Más cerca de la inmortalidad

¿Es posible la inmortalidad a través de la tecnología? Todavía no, sin embargo, el transhumanismo es el siguiente paso rumbo para alcanzarla. Se trata de adaptar el cuerpo a nueva tecnología para ser más fuertes, más poderosos y más eficientes. Y en esta revolución digital la medicina ya podría controlar enfermedades como el cáncer en los próximos 15 años.

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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2030
año en que se podría controlar el cáncer, de acuerdo al doctor Laurent Alexander
La ciencia y la medicina no solo están logrando curarnos, sino que irán teniendo un aumento gradual en nuestras funciones cotidianas
Se podría dar una revolución en la manera de proveer servicios de salud, pues cada día habrá menos intermediarios entre el médico y el paciente

¿Es posible la inmortalidad a través de la tecnología? Todavía no, sin embargo, el transhumanismo es el siguiente paso rumbo para alcanzarla. Se trata de adaptar el cuerpo a nueva tecnología para ser más fuertes, más poderosos y más eficientes. Y en esta revolución digital la medicina ya podría controlar enfermedades como el cáncer en los próximos 15 años.

No tarda el día en que sea necesario incluir un módulo de “Big Data” en la formación de los estudiantes de medicina, pues el desarrollo de nuevas tecnologías y la rápida evolución de las herramientas digitales, trastoca esta disciplina y, sobre todo, nuestro sistema de salud, debido a la importante ruptura que se hace respecto a las técnicas médicas tradicionales. 

Con esto llegará una revolución en la manera de proveer servicios de salud, pues cada día habrá menos intermediarios entre el médico y el paciente, ya que a nivel global la preocupación por la prevención ya alcanzó niveles sin precedentes y la presencia del médico tradicional tiene menos lugar en beneficio de las nuevas herramientas informáticas. 

Estos cambios –ya irreversibles–, más que tratarse de una simple revolución o de la ruptura de una tradición, promueven el surgimiento de una nueva práctica con los más poderosos recursos informáticos, yendo de la genética, a la robótica quirúrgica, pasando por la telemedicina. Con una nueva comunidad de pacientes y de la mano de las computadoras y teléfonos inteligente –ahora los nuevos médicos desencarnados–, esta situación preocupa a unos, mientras que su eficacia es un triunfo para otros.

Una medicina sin médico

El mercado de la medicina es inmenso, no solo en términos económicos, también en la abundancia de información. La explosión de la burbuja informática en materia de genética, por ejemplo, sobrepasa toda capacidad humana. 

Forzosamente existe una mediación por parte de las máquinas, por los algoritmos y por la inteligencia artificial, ya que lo que llevaría siglos de analizar con la mano y el cerebro humano, ya lo hacen las máquinas en menos tiempo. Así, asistimos a la marginalización del rol del médico, que será sustituido progresivamente por estos algoritmos y máquinas cada vez más sofisticadas y precisas. 

“El médico del año 2030 tendrá la función de una enfermera de hoy. Porque él mismo estará sujeto a la inteligencia artificial”, afirma Laurent Alexander, presidente de la empresa belga DNAVision, empresa líder en Europa en el campo de la secuenciación del ADN y fundador del sitio Doctissimo, quien a propósito de los peligros exponenciales de la innovación, señaló en su intervención durante la Cumbre Económica Grand Sur en Bordeaux, que “el tsunami tecnológico al que asistimos demanda una respuesta económica, moral y ética urgente. Y nada, ni nadie está listo. Es un shock tanto tecnológico como psicológico”, marcado por el desarrollo de tecnología irreversible creada por Google, Amazon, Facebook y Apple, en los campos de la nanotecnología, la biotecnología y la informática.

Esto sin duda genera un shock en el campo de la medicina, propio de una situación que no se veía venir. De la misma manera que taxistas o conductores de autobús no podrían haber prevenido la creación de automóviles que se conducen solos. Si Uber revolucionó la manera en que nos transportamos, Google car, es una mala noticia para Uber. 

Internet al servicio de la enfermedad

De acuerdo con el Dr. Alexander Laurent, la derrota del cáncer tiene una fecha: 2030. ¿Quiere decir esto una “cura”? No precisamente, pero esto significa que estará bajo control como el SIDA lo está al día de hoy. 

“El cáncer será una enfermedad crónica. Como el SIDA, que es una enfermedad que conlleva tratamientos pesados, pero uno ya no muere de eso. Pues bien, el cáncer se convertirá en una enfermedad de la misma naturaleza”.

Se ha marcado la fecha del 2030, porque hasta entonces será que el análisis genético de los tumores y los nuevos tipos de terapias funcionarán en su totalidad. Tendremos tratamientos basados en las características genéticas de los tumores de cada persona, y habrá un sistema de detección temprana, gracias a la secuenciación de la sangre de cada individuo para detectar la presencia de un tumor, incluso años antes de que sea visible en el escáner. Incluso desde antes de nacer. 

En este sentido, los vencedores del cáncer serán prácticamente los informáticos, en lugar de los médicos, “pues será la nanotecnología y la potencia informática la que permita reducir el cáncer de manera significativa en los próximos quince años”, señala Laurent. 

Para analizar un tumor se deben tener 20 mil millones de datos en información para precisar las características genéticas de dicho tumor. Lo que llevaría siglos determinar con la capacidad humana, a la tecnología le llevará cuestión de horas, e incluso se tratará a todos los cánceres con una terapia personalizada a cada individuo. “Para comprender al enemigo, debemos conocer sus debilidades, sus características. La ‘Big Data’ será la principal arma contra el cáncer de aquí a 15 años”.

En efecto, los médicos podrían llegar a desaparecer gradualmente en la media en que las computadoras ocupen un espacio más activo e importante en el seno del sistema de salud, pues este gran volumen de datos no puede ser procesado por un cerebro humano. Necesitamos computadoras con sistemas expertos en algoritmos. La manera en que la medicina tradicional puede sobrevivir al futuro, es que los médicos se especialicen en estas técnicas informáticas que no se entienden en la actualidad. 

“Las mutaciones de cáncer, suceden todo el tiempo. Es esta complejidad biológica del cáncer que ocasiona que haya una permanente resistencia. Es por eso que resulta extremadamente complicado no combatirlo con equipos que sean de gran alcance, y que solo puede lograrse con ramas de la ciencia como la nanotecnología”, agrega Laurent.

Un poco de historia…

Aunque la e-medicine (o tecnomedicina) nos resulta una consecuencia lógica e inevitable de la vida de las personas del siglo 21, la encarnación de ésta tiene un principio muy remoto: la invención del estetoscopio por René Laennec en 1816. 

Este gesto marcó un hito dentro de la historia de la tecnología médica, ya que resultó ser uno de los primeros ejemplos en que se dio una ruptura entre el médico y el cuerpo de un paciente en beneficio de un instrumento externo que sirvió de intermediario entre ambos. 

Y todo esto como resultado de que el Dr. Laennec sentía un extremo pudor al acercar su oído al pecho de los pacientes –además de la dificultad para percibir ruidos en aquellos que tenían sobrepeso–, y por ello creó un cilindro de 30 cm de largo para escuchar mejor los sonidos del corazón y los pulmones. 

Esta mediación simple, que optimizó el resultado del diagnóstico al alejarse del cuerpo enfermo, encuentra hoy en día su complemento en la informática, en la bilogía y en la creación de imágenes capaces de hacer un diagnóstico con una eficacia remarcable, incluso antes de que los síntomas se manifiesten, gracias a la suma de algoritmos y, sobre todo, al crecimiento exponencial de la inteligencia artificial.    

Con el avance de la tecnología se impone una revisión exhaustiva de la organización del sistema sanitario. Y esta revisión colosal preocupa a la medicina tradicional que ve perdido su lugar frente al triunfo de la medicina digital que cuenta con el respaldo de las herramientas numéricas. 

Esto evidencia el futuro de un nuevo orden sanitario adaptado a nuestro siglo y que reposa, a su vez, en el desarrollo de nuevos procesos alimentarios, en una latente preocupación por el medio ambiente y en el avance de la ciencia y la tecnología.

Con estos progresos, la ciencia y la medicina no solo están logrando curarnos, sino que irán teniendo un aumento gradual en nuestras funciones cotidianas. Muchos son los médicos y científicos que ya predicen la fecha en que nacerá el hombre que tenga mitad cuerpo, mitad máquina, y que hablan sobre los peligros de la inteligencia artificial, de los organismos cibernéticos, o del desarrollo de prótesis cada vez más sofisticadas que sobrepasan nuestras capacidades naturales. 

Eugenesia y transhumanismo: una lucha para detener la muerte

La ideología del transhumanismo nació en la década de 1950. En esta se consideraba legítimo utilizar todos los medios tecnológicos y científicos para mejorar las capacidades humanas – cuerpo, cerebro y ADN – y, sobre todo, hacer retroceder la muerte. En ese entonces, se trataba de ciencia ficción. 

Hoy, estamos a quince años de hacerlo concreto. 

“Estamos frente a un cambio de civilización. Ya no se habla de innovación progresiva, sino de innovación de ruptura, es decir, de innovación que no vimos venir”, afirma Laurent Alexander. Y advierte que sobre el proceso del transhumanismo, “todos los intelectuales multimillonarios de Silicon Valley invierten miles de millones de dólares en la lucha para detener la muerte”.

Actualmente, la esperanza de vida está creciendo tres meses al año. Pero la esperanza con los transhumanistas es que aumente un año, cada año, lo que de hecho nos haría inmortales. Y es que, la idea de que el primer hombre que viva mil años ya ha nacido, y es una idea de Google.

Google se apoya en esta ideología transhumanista para dominar todas las tecnologías que la sustentan: la robótica, la informática, los motores de búsqueda y la inteligencia artificial, la nanobiotecnología y la secuenciación del ADN.

Estamos frente a un monstruo que es más que una empresa de informática: Google fue la primera empresa en el mundo en comprender el poder de la revolución de las tecnologías, es decir, de la nanotecnología, la bioingeniería y la informática que son las que moldearán el siglo 21 con un solo fin en mente: detener la muerte.

Si bien esto hace de Google una gran compañía, muchos temen que si se convierte en el primero que detenga la muerte, pero también el líder mundial en el manejo y desarrollo de la inteligencia artificial, la robótica o los coches inteligentes, habrá que pensar en destruirla pronto, ya que al ejercer el poder en esos dominios, podría llegar a ser más poderosa que el propio Estado. 

“El desarrollo de la potencia digital es inmensurable. Y ésta continuará hasta alterar el ritmo de la economía y la sociedad. El poder se va a concentrar en aquellos que posean la llave de la nanotecnología, la biotecnología y la informática. Esto no será un mundo basado en la moral, pero así será: el valor se medirá en algoritmos”, dice el doctor.

Lo más preocupante es que el rumbo de esto no lo determinarán los gobiernos, ni siquiera los pueblos, sino las grandes empresas como Google, Apple, Amazon o Facebook. Por ejemplo, pocos sabían que el objetivo de Google era eliminar gradualmente la muerte de la vida humana, al querer aumentar la esperanza de vida a 20 años más, inicialmente, y después hasta 500 años.

El hombre 2.0 ya está por llegar y la realidad de los implantes en el cerebro para multiplicarnos está bien establecida. Bill Gates cree que en el 2035, “los autómatas van a reemplazar a las enfermeras. Y con eso entramos de facto a un efecto dominó en la guerra entre cerebros”. 

Es decir, la escuela del mañana se va a dedicar a administrar cerebros, y no conocimiento: la educación girará en torno a que el cerebro aprenda más rápido, pero no que aprenda más. 

Bajo la premisa de esta ideología, parece ser que los transhumanistas ya han ganado la batalla, pues todo el mundo prefiere un corazón artificial, que la muerte, o una retina artificial que ser ciego. Cambiamos de ética como cambiamos de camisa, pues, ¿quién protestó contra el corazón artificial? O ¿contra la creación de cyborgs? 

El caso Google

Viendo la gran cantidad de startups que Google ha adquirido, en tan solo dos años, ha logrado adelantarse en tres mercados clave. La lucha contra la muerte: para ello creó Calico, una subsidiaria que tiene el objetivo de aumentar la esperanza de vida, inicialmente a 20 años más a partir del año 2035, con miras a los 500 años. 

La secuenciación del ADN: a través de su filial 23andMe, con la cual ya creó proyectos como los lentes inteligentes para diabéticos que miden la glucosa en la sangre en tiempo real. 

Y la robótica: en menos de un año, Google adquirió las ocho principales empresas de robótica, incluyendo Boston Dynamics, que creó el perro robot “BigDog” para el ejército de Estados Unidos. 

Mientras, Ubers y taxistas se disputan el mercado de las calles, Google ya desarrolla el Google car, una mezcla de robótica e inteligencia artificial, que se conduce solo a cientos de kilómetros en las carreteras de California.  

Y si en el 2000 la idea de un coche robot autónomo era motivo de risa, en 10 años  esta idea se va a democratizar. Y para logarlo Google ya ha fichado a los grandes nombres de la inteligencia artificial, como Ray Kurzweil, el “papá” del transhumanismo, que acaba de ser nombrado ingeniero a cargo del motor de búsqueda.

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