Mario Iván Martínez se hace a la mar con la Catrina
El actor reconoce que tardará tiempo para que el público regrese a los teatros, por lo que es necesario crear nuevos lenguajes y utilizar la tecnología para acercar a la gente al arte. El también cuentacuentos platica sobre su participación en Los cuentos de la Catrina
José Pablo EspíndolaDebido a lo que se vive en el mundo por la pandemia de COVID-19, el actor y cuentacuentos Mario Iván Martínez asegura que estos tiempos son “surrealistas” y “excepcionales”, por lo que hay que reinventarse y canalizar la inquietud en nuevas formas de hacer arte.
“Aquí hay que tomar al toro por los cuernos y utilizar los medios digitales, la experiencia en línea para reinventarnos, para experimentar, ya que el público se mantiene y seguirá mintiéndose, comprensivamente, alejado de las salas, pero entonces hay que descubrir un nuevo lenguaje para el arte, el de los sentires”, comparte en entrevista con Reporte Índigo
Durante las presentaciones vía streaming su afán, dice, ha sido romper las barreras que pone la distancia, conectar con el espectador a través de la empatía del aislamiento para crear lazos de fraternidad que alivien el agobio.
Este mes, el artista estará involucrado en diferentes proyectos en línea, algunos los transmitirá desde su casa, por lo que construyó un estudio en su salón de ensayos. Ayer presentó Van Gogh, un girasol contra el mundo, espectáculo unipersonal en el que representa al artista neerlandés, el próximo martes 6, a las 18:00 horas, hará lo propio con Descubriendo a Cri- Cri y todos los sábados y domingos de octubre en Los cuentos de la Catrina.
Este último espectáculo se grabó en el Teatro Milán, por lo que al elenco y al staff les hicieron hasta dos pruebas de COVID-19 por la seguridad y la salud de todo el equipo.
“Se ensayó con muchísima meticulosidad para cambiar lo que fue concebido para la escena al lenguaje de las cámaras. Tú no actúas igual para las cámaras que cuando estás en un teatro, donde debes proyectar para que te escuche y te vea la persona que compró su boleto en la última fila de Bellas Artes, de pronto tienes la cámara muy cerca y tu trabajo se debe adecuar, debe ser más íntimo, propicio, para el lente que está muy cerca de ti”, explica Mario Iván.
El cuentacuentos mexicano recuerda en estos momentos de incertidumbre una frase que decía Van Gogh: “Los marineros saben que el mar es peligroso y la tormenta terrible, pero eso no les impide hacerse a la mar”.
“Las circunstancias haya afuera están terribles, pero desde casa podemos hacernos a la mar, proponernos muchas cosas en esa mar que es la red y que ahora forzosamente estamos aprendiendo a manejar y estableciendo nuevos paradigmas; entonces les invito a que nos acompañen en esto”, comparte el actor.
Momento de recordar con Mario Iván Martínez
En Los cuentos de la Catrina, Mario Iván Martínez interpreta a un personaje de corte muy fantástico, casi mitológico, se trata de Teco, el narrador, mitad alarije, mitad tecolote, mensajero y cuentacuentos, quien es la mano derecha de La Catrina.
Teco es la voz que guiará al público a través de la historia. Él propicia su llegada al hogar de una familia contemporánea en Día de muertos en esta obra.
“Está para preparar las condiciones propicias para la llegada de La Catrina, es decir, que haya suficientes veladoras en la ofrenda, que se escriban, se digan y se narren más calaveritas, ese es mi personaje”, cuenta el actor.
Teco sabe que la mamá de la familia quiso ser bailarina y que su deseo fue frustrado cuando se rompió la rodilla, sabe que el padre jugaba a ser un superhéroe, por lo que vienen a recordarles que alguna vez fueron niños y que tuvieron esa capacidad de imaginar.
“La obra está poblada de personajes abstractos y metafóricos también, pero que nos llevan a la concientización, como el Fantasma del tiempo perdido o el Guardián de los sueños muertos, a todos estos personajes, siempre con un estilo lúdico, por supuesto, los lleva La Catrina y Teco, y en este trip acompañan a la familia para mostrarles un espejo de su vida y de cómo han perdido esa capacidad de soñar y de imaginar”, dice Mario Iván.
La obra busca, a través de celebrar esta fiesta mestiza que caracteriza a los mexicanos, que el público abrace esta tradición, no como algo triste, sino como una festividad en la que puede entrar en contacto con un pasado que alecciona.
“Teco nos habla de las tradiciones, de la fiesta de Día de muertos, pero pone de manifiesto las diferencias que hay entre la forma en que los anglosajones y el Halloween celebran con sus monstruos, sus fantasmas y su aspecto terrorífico, en contraste con nuestra fiesta que es lúdica, que está llena de baile, de literatura y de unión familiar”, argumenta el cuentacuentos.
El vestuario que diseñó Emilio Rebollar es muy colorido y sumamente imaginativo. En el caso de Teco, echó mano de las tendencias que había a finales del siglo XIX, pero lo complementó con plumas y decoraciones que lo hacen mitad animal y mitad ser humano. Además, no es completamente uniforme, sino que se le apostó a la asimetría.
“Por fin, todo está listo para la llegada de La Catrina. Si la catrina mexicana llega a tu hogar debes estar listo, porque se abrirá el portal y entonces llegaran los guardianes xoloescuincles y cada uno de ellos trae un elemento para forjar la vida aquí en el mundo de los vivos; ellos acompañan a los espíritus a cruzar el puente que hay entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, y ese elemento que ellos traen es el agua, la tierra, el fuego y el viento”, dice Mario Iván, durante la trama de Los cuentos de la Catrina.
Así son el tipo de textos que tiene Teco para propiciar la llegada de La Catrina a un hogar, donde el padre está tiranizado, desde la distancia, por su jefe, y la mamá se encuentra obsesionada por el gel y los tapabocas, porque la puesta está ambientada en una familia que, como las de la actualidad, está enfrentado una pandemia.
Una fiesta que le encanta
M ario Iván Martínez recuerda que su nana Nicha lo ayudaba a poner su altar cada año; además, lo llevaba a su pueblo a visitar las distintas ofrendas e ir de casa en casa, donde se espera que llegue la gente para darles un tamalito, un chocolate o una rebanada de pan de muerto.
“Es una fiesta que yo disfruto muchísimo, la disfruto tanto o tal vez más que la Navidad, que también disfruto porque soy cuentacuentos y naturalmente mi oficio es inherente a esta época y al contacto con los niños, pero ciertamente celebro mucho más esta fiesta”, confiesa el actor.