Manuel Ahumada, el caricaturista con alma de poeta que utilizó la melancolía como expresión

El Museo del Estanquillo honra la obra del caricaturista con una exposición curada por Rafael Barajas "El Fisgón", la cual destaca su habilidad para entrelazar humor y melancolía
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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A 10 años de su muerte, el Museo del Estanquillo rinde homenaje al caricaturista Manuel Ahumada con una exposición que celebra su legado. Ahumada, conocido por su talento como poeta visual, tenía una habilidad para entrelazar el humor y la melancolía, conectando mundos tan dispares como el espacio exterior y el Circuito Interior.

Manuel Ahumada: Del Espacio Exterior al Circuito Interior, que se extiende hasta el mes de septiembre, invita a los visitantes a sumergirse en la imaginación de Ahumada, donde lo ordinario se convierte en fantástico y cada rincón de la ciudad esconde una historia por descubrir.

Para Rafael Bajaras “El Fisgón”, caricaturista y curador de esta muestra, su verdadera genialidad residía en la creación de mitos urbanos. Donde los demás veían a un taquero, él veía a un asesino serial, y sus viajes en metro desde la estación Balderas hasta una estación espacial eran una muestra de su capacidad para transformar lo cotidiano en algo extraordinario.

“Esta exposición me llega en un momento muy personal, porque fui muy amigo de Manolo. Éramos muy unidos, y la verdad es que yo vi cómo hizo muchas de las piezas que están aquí. Manuel era un hombre muy inteligente y muy informado, con una profunda melancolía, la enfermedad de los hombres; además tenía un extraordinario sentido del humor y una originalidad incomparable. Creo firmemente que tuvo varias facetas en su carrera: fue caricaturista, editor gráfico, y sobre todo, un gran historietista.

“Él es uno de esos raros artistas con la capacidad de crear un universo propio. Nadie más pudo haber inventado el universo de Manuel Ahumada. Conocía de astronomía, la historia de México, leyendas urbanas, y sobre todo, conocía su barrio. Es un ícono de su generación, un caricaturista con alma de poeta”, relató Barajas.

“Fue renovador del cómic mexicano, caricaturista de combate, pintor neomexicanista y artesano de iconos, y, sobre todo, destacó por crear un universo estético propio, algo de lo que son capaces pocos artistas. ¿Quién lo ha hecho en México? Frida Kahlo, María Izquierdo y Rufino Tamayo”
Rafael Barajas “El Fisgón”Caricaturista

Conformada por 164 piezas de su autoría, entre óleos, cartones, revistas y objetos artísticos, la exposición ofrece una oportunidad única para adentrarse en el trabajo de este multifacético caricaturista mexicano, cuya vasta obra aún es poco conocida por el público.

La muestra se enmarca en la donación de 1566 cartones políticos que Jaquelín Valadez Pastor, esposa del artista, realizó al museo en 2022. Este evento busca difundir el legado de uno de los narradores gráficos más destacados de las últimas décadas en nuestro país, destacando la riqueza y profundidad de su contribución al arte y la cultura.

Entre la modernidad y el caos

En entrevista con Reporte Índigo, Jaquelín Valadez Pastor, esposa del artista, compartió que el trabajo de Ahumada, a pesar de tener años de antigüedad, sigue siendo sorprendentemente actual.

“Al observarlos, me doy cuenta de que muchos podrían ser publicados hoy mismo, ya que la historia parece repetirse en diferentes formas y contextos. Los cartones políticos de Manolo ofrecen una perspectiva única que sigue resonando en el presente. No se trata solo de caricaturas de políticos, sino de una representación de la realidad que sigue siendo relevante.

“Recientemente recordé un cartón que decía ‘ciudad ardiente’ en medio de una ola de calor. Si Manolo estuviera aquí hoy, seguramente expresaría su sorpresa y descontento ante la situación actual. Sus obras, aunque realizadas hace años, son perfectamente aplicables a nuestro tiempo”, confiesa Jaquelín.

Su arte va más allá de la crítica política. Manolo, como le decían sus seres queridos, tenía una habilidad especial para capturar emociones humanas profundas. Sus cuadros transmiten una sensación de conexión que trasciende el tiempo y el espacio.

También me impresiona cómo su estilo artístico evolucionó con el tiempo. Aunque seguía pintando la Ciudad de México y sus edificios, su enfoque y técnica cambiaron notablemente.

“En cuanto a su visión del contexto político y social actual, estoy segura de que Manolo seguiría siendo igual de crítico y objetivo. Recuerdo cómo solía decir que ‘todos son iguales’ cuando se trataba de políticos. Su integridad y su negativa a ser influenciado por la corriente dominante lo hacían invaluable como artista.

Su ausencia se siente en cada aspecto de mi vida, pero su legado perdura. Manolo está presente en todo lo que hago y en todo lo que soy, y lo recordaré con amor y gratitud siempre”, comparte.

Nacido en un Distrito Federal que se desenvolvía entre la modernidad y el caos, Ahumada destacó sobre todo por su capacidad de crear un universo estético propio, en una sociedad que oscilaba entre las leyendas coloniales y la modernidad; entre la utopía y la represión política; y entre la crisis de la Escuela Mexicana de Pintura y la llegada de los cómics underground.

Cronista libre y atormentado, cuyos mundos y personajes oníricos se confundían con los delirios de una ciudad en constante expansión, fue hijo del México profundo de barrios y calles, pero también de su cosmopolitismo.

Como bien señala Elena Poniatowska: “Un inmenso poder de seducción brota del lápiz de Ahumada, que nos atrapa y nos introduce en sus historias, sus sueños, sus fantasías, las cuales flotan entre el cielo y la tierra, el mar y el horizonte, el ser y el no ser. Ahumada posee una obra de tal belleza y originalidad que merece un análisis aparte”.

La muestra Manuel Ahumada. Del Espacio Exterior al Circuito Interior permanecerá abierta hasta el 30 de septiembre en el Museo del Estanquillo

Sobre Manuel López Ahumada (1956–2014)

Estudió ingeniería agrícola en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales de Cuautitlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México, pero al poco tiempo dejó esta carrera y se dedicó al periodismo gráfico y la pintura.

Comenzó su carrera periodística como ilustrador y reportero gráfico en el diario Melodía, dirigido por Víctor Roura, y también colaboró en la tercera época de La Garrapata (1979-1981), dirigida por Sergio Arau, Antonio Caram, Efrén Maldonado y Helioflores.

Entre los libros de historietas y novelas gráficas publicados por Ahumada se cuentan: La vida en el limbo (Conaculta, 1997); Las historias que yo viví (Editorial Resistencia, 2010); El cara de memorándum y otras historias (en colaboración con Jaime López; Editorial Resistencia, 2012), y Nadie es astronauta en su propia tierra (Editorial Resistencia, 2014).

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