Miseria: las voces silenciadas en la violencia de género
Miseria, novela de la escritora Dolores Reyes, se erige como un testimonio literario que enfrenta el dolor, la violencia de género y la búsqueda de justicia de las mujeres desaparecidas en la sociedad. La autora aborda la violencia obstétrica, los feminicidios y la necesidad de recuperar saberes ancestrales relacionados con lo femenino
Karina CoronaDolores Reyes lleva tatuadas en ambos antebrazos las portadas de sus libros Cometierra y su obra más reciente, Miseria (Alfaguara, 2023). Son un recordatorio de sus primeras novelas que surgen como torrentes que arrastran consigo los secretos más oscuros de la sociedad. Este grito que encara de frente el dolor, la violencia y la búsqueda de justicia por todas las mujeres que han sido violentadas.
La escritora argentina llegó a México para promocionar Miseria; la charla, realizada en un hotel de la alcaldía Álvaro Obregón, sirvió como pretexto para hablar sobre sus anécdotas en la Ciudad de México. En ese entonces, llevaba tan sólo tres días, pero ya con varios reclamos sobre la inseguridad que experimentó en el metro.
También de una realidad que duele en toda Latinoamérica: las miles de desapariciones de mujeres y de los feminicidios que ocurren a diario, y que también aborda en su novela.
“¿Qué hacemos con el dolor de las mujeres que nos faltan? ¿Nos paralizamos o hacemos algo activo? Siento un dolor insoportable con cada chica que falta, una angustia, un montón de sentimientos negativos que trato de que no me paralicen, ahí me pongo a escribir”, cuenta Reyes a Reporte Índigo.
Miseria es un personaje que surge hacia el desenlace de Cometierra, ahora se convierte en una figura coprotagonista en una secuela que explora las peripecias de la vidente. Su don radica en la capacidad de localizar a las mujeres que han sido sepultadas por sus perpetradores.
Reyes lanza esta segunda parte porque considera que había interrogantes que debía profundizar. Una de las preocupaciones centrales es la violencia obstétrica, una forma de agresión que ha sido normalizada y silenciada durante generaciones.
“Trabajo las violencias hacia las mujeres con dos protagonistas jóvenes de zonas precarizadas. Una está embarazada, tiene 16 años. Y está el tema de la violencia obstétrica, algo que hemos atravesado desde la época de nuestras abuelas y que está muy silenciado.
“Siento que el parto es algo que está tan estereotipado y narrado desde un lugar horrible. La mujer llega transpirada, gritando. No sabe qué hacer, llora, de repente, todo se llena de sangre y aparece un bebé envuelto en sábanas, esa representación tan chabacana la vi un millón de veces y me llamaba la atención que no hubiese una disputa por narrarlo”, cuenta.
El papel del Estado
El tema de los feminicidios atraviesa las páginas de las obras de Dolores Reyes. En Argentina, en México y en muchas partes del mundo, la violencia contra las mujeres persiste de manera alarmante. La autora resalta el alto porcentaje de asesinatos perpetrados por las fuerzas de seguridad y la pérdida de evidencias en casos de violación.
Por ello, esta narración surge como un hartazgo de ver cómo se narraba desde afuera y con prejuicios de clase o de género. También al preguntarse sobre qué pasa con los hijos de los feminicidios.
“Esta es una muestra de lo que la literatura puede hacer por casos tan terribles como los homicidios. Crecí viendo los homicidios cuando ni siquiera teníamos un nombre para contar esto que nos estaba pasando, para identificarlo como algo sistémico en Argentina”, detalla.
En su país natal, explica, hay un porcentaje altísimo de feminicidios que no son investigados, pues el Estado, que “son de las fuerzas de seguridad”, pierden las muestras o que existan las evidencias sobre un caso de violación.
“Siempre hay un policía implicado y ¡oh, casualidad! Esa muestra se pierde de camino al laboratorio. Es lo mismo que las madres tienen que soportar cuando van a hacer una denuncia, el desprecio y hasta una cuestión racista y sexista. Te dicen ‘se habrá ido con su novio’. Cuando sabemos que esas primeras horas son centrales para encontrar a una chica con vida, rescatarla.
“Hay un desprecio por la vida de las mujeres que hace que vayan a consultar a una vidente. Porque las fuerzas de seguridad y los organismos que deberían velar por la vida de las mujeres no lo hacen”, comenta la escritora.
Rescate de los saberes ancestrales
Dolores Reyes también explora la importancia de reconectar con saberes ancestrales relacionados con lo femenino. La tierra se convierte en un símbolo poderoso de conocimiento y poder, vinculado a los ciclos de la naturaleza y a la vida misma.
La autora lamenta cómo se ha despojado a las mujeres de su sabiduría y se ha relegado el parto a un acto medicalizado, perdiendo la conexión con el cuerpo y la experiencia de las mujeres.
“La tierra nos recibe cuando la vida biológica ya no está. O, por ejemplo, la partería, siento que es un saber que nos han arrebatado, porque terminamos pariendo violentadísimas, sin opinar: ‘empujá, cállate y abre las piernas’. Cuando eso era un saber transmitido de mujer a mujer, era más contemplativo con el cuerpo de la mamá y del niño.
“En Grecia, y en sociedades antiguas, se enterraban a las mujeres con nombre y con honores cuando morían de parto, igual que se enterraban los guerreros cuando morían en el campo de batalla, a ese nivel de honorabilidad”, narra Reyes.
La obra de Dolores Reyes arroja luz sobre las realidades complejas de las mujeres que enfrentan la violencia de género. No se contenta con estereotipos, sino que presenta personajes multidimensionales, incluso mujeres violentas, desafiando la narrativa convencional. En un mundo donde la violencia contra las mujeres persiste, su literatura es una llamada a la acción, un recordatorio de que la lucha debe continuar.
“Incluso de los hombres, es muy fácil hacer un hombre villano, un monstruo violador, asocial, me gustan las realidades y personajes complejos”, concluye la escritora.
Una lucha en pausa
La escritora considera que en materia de derechos de género existía un avance, incluso, político, pues las mujeres salieron a conquistar las calles y los espacios visibles; sin embargo con la pandemia hubo un repunte.
“Es difícil de asimilar, a mí me da terror, parálisis, de no querer salir, incluso con mis hijas ponerme súper paranoica. Hablar de feminicidios en la literatura me parece que es la consecuencia de décadas de silenciamiento.
“De alguna forma, una empieza a hablar y habilita a que otras empiecen a contar, incluso de las que no escriben. Cristina Rivera Garza lo cuenta muy bien en El invencible verano de Liliana, eso de estar paralizado como de vergüenza y pensar, bueno, fallamos nosotros cuidándola, y en ese momento no darte cuenta de que hay un sistema feminicida, que hay una cadena de violencias sistémicas que termina en un feminicidio”, sostiene Reyes.