Ya basta. ¿Qué se tiene que hacer en un país como México para que ejercer una profesión –y pasión– como el periodismo no sea una sentencia de muerte?
¿Qué solución hay para que la libertad de expresión no sea una quimera y los reportajes no se firmen con sangre?
Es muy común leer titulares que señalan que hubo “otra víctima más”, “otro periodista asesinado”, “otra mujer víctima”, “un feminicidio más”, “otro menor fallecido”. Y los encabezados abundan.
Esta semana asesinaron al periodista Javier Valdez Cárdenas en Sinaloa (quien fuera corresponsal de La Jornada), y a Jonathan Rodríguez, hijo de Sonia Córdova, directora comercial del semanario El Costeño. Aunque Sonia sobrevivió al atentado sucedido en Autlán, Jalisco, está delicada de salud.
El fallecimiento de Javier Valdez Cárdenas fue el segundo homicidio contra un corresponsal de La Jornada en lo que va de 2017, en marzo fue ejecutada Miroslava Breach en Chihuahua. Y es el sexto periodista asesinado este año.
Como dice Tania Reneaum, directora en México de Amnistía Internacional, “ningún periodista, sin importar el alcance de su medio, está a salvo”. Es un hecho. “Ser periodista en México parece más una sentencia de muerte que una profesión”, citando a Reneaum.
El deceso de Javier Valdez –y de todos los demás– despertó ira, coraje, enojo, tristeza e impotencia y así lo reflejaron protestas en la Ciudad de México, en las que se destacaron lemas como “En México nos están matando”, “No al silencio” y “Ni uno más”.
Y es que, por inútiles que parezcan, las protestas y la indignación logran lo que las víctimas de la sangre y la censura no han podido: dar a conocer la verdad. Si bien la acción requiere más que hashtags, cuando la sociedad sabe la verdad alza la voz y llega el cambio. Llega la paz y muere la impunidad.
En lugar de limitarse a publicar las fotografías crudas, los medios se solidarizaron con la indignación hacia hechos como el homicidio de Javier Valdez y en lugar de publicar su información, lanzaron listones de luto acompañados por emblemas como #UnDíaSinPeriodismo. Algo similar a “Un día sin migrantes”.
Personalidades del periodismo a nivel nacional, figuras públicas, ciudadanos, todos se unieron en este #DíaSinPeriodismo.
Ejemplo de ello fueron medios y portales que entraron “en paro”, tales como Vice, la revista Nexos, Sopitas.com, Zona Franca, El Siglo de Durango, Horizontal, Cultura Colectiva News, El Popular de Puebla, Contraseña, Kaja Negra, Tercera Vía, entre otros.
Tener campañas y movimientos en línea es sólo un reflejo de lo que se podría dar en las calles y de ellas puede nacer una alternativa que detenga la masacre contra la verdad y contra los inocentes cuyos nombres se suman a las listas de víctimas del narcotráfico, la corrupción, la violencia y la impunidad en México.
De acuerdo a Reporteros Sin Fronteras y Artículo 19, 105 periodistas han sido asesinados en México desde el año 2000. Y en 2016, este país ocupó el tercer lugar mundial con el número más elevado de muertes de comunicadores, después de Siria y Afganistán.
El cambio también va más allá de eliminar la impunidad y hacerle frente a las autoridades. El cambio también está en que la ciudadanía dimensione la magnitud del problema. Los periodistas tienen familiares y la verdad llega a la pantalla de los celulares de cualquiera gracias al valor y al arduo trabajo de reporteros.
Y nadie hace nada
Lo peor del caso es que México invierte muy poco en la protección de los informadores. A pesar de que este año se asignaran recursos al Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, los reporteros siguen a la merced de la censura y al borde de la muerte.
“Actualmente se utilizan remanentes de años anteriores”, señaló el mes pasado la Comisión de Nacional Derechos Humanos (CNDH).
¿Cuál será la consecuencia? Que para finales de este año, “se terminen los recursos y exista imposibilidad de continuar financiando las medidas de protección”, subrayó la CNDH.
No sólo eso, a la Fiscalía Especial para Atender los Delitos contra la Libertad de Expresión, creada en 2010, se le ha ido recortando el presupuesto. En 2013 era de 38 millones de pesos y este año sólo se le asignaron 18.4 millones de pesos.
“Es una situación bastante lamentable”, declaró Balbina Flores, corresponsal en México de la organización Artículo 19. “Las autoridades tienen que poner una voluntad que se exprese en hechos concretos”.
Ana Cristina Ruelas, directora de la mencionada ONG, indicó que “si no tiene presupuesto la fiscalía, si no tiene presupuesto el mecanismo, es porque para el Estado (el asesinato de periodistas) no es un problema público y ahora tiene que serlo”.
Si la acción se queda en los hashtags cada vez que matan a un periodista, que se golpea o asesina a una mujer en el Estado de México (en donde aumentaron 33 por ciento los feminicidios a pesar de que se activó la Alerta de Violencia de Género, AVG) y que un niño migrante muere porque queda en tierra de nadie, la impunidad se seguirá alimentando.
Si la ciudadanía no exige que se destine el presupuesto adecuado para la protección de periodistas, si una mujer agredida no denuncia, si los medios censuran y si las autoridades se “duermen”, los periodistas, las mujeres, los estudiantes y los niños… seguirán siendo grupos vulnerables por dar a conocer la verdad, por haber nacido hombre, por los altos índices de violencia, corrupción e impunidad que hay en México y, claro, por las crisis migratorias como las que se han vivido en los últimos años en la frontera con Estados Unidos.
Por eso, vale la pena repetir lo siguiente: ¡Ya basta!
Y de mujeres ni se diga
No sólo los periodistas en México son víctima de crímenes impunes, violencia y asesinatos a la orden del día. Las mujeres también son un blanco.
En el país, hubo siete feminicidios entre 2013 y 2015, y se han contabilizado 40 mil muertas hasta 2014. Además, en cuatro años ha aumentado la desaparición de mujeres 974 por ciento.