“Mi meta es sobrevivir a la pandemia”; Pilar Quintana
Pilar Quintana ganó el Premio Alfaguara 2021 por Los abismos, libro que describe a una familia tradicional en Colombia y que recuerda a la sociedad latinoamericana del siglo XX. La autora comenta que estos estereotipos ya han cambiado, pero falta mucho por hacer para erradicar el machismo y la misoginia
Hidalgo NeiraPilar Quintana ganó el Premio Alfaguara 2021 por Los abismos.
En la calurosa ciudad de Cali, en Colombia, Claudia recuerda su infancia con añoranza, pese a que normalizó los comportamientos y costumbres de sus padres, los cuales marcaban y dictaban a una sociedad que ahora se siente cuadrada ante la modernidad.
Los padres de Claudia llevan 20 años de casados. Su madre, con el mismo nombre que ella, abandonó sus sueños de estudiar Derecho y fue relegada a ser ama de casa; mientras que su padre, Jorge, se dedica a atender un supermercado que es el negocio familiar.
La señora de la casa se distrae coleccionando una inmensa cantidad de plantas en el departamento en el que viven, Claudia le llama “La Selva” y todo parece indicar que esta afición es un gusto inconsciente, por querer mantener vivas relaciones inexistentes.
Bajo esta premisa es que inicia Los abismos, escrito ganador del Premio Alfaguara 2021, y que le fue otorgado a Pilar Quintana, escritora colombiana que apenas lleva publicadas cinco novelas.
Desde Bogotá, Colombia, la recién galardonada conversa con Reporte Índigo y al cuestionársele si considera que Los abismos pertenece al género costumbrista, se muestra dubitativa y prefiere deslindarse de ponerle una etiqueta, aunque entiende que podría caber en este universo, ya que describe una atmósfera, ciudad y relaciones sociales, que marcaron un momento preciso.
La escritora admite que sí es necesario cuestionar las actitudes de sus personajes hacia el tiempo moderno y la realidad, ya que actualmente sigue sucediendo que los matrimonios prefieren guardar las apariencias, dar el reflejo de una “familia feliz”, cuando dentro de casa la relación es tóxica e insostenible, este costumbrismo debe terminar, describe Quintana.
Además, observa el doble discurso que sucede socialmente; por un lado la imagen que se da ante las redes virtuales y otra muy distinta es la que ocurre en la intimidad, con la interacción personal. Estas dos conversaciones son desiguales y contraponen una mejor comunicación entre personas.
“Sigue habiendo las mismas brechas, en un lugar promedio de clase media alta o baja, pues ¿qué repercusión tiene el discurso de redes? No mucha, pero por lo menos ahora hemos puestas las cartas sobre la mesa y eso en algún momento supongo que sí puede ir modificando la realidad”, agrega.
Los abismos le tomó cuatro años finalizarlo a Quintana, por lo que considera que es su libro más personal, aunque menciona que el personaje de Claudia no está basado en ella y tampoco fue la infancia que vive el personaje la que a ella le tocó vivir, solo cedió guiños de su crecimiento en Cali, sin imponer su vida en la ficción.
El agresor está en casa para Pilar Quintana
Después de que Latinoamérica viviera un momento álgido por el movimiento feminista en 2020, pareciera que por la pandemia este pensamiento ideológico se trasladó al Internet. Pilar Quintana confiesa que ella desde su trinchera se enfocó en una sola cosa: sobrevivir.
“Recuerdo el año pasado que decía ‘mi meta este año es sobrevivir a la pandemia’, no ser buena escritora, no ser buena madre, no ser buena esposa, no ser la mejor yo, sobrevivir, y si sobrevivimos la pandemia triunfamos”, narra la autora.
Ahora que la pandemia parece estabilizarse es que la escritora cuestiona toda la violencia de género que ha dejado el encierro y cómo es que claramente se notó que en toda América Latina este fenómeno fue un detonante en los violadores, acosadores y demás hombres que perpetúan comportamientos ilícitos contra las mujeres.
“Eso es la tragedia más grande para mí de las mujeres, y es que el lugar más inseguro para una no es la calle, sino la casa. Crecemos con nuestras madres, tías, profesoras en el colegio diciéndonos que tengamos cuidado de los parques de noche y de las calles oscuras, porque ahí están los violadores, puede que sí, pero la realidad en nuestras estadísticas es que la mayoría de los agresores están en sus casas”, subraya.