Mario Lavista, eterno y amoroso viajero musical

La trayectoria artística y académica de Mario Lavista enriqueció la vida cultural y musical, no sólo de México, sino también de otras latitudes; además, influyó en la conformación contemporánea de la música de concierto, dejando así un destacado legado para la composición de América Latina
José Pablo Espíndola y Karina Corona José Pablo Espíndola y Karina Corona Publicado el
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El Palacio de Bellas Artes, el gran recinto de mármol, fue el lugar donde amigos, familiares, estudiantes y conocidos despidieron al músico y compositor Mario Lavista, quien falleció ayer a los 78 años.

Entre aplausos y las piezas compuestas por él, se reconocieron sus aportaciones a la cultura mexicana y su inmenso legado que quedará para la posteridad.

“Si la música es un recipiente de la memoria del hombre hay un regresar a ella para conocernos y conocer al mundo”, decía el compositor, quien perdió la batalla contra el cáncer.

La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero, expresó que era tan triste como poético que una de sus últimas obras haya sido un réquiem dedicado a Tlatelolco por el episodio doloroso en la historia de México ocurrido en 1968.

“No puede pensarse la música contemporánea sin la presencia de Mario Lavista, la música nacional del siglo XX estuvo impulsada por su trabajo, y no sólo me refiero a sus canciones, sino a su extensa labor editorial y pedagógica. Muchos son los que caminaron de su mano”, aseguró la funcionaria.

El paisaje sonoro del Palacio de Bellas Artes se embelleció con el sonar de las palmas de los presentes, quienes por un minuto aplaudieron la grandeza de este compositor.

Su gran amiga y alumna, la compositora Gabriela Ortiz, tomó la palabra para evocar recuerdos personales.

“Seré breve, ya que he aprendido a expresarme mejor con los sonidos que con las palabras. Nuestra responsabilidad es darle la mayor difusión posible a su música. Esa será la gran tarea que tenemos por delante”, indicó Ortiz.

El músico Sergio Vela concordó con Ortiz y ratificó lo amoroso que fue Lavista al compartir gran parte de su tiempo para enseñar todo lo que él sabía.

La parte humana de Mario fue descrita por su hija, la coreógrafa y bailarina Claudia Lavista, quien lo recordará como un padre amoroso y simpático, que de pequeña le dijo “en esta casa la cultura entra a huevo”.

Claudia está consciente de que a partir de ese momento abundarán los homenajes a su padre. Además, compartió que saldrá un libro de Ana Alonso, el cual contendrá un análisis de toda la obra de Mario, el cual él tuvo la fortuna de revisar en vida. Este material será un gran libro de acceso libre.

“Para mí lo importante ahora es trabajar en el legado de mi papá, en su archivo, sus manuscritos, en las cosas que tenía pendientes de sus discos”, platicó.

Lavista no dejó ninguna determinación sobre su archivo, por lo que amigos y familiares tendrán que definir el futuro de este legado. Por ello, crearán un consejo con especialistas y amigos muy cercanos, como Sergio Vela y Gaby Ortiz, quienes decidirán lo mejor para la música de Mario.

“Sus cenizas se quedarán en su casa, arriba de su piano, como él quería, y en la casa se hará una serie de pequeños homenajes a puerta cerrada con amigos que vendrán a tocar para él para que la casa se llene de su música”, comentó su hija, quien quisiera plantar las cenizas en un jardín y renazca en un enorme roble.

Claudia Lavista se tomará su tiempo para imaginar movimientos y crear coreografías con la música de su padre y así su obra perdure por siempre.

Mario Lavista recibirá un homenaje hoy en El Colegio Nacional a puerta cerrada, para después ser cremado

La música de Mario Lavista será infinita

Para el compositor mexicano Mario Lavista Camacho, la música “es una sustancia compuesta de tiempo y de sonidos, que encierra una verdad que no puede ser dicha: sólo puede ser escuchada. En este sentido, cada obra es la página de un diario íntimo en el que el músico narra, sobre un fondo de silencios, la historia de los sonidos, un diario cuya escritura vuelve innecesarias las palabras”, comentó hace unos años el autor de piezas como “Cinco danzas breves para quinteto de alientos”.

Esto se puede atestiguar en su legado fundamental para la música de los siglos XX y XXI, no sólo por su obra, sino también por su labor como divulgador y como maestro de numerosas generaciones de profesionales de la música y la composición.

En un documental homenaje a Lavista, realizado por El Colegio Nacional, el propio compositor declara que desde pequeño supo que la música sería su vocación, pues cuando entendió el significado de los símbolos y notas descubrió que este sería su lenguaje.

A partir de aquel momento, Mario Lavista se sumergió en la música tras la herencia de sus maestros Rodolfo Halffter y Carlos Chávez. Además, exploró las sonoridades francesas, alemanas y estadounidenses. De acuerdo con Luis Fernando Lara, miembro de El Colegio Nacional, “sus obras evolucionaron a una expresión cada vez más quintaesenciada, hasta varias de las obras de los últimos veinte años en que exploró las tradiciones musicales religiosas”.

Sus piezas, evocativas y sugerentes, transitan por un abanico de géneros instrumentales, los cuales van desde sus “Cuadernos de viaje” para instrumentos solos, la música de cámara, la producción sinfónica y coral, además de su entrañable ópera “Aura”.

Desde 1987 formó parte de la Academia de Artes; en 1998 ingresó a El Colegio Nacional, y fue miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.

Lavista Camacho consideró al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) como su casa creativa, muestra de ello fue su aporte al quehacer musical del país, en complicidad con agrupaciones como la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), la Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA) y el Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea (CEPROMUSIC), agrupaciones que han dado vida a su música.

Su inquietud por la docencia y la difusión del quehacer musical lo llevó a crear “Pauta. Cuadernos de Teoría y Crítica Musical”, revista con la que creó un puente de México para todo el mundo.

La obra de Mario Lavista tiene, sin duda, un peso específico en el repertorio mexicano y merece ser descubierta por las nuevas generaciones de melómanos.

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