ilustradora no solo la hace feliz, sino que también brinda un ejemplo positivo a sus hijas, mostrándoles que es posible vivir del arte.
Sin embargo, diseñar para otras personas puede resultar agotador para la artista oaxaqueña, ya que la ilustración implica manejar muchas emociones de manera implícita, y el resultado no siempre es inmediato.
“Me sobrepasa muchas veces, porque en la ilustración y el arte manejas muchas emociones, tienen que ir implícitas. Aprendí a tomarme descansos después de un gran proyecto. Me niego y me disculpo, pero no recibo trabajos en ese tiempo de descanso y dibujo solo para mí. Es como regresar otra vez a tierra, estar bien conmigo.
“Es sanador, porque a nivel mental, padezco de algunas situaciones que no las uso como bandera, no me gusta hablar de ellas, pero sí están, y eso me ayuda a mantenerme equilibrada”, añade.
El apoyo de su esposo, también ilustrador, es fundamental en el camino de Montserrat. Juntos forman un equipo sólido, trabajando juntos para cumplir sus sueños y hacer felices a sus hijas.
“Mi esposo y yo somos un equipo. Hemos hecho una cadenita increíble para formar el sueño más grande: tener a nuestras hijas, pero también un proyecto que nos haga felices. Siempre dice que se sacrifica para que yo siga adelante”, aclara.
A pesar de algunos desafíos de salud mental que enfrenta, Montserrat aborda estas situaciones con calma y ha hecho un pacto consigo misma para aceptarlas y mantener la tranquilidad. Además, su amor por escribir se convierte en una herramienta terapéutica, donde vuelca sus pensamientos y emociones, contribuyendo a la construcción de sus ilustraciones.
“Para mí, el mayor pago que me puedo llevar de esto es ver a mis hijas felices y que las infancias también se inspiren del arte. Eso me hace sentir muy completa”, puntualiza.