“Me quedé helada”
“Romper el hielo” es más que una simple frase que asociamos con el reto de hacer de un primer encuentro social, una experiencia amena. Es un momento en el contexto social de nuestra vida donde la única comunicación presente es la no verbal.
En este sentido, la imitación como comportamiento no verbal es clave. Según una investigación científica, la imitación, que se produce de forma inconsciente, puede llegar a ocurrir durante el 30 por ciento –o más– de cualquier interacción interpersonal.
Eugenia Rodríguez“Romper el hielo” es más que una simple frase que asociamos con el reto de hacer de un primer encuentro social, una experiencia amena. Es un momento en el contexto social de nuestra vida donde la única comunicación presente es la no verbal.
En este sentido, la imitación como comportamiento no verbal es clave. Según una investigación científica, la imitación, que se produce de forma inconsciente, puede llegar a ocurrir durante el 30 por ciento –o más– de cualquier interacción interpersonal.
Y aunque estudios han demostrado que este comporta- miento puede llegar a ser un buen indicador de entendimiento mutuo y de interés por establecer un clima de confianza, existen estándares implícitos de la imitación del comportamiento en cada uno de nosotros que, de rebasarse o utilizarse de forma inadecuada, hace que reaccionemos de forma aversiva.
Según un estudio próximo a publicarse en la revista científica Psychological Science, sentimos, literalmente, escalofríos.
En el estudio, la “receptividad” de los participantes a cantidades inadecuadas de imitación del comportamiento (ya sea que faltó o se dio de más) fue puesta a prueba a partir de una serie de experimentos basados en variables como las diferencias en los estilos de interacción y las diferencias individuales (esto es, según el concepto que cada uno tiene de sí mismo).
A lo largo del primer experimento, las posturas, los gestos y los manierismos no verbales de los participantes eran imitados –o no– por un investigador en base a una interacción formal, con un estilo de comunicación profesional y sin ninguna muestra de interés en socializar.
A la par, se recurría a una interacción interpersonal informal, una conducta más amigable.
Todo esto ocurría a la vez que los participantes realizaban ciertas tareas como preámbulo para después contestar un cuestionario diseñado para conocer qué tan cálidos o fríos se sentían en ese preciso momento. Los resultados demuestran que los participantes sintieron mayores escalofríos cuando no fueron imitados por el investigador “amigable”, mientras que el patrón de respuesta correspondiente al estilo de interacción formal fue distinto: más escalofríos para aquellos cuyo comportamiento sí fue imitado por el investigador “serio”.
En el segundo experimento, la dinámica de interacción fue la misma, pero esta vez se les solicitó a los participantes (a quienes al final se les aplicó una prueba que mide cómo los individuos se perciben a sí mismos) que dieran sus estimaciones respecto a la temperatura del edificio en donde se encontraban.
Resultados que dan ‘escalofríos’ Los participantes socialmente interdependientes sintieron mayores escalofríos cuando su comportamiento no fue imitado, mientras que en el caso de los socialmente independientes esta sensación “friolenta”, se sentía con mayor fuerza cuando se les imitaba. Para los investigadores, esto da cuenta de que la gente “literalmente se siente más ‘friolenta’ en respuesta a cantidades inadecuadas de imitación del comportamiento…”.
Es decir, cuando en alguna interacción interpersonal se violan los estándares de imitación que hemos establecido de forma implícita, comenzamos a sospechar de las verdaderas intenciones del otro.
“Simplemente hay algo sobre la otra persona o situación que está ‘fuera de lugar’ y hace que sintamos ‘los escalofríos’”, dicen investigadores del estudio.
Weblinks
Conoce más del ‘altavoz’ del cuerpo: http://bit.ly/JYTlMT
Cómo funciona el lenguaje indirecto: http://bit.ly/fvvfBi