Luis de Tavira remontará la obra de teatro “Matteo Ricci”
El dramaturgo habla de esta pieza escénica que rescata la vida del misionero italiano en China y rinde tributo a los sacerdotes jesuitas asesinados en 2022 en la Sierra Tarahumara
Abida VenturaEn un mundo tan dividido, donde las religiones y diferencias culturales avivan guerras y hay países asolados por la violencia de grupos criminales, el teatro juega un papel importante porque es “el arte que testimonia que es posible el cambio”, considera el dramaturgo y director de teatro Luis de Tavira.
Ese planteamiento es lo que atraviesa Matteo Ricci, puesta en escena escrita por De Tavira, en conjunto con José Ramón Enríquez y José María de Tavira, que rescata la vida del misionero italiano Matteo Ricci en China, en el siglo XVI, al mismo tiempo que rinde tributo a los sacerdotes jesuitas Javier Campo Morales y Joaquín César Mora Salazar, asesinados en 2022 en la Sierra Tarahumara.
La obra multidisciplinaria, que vuelve a ser montada en el Teatro del Bosque Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (CCB) hasta el 3 de marzo, tras su exitoso estreno el año pasado en el Teatro de las Artes, “celebra el testimonio asombroso del misionero del Renacimiento con el dolor profundo de la comunidad Tarahumara”, al mismo tiempo que pone énfasis en la necesidad que la sociedad tiene del teatro y lo que le toca hacer a esta disciplina frente a los conflictos armados que se viven en el mundo y la ola de violencia que aqueja a México en la actualidad.
“El teatro nos plantea la no renuncia a la utopía porque es el arte que, más allá de demostrarnos lo que pasa y de hacernos pensar en las razones de por qué pasa, testimonia que es posible el cambio. Y cuando nos recupera la conciencia de que es posible el cambio o de que aquello que padecemos pudo ser evitado, entonces recuperamos la esperanza. Al teatro le toca ser la ocasión de recuperar la esperanza en medio de la confusión y crisis que padecemos”, dice en entrevista con Reporte Índigo Luis de Tavira.
En esta obra es el testimonio y legado del misionero italiano que, en pleno siglo XVI, se fue al encuentro de una cultura totalmente distinta y logró entablar el diálogo con el otro, lo que demuestra que es posible “la amistad de las culturas abismadas en su diferencia”.
Medio siglo después, ese testimonio de la posibilidad del encuentro entre culturas adquiere gran importancia, resalta el dramaturgo. “En el siglo XVI se vivió un cambio profundo de época que, de alguna manera, estamos viviendo hoy porque vivimos una crisis civilizatoria, el resurgir escandaloso de las guerras, guerras planteadas en los términos de las diferentes religiones, el Islam frente al judaísmo. Esto que pensaríamos que ya se había superado y vuelve con enorme atrocidad a irrumpir en el mundo contemporáneo, nos hace volver los ojos a aquellos otros momentos donde apareció una posibilidad de utopía”.
¿Quién fue el misionero Matteo Ricci?
Dirigida por De Tavira, Jorge A. Vargas y el escenógrafo Philippe Amand, la obra tiene como hilo conductor la vida de Matteo Ricci, ese humanista que se aventuró a los territorios de la China de los Ming como misionero y logró entablar un diálogo con una sociedad “encerrada en sí misma, amurallada, que no tenía mayor interés en el resto del mundo”.
Ricci, refiere el dramaturgo, llevó la universalidad de las matemáticas a China, como cartógrafo creó el primer mapa mundial de China, y “fue el descubridor para occidente de Confucio”.
“Después de muchas idas y venidas, errores y expulsiones, pero también insistencia, llegó hasta el corazón mismo de la China de los Ming, a la Ciudad Prohibida y ahí consiguió ser considerado como un huésped de los chinos y del propio emperador. Mateo Ricci se convierte en Li Matau y se convierte a sí mismo en un chino, el evangelizador resultó evangelizado”, destaca.
Y es que, a diferencia de otros misioneros de la época, Matteo Ricci no llegó a China con una mentalidad colonialista. “Es un misionero muy distinto a la imagen que tenemos de los misioneros de esta época, los evangelizadores que iban acompañando a los ejércitos conquistadores de los imperios, una evangelización que consistió fundamentalmente en una colonización, como fue el caso de la Nueva España. Ricci no va acompañado de ningún ejército ni va impulsado por ninguna conquista o interés colonialista, él entra hacia un mundo misterioso que le importa conocer, compartir y difundir”, refiere el dramaturgo.
Recupera tragedia de jesuitas en la Tarahumara
Mediante diversos recursos multimedia de grandes dimensiones y recursos teatrales clásicos, como las máscaras y marionetas, el testimonio histórico de Ricci se entrelaza con la tragedia de los sacerdotes jesuitas asesinados en la Sierra Tarahumara, dos misioneros que “vivieron más de 50 años con la comunidad, que hablaban rarámuri y que llegaron a ser amigos de los rarámuris que viven en estas condiciones de resistencia, rehenes del crimen organizado y que enfrentan una enorme pobreza frente a la violencia normalizada y la omisión de las responsabilidades del Estado”.
“La relectura del misionero del siglo XVI se resignifica ante el testimonio de aquellos que dan su vida en nuestro país en la actualidad, frente a lo que está sucediendo y nos afecta a todos”, dice el dramaturgo, quien subraya que la obra pone en evidencia la violencia cotidiana que vive el país.
“En el transcurso de lo que hacemos la función, los actores se enfrentan con lo que en este país nos despertamos todos los días y que son la irrupción de los asesinatos, violencia sobre víctimas que tienen nombre, los desaparecidos que no nos resignamos ni a olvidar ni a no encontrar, pese a los abrazos contra los balazos”.