“Mexi”, la obra de teatro que se inspira en las obras de Diego Rivera para hablar de lo mexicano
Rodrigo Montero lleva a esta escena esta pieza que personifica la complejidad moderna del país. Desde su diversidad de personajes, como el taquero, hasta la figura de los políticos
Karina CoronaAl reflexionar sobre México, se pueden evocar una serie de adjetivos; sin embargo, Rodrigo Montero, director de la pieza teatral Mexi, se propuso resaltar la belleza inherente del país. Para lograrlo, encontró inspiración en los murales de Diego Rivera, cuyas obras, desde su perspectiva, capturan la historia y la cultura mexicana, así de celebrar su riqueza y diversidad.
El montaje, que se presenta los miércoles de julio y agosto en el Círculo Teatral, ofrece un mural teatral sobre la mexicanidad, capturando sus contrastes en toda su plenitud.
“Diego Rivera es una referencia que tenemos nosotros a nivel grupal y que se podrá ver en escena a través de sus personajes, como un taquero, el comensal, ‘el viene-viene’, la figura política o el organillero. Para ello, los cuatro actores y actrices interpretan entre 10 a 15 personajes, lo que nos daría un total, mínimo, de 40 personajes, en ninguno hay un referente político ni social que sea muy evidente.
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“Desde la dramaturgia está muy cuidado para que no se aluda a ningún referente que pueda contaminar la mexicanidad”, resalta el también dramaturgo de la pieza, Rodrigo Montero a Reporte Índigo.
Mexi es una farsa poética que exagera tanto los horrores como la belleza de la modernidad mexicana, emulando la complejidad y la profundidad de los murales de Rivera. Tal como Rivera pintó Sueño de una tarde dominical en la Alameda, el elenco de la pieza personifica la pesadilla y el placer del México moderno, creando un mural teatral que vive en la escena en lugar de en la pintura.
En un juicio tan irreal como posible, Mexi es hallado culpable por el hecho de ser mexicano. En su alegato hará un recorrido por la mexicanidad sólo para darse cuenta de que defenderse en este país es un trance interminable.
Es acusado de no quejarse lo suficiente, de no saber mentar la madre y, finalmente, de conspirar para entregarle, en medio de tanta desilusión, una última esperanza al público.
“Mi objetivo, desde el punto de vista actoral, es demostrar que somos un país bello, antes que violento. Me gustaría que la gente sienta que los apapachos son parte de nuestra idiosincrasia y que parte de este apapacho es entregar amor sin esperar, amor de vuelta.
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“Sí exponemos todo el dolor que hay, o una parte de él, pero tratando de reivindicar la idea de que somos un país bello, porque, de lo contrario, si solamente pensáramos en el horror, me parece caeríamos en la monstruosidad y si pensábamos en la esperanza, estamos pensando en lo humano”, aclara el director.
Aunque la pieza profundice en temas complejos como la moral o la justicia, Rodrigo Montero apuesta por profundizar en lo que nos hace ser humanos, al sentir, no dejarse caer y seguir en pie de lucha. Todo esta narrativa se retroalimenta con géneros como la comedia y la farsa.
“La esperanza y la humanidad son invaluables, cada uno de nosotros debemos conservar este sentimiento. Esperamos que con la obra, sin importar su inclinación en un sentido político-social, sigamos de pie, y podamos hacer una revolución de esperanza, de amor a la mexicana, sin olvidarnos de que también estamos involucrados o inmersos en un momento de dolor profundo”, precisa.
Una crítica del mexicano/mexicana
Montero, inspirado por la presencia del arte en el imaginario artístico de México, se propuso la tarea de aplicar las herramientas y la estética del muralismo al teatro.
Según sus palabras, la idea de “ver colores, situaciones, frases y sonidos” en un mural teatral representa un propósito que propone capturar la atención visual y emocional del espectador, además de transmitir un mensaje profundo sobre la diversidad y complejidad de la identidad mexicana.
“¿Qué pasaría si las herramientas que hay dentro del muralismo las aplicáramos al mundo del teatro? Me parecía que era un propósito gigantesco, porque creo que lo que también queremos es que la gente pueda ver dentro de nuestro mural las cosas que nos pueden causar, como la belleza.
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“En la obra, digamos, hay una especie de viaje del héroe, pero a la mexicana y en este viaje hay humor, algo de chascarrillos, reflexiones sobre ‘la mentada’, cosas que también tienen que ver también con el mundo burocrático tan particular que puede haber en México o en América Latina”, explica.
Montero enfatiza que la obra aborda otros temas universales como el dolor, la comida y el ingenio, elementos que, según él, son difíciles de negar para cualquier mexicano, sin importar su ubicación geográfica o contexto social.
“Mexi” es un personaje homónimo, interpretado por dos actores y dos actrices, que encarnan diferentes facetas y perspectivas de la identidad mexicana. Este enfoque sirve para celebrar tanto la diversidad dentro de la mexicanidad, como desafíar las percepciones preconcebidas sobre lo que significa ser mexicano.
La obra profundiza en las complejidades de la identidad nacional, combinando poesía y farsa para exponer críticamente las tensiones sociales y culturales.
“Cualquier nacionalidad me parece conflictiva, porque está compuesta de tantos elementos y de individuos, pero lo lindo está en ver qué nos une y aquí lo que nosotros encontramos en la pieza, es que nos une el dolor.
“Nos duele que haya tantas situaciones adversas en nuestro país provocadas por la violencia, pero también destaco cuatro características: el humor, el ingenio, la comida y la belleza. Como el Día de Muertos, una fecha muy representativa, pues no es lo mismo que tengamos un día de muertos, a que todos nuestros días sean días de muerte, estas son las paradojas a las que nos puede exponer”, concluye.