En 2013, cuando “El Caballito” celebró 200 años, se autorizó por el entonces Distrito Federal la restauración de esta escultura de bronce elaborada por Manuel Tolsá entre 1793 y 1803. Una vez aprobado, el proyecto se comisionó a la Autoridad del Centro Histórico, instancia pública de ese lugar.
Después de ello, Arturo Javier Marina Othón fue contratado para la ejecución del proyecto en septiembre de ese mismo año.
Sin embargo, al poco tiempo de haber iniciado la restauración –sin la autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)–, ciudadanos comenzaron a notar manchas y deterioro en el monumento.
Como parte del proceso se había utilizado un método de limpieza agresivo que contenía ácido nítrico, el principal causante de los daños irreversibles de esta estructura.
Y gracias a la denuncia ciudadana en redes sociales y en los medios de comunicación, los trabajos fueron detenidos por el INAH en septiembre de ese mismo año.
Posteriormente y tras la incertidumbre, en 2016 la Secretaría de Cultura comisionó el proyecto de restauración al Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México, bajo la supervisión y autorización del INAH.
En ese mismo año, de acuerdo con Liliana Giorguli, directora de la Coordinación Nacional de la Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, se estimaba un costo 5.5 millones de pesos por la restauración, más los 2 millones que se gastaron en la primera etapa de la valoración de los daños.
En total, se calcula que más de 7 millones de pesos gastó el gobierno de la Ciudad de México para devolverle el esplendor que caracterizaba a esta estatua que ahora tiene un tono verde.
Ante los hechos, el 9 de octubre de 2013, Arturo Javier Marina Othón envió un comunicado a la prensa nacional, en el que manifestaba de primera instancia que su empresa ‘Marina: Restauración de Monumentos’ no era improvisada.
A su vez, hizo del conocimiento público que el tiempo pactado para la realización de los trabajos sería sólo de dos meses (septiembre y octubre) en el monto que autorizado apenas alcanzaba los 240 mil pesos más IVA.
Por otra parte, manifestaba que diferentes instancias de gobiernos estatales de la República Mexicana habían formado parte de su lista de clientes, por lo que su trabajo estaba respaldado ya con más de 15 años de experiencia en el ramo.
Aún queda información en el aire, pero los hoy los ciudadanos pueden celebrar que ha quedado respaldada esta importante pieza del patrimonio cultural mexicano.
Su travesía por la ciudad
>> “El Caballito” es una estatua ecuestre del Rey Carlos IV, pensada y diseñada desde 1793, cuya ubicación actual es el Museo Nacional de Arte (Munal) y ya está restaurada.
>> Inaugurada en 1803, la obra de bronce del escultor Manuel Tolsá logró ver la luz en el Zócalo de la Ciudad de México, pero una vez pasada la Revolución fue puesta en el patio de la Antigua Universidad para protegerla y evitar su destrucción.
>> En 1852, la escultura fue trasladada a Plaza de la Reforma, en el cruce de Paseo de la Reforma con las avenidas Juárez y Bucareli para ser adornada –durante el Porfiriato– por grandiosas casonas, que posteriormente fueron derribadas para la construcción de edificios y torres en el lugar.
>> Dichas construcciones provocaron que la obra “galopara” hacia las afueras de su actual hogar, frente al Palacio de Minería.