“Mercan”: La obra de teatro de Fernando Bonilla que no busca complacerte, sino incomodarte

La trama te sumerge en la intrincada relación entre arte y violencia, explorando las contradicciones del quehacer artístico. Su creador cuenta más sobre el proyecto
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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Fernando Bonilla se propuso crear una obra de teatro que fuera más que simplemente un objeto artístico; aspiraba a gestar una pieza que resultara polémica, incómoda y capaz de cuestionar los cimientos mismos de la percepción artística.

Su impulso por desafiar las convenciones y abordar temas incómodos se reflejó en Mercan, pieza que se estrenó el año pasado, durante el Festival Internacional Cervantino. La inspiración la halló en la interpretación del personaje Rigoberto Duplás en la película Perdidos en la Noche, de Amat Escalante. En esta cinta, Bonilla se sumergió en la piel de este personaje, marcando así un punto de partida para gestar su obra, la cual llega al Foro La Gruta en el Centro Cultural Helénico.

“La experiencia en el Cervantino fue muy vertiginosa, no teníamos claro qué iba a suceder, pero me quedé con una sensación muy contundente de éxito; bueno, el éxito siempre es muy relativo en la vida y en el teatro, siendo muy pragmáticos, es que el público reaccione como uno espera y en ese sentido la obra funcionó”, cuenta Bonilla en entrevista con Reporte Índigo.

Mercan se presenta como una propuesta decididamente no complaciente, desafiando la noción de ofrecer una experiencia de disfrute y comprensión.

“Esta obra me ha llevado a comprender y cuestionar muchos ángulos de mi profesión”
Fernando BonillaActor y director

En lugar de adoptar una postura única y definida, la pieza se anuncia confusa, planteando una serie de posturas diversas que colisionan en el escenario y de hurgar en provocar la discusión sobre la cancelación y los límites del arte.

“Si la obra gusta, o no, da un poco igual, porque el objetivo es poner el dedo en una herida muy profunda. Es una investigación que nos ha llevado a aventarnos un clavado de cabeza en un socavón, que como sociedad y artistas normalmente tratamos de esquivar.

“El tema de la cultura de la cancelación y hasta qué grado permitimos, o no, las violencias en los procesos creativos son conceptos que a mí me llevan a dilemas ante los cuales yo no sé bien dónde pararme”, destaca el actor y director.

Las violencias en el teatro

Después de un prolongado alejamiento de la vida pública, el artista conceptual Rigoberto Duplás emerge para confrontar a sus detractores en Mercan. Su obra, destinada a explorar los límites del arte y denunciar la violencia sexual en la industria del cine y la televisión, desata críticas y rechazo.  Duplás es acusado de lucrar con el dolor de las mujeres y de revictimizar a su esposa, la actriz Carmen Aldama.

Esta experiencia escénica, dirigida por Fernando Bonilla y protagonizada por Sophie Alexander-Katz, Cristian Magaloni y el propio Bonilla, se desarrollará hasta el 25 de febrero.

Al profundizar sobre su experiencia en la creación de la pieza, Bonilla revela que su proceso como actor le ha conducido a un constante descubrimiento de aspectos ocultos de su propia psique y personalidad.

“Es algo que sigo tratando en terapia, porque el trabajo del actor siempre le abre la puerta a que los personajes te desnuden aspectos que tú mismo desconocías, sí me obsesioné con él, porque los personajes malos siempre son divertidos.

“He hecho a asesinos y secuestradores, pero no por eso ando matando y secuestrando gente. Algo pasó con este personaje, supongo que tiene que ver con las contradicciones que implican hacer arte en un contexto como el nuestro, en un mundo tan desigual y donde, aparentemente, nada tiene sentido”, agrega.

Bonilla destaca la complejidad y la transformación del arte contemporáneo al ser enmarcado en el mercado, la competitividad y las redes sociales, donde la fama agrega un valor que, según él, inevitablemente pervierte la esencia del arte.

El director plantea una discusión crucial sobre cómo abordar a aquellos que han sido señalados o cancelados en la industria artística. Cuestiona la complejidad de separar la obra del artista, especialmente cuando la obra sigue generando ingresos.

“¿Qué hacemos con la gente que ha sido señalada y cancelada? Es más fácil separar a la obra del artista cuando han pasado siglos, son seres que obedecían a su contexto y época, pero cuando su obra sigue generando dinero, pues te ponen una posición difícil. No es lo mismo Picasso que Woody Allen, porque Woody está vivo y es parte de una industria”, opina.

En la era actual, donde el arte se enfrenta a dilemas éticos y morales, Bonilla aboga por no delimitar el arte de antemano, ya que esto podría pervertir su sentido. La obra Mercan busca explorar los límites del arte, desafiando la noción de hasta dónde el arte tiene derecho a presentar ciertos temas, incluso cuando se juega con representaciones ambiguas y provocativas.

“El arte puede ser nocivo, tenemos una tendencia boba a idealizar al arte y a la cultura como algo bueno; ahora está en boga la discusión de la tauromaquia, si es arte, o no. Creo que hay una discusión importante porque es una tradición y parte de algunas culturas, eso no quiere decir que no sea nocivo. La responsabilidad del arte en un último término siempre debe ser no dar respuestas”, concluye.

Mercan se presentará hasta el 25 de febrero, con funciones de viernes a domingo en el Foro La Gruta, ubicado en Av. Revolución 1500

¿Una percepción de género?

Bonilla sugiere que las violencias representadas en la obra pueden ser reconocidas de manera distinta por los espectadores, según su género. Afirma que mientras los varones podrían conocer estas formas de violencia de manera más distante, es probable que muchas mujeres en la audiencia las hayan experimentado directamente.

“Una de las preguntas centrales que aborda la pieza es si el arte puede separarse de su ética, ignorarla con el propósito de confrontar a la audiencia. ¿Es lícito que el arte desafíe las normas éticas establecidas para provocar a la audiencia? Es una pregunta fundamental  y creo que el arte, en su esencia, posee esa capacidad única de ser un estado de excepción, un terreno donde estas interrogantes pueden ser arrojadas al público”, aclara.

La opinión de Amat Escalante

Durante el desarrollo de la obra teatral, Fernando Bonilla comparte su experiencia al plantear la idea al director Escalante y la libertad que le concedió para abordarla.

“Cuando le propuse la idea desde el principio, Amat me dijo: ‘haz lo que quieras, simplemente no hagas nada que contradiga lo que sucede en la ficción’. Sin embargo, durante una función, una chica se enojó mucho y, en un momento en el que la pieza alienta a que la gente opine, habló en contra de lo que había visto. Cuando salimos, Amat expresó: ‘Lo único es que la chica que opina me pareció muy falsa, muy sobreactuada’. Le respondí que no la conocía; fue una espectadora, lo cual sorprendió mucho más”, cuenta.

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