Los tumbados atraen por su estética vinculada al consumismo extremo y la vida al límite: José Manuel Valenzuela

El sociólogo, Premio Nacional de Artes y Literatura 2023, analiza en su nuevo libro las razones del éxito de este género polémico y que tiene entre sus principales representantes a Peso Pluma y Natanael Cano
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El sociólogo José Manuel Valenzuela Arce lleva casi medio siglo dedicado al estudio de los movimientos sociales, la cultura e identidad de la frontera norte, una labor académica que comenzó a forjar no solo entre papeles, también en las calles  y barrios, acompañando las protestas del movimiento urbano popular en Tijuana o cediendo el micrófono a jóvenes cholos en congresos que los estigmatizaban.

Nacido en Tecate, Baja California, el conocido investigador se enfocó desde los años 70 en la frontera y los jóvenes, dos líneas de trabajo entonces poco aceptadas en el medio académico, pero que con el tiempo le han dado múltiples publicaciones y reconocimientos, como el Premio Nacional de Artes y Literatura 2023, en el campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía.  De esas fuentes de estudio han brotado otras, como los narcorridos, aspecto en el que ha sido pionero y en el que sigue destacando al tratar de descifrar la influencia social de la narcocultura.

Así lo hace en su nuevo libro Corridos tumbados. Bélicos ya somos, bélicos morimos (Universidad de Guadalajara, NED Ediciones, IIC-Museo UABC), en el que analiza las razones del éxito de este género que ha tenido un crecimiento global imparable en los últimos tres años y que tiene entre sus principales representantes a Peso Pluma, Natanael Cano, Eslabón Armado, entre otros.

En entrevista con Reporte Índigo, el investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef) señala tres elementos que han ayudado a colocar en la cima a esta expresión anclada en la tradición de los corridos mexicanos: la incorporación de elementos del hip hop, el trap y el urbano para convertirlo en un fenómeno pop; su viralización en las redes sociales y nuevas tecnologías y, sobre todo, los temas y la estética que ostentan, ya que reflejan los deseos y anhelos de una generación que busca un escape de sus aspiraciones frustradas y que ven en ese universo musical un estilo de vida soñado, pero inalcanzable.

Atrae por su estética

Si bien algunas de sus letras ensalzan la manera en que personajes  sin oportunidades lograron el estilo de vida soñado (casi siempre con fajos de dinero, trocas y mujeres), los tumbados no solo atraen a  jóvenes de medios precarizados, sino también a los de clase media y alta, a mexicanos y a gente de todo el mundo.  

“Ahí lo que empieza a hablar es la música, el ritmo reconocible, la estética vinculada, que es básicamente la del consumismo extremo y de la vida al límite.  Gran parte de lo que está detrás de todo eso es la transformación de las subjetividades de los jóvenes; hay en ellos un desdibujamiento de la idea de futuro, la idea de la construcción de un proyecto con compromiso social o político”, dice el investigador.

“Estamos hablando de uno de los nichos porque hay otros jóvenes que están trabajando desde otras perspectivas, pero aquí hay la necesidad de conformar una suerte de presentismo juvenil intenso, donde se vive rápido, a prisa y, como decía Chalino Sánchez, ‘para todo el que vive recio, se encuentra lista una fosa’”, añade.

El ascenso de ese género cuyos máximos representantes han sustituido el sombrero, las botas y  trajes norteños por gorras, ropa y tenis de marca adquirió gran visibilidad durante la pandemia debido a que sus letras y estética fueron seductoras para millones de jóvenes que deseaban salir del encierro,  plantea Valenzuela Arce:

“Son canciones donde la vida se vive al límite, hay exaltación al consumo, a vivir en la intensidad, un conjunto de satisfactores como los que el sistema ofrece y que supuestamente validan el éxito en la vida. Entonces, este tipo de discurso que exalta la vida, el consumo de licor, drogas, las mujeres como ‘trofeos’, fue muy seductor para millones de jóvenes atrapados por la pandemia y se volvió un dispositivo emocional”.

Prohibir no es la salida

Autor de Jefe de jefes. Corridos y narcocultura en México, el investigador ha documentado la historia del corrido, desde su apogeo durante la Revolución mexicana, pasando por su apropiación en el norte del país y el surgimiento de los Tigres del Norte, quienes empiezan a incorporar referencias cifradas al narco en sus letras, hasta sus transformaciones más recientes en múltiples subgéneros,  como los tumbados, que incluyen sin tapujos mensajes al mundo y a las figuras del narcotráfico.

Hay, por ejemplo, canciones de Peso Pluma, Junior H, Fuerza Regida que hacen alusiones claras o cifradas al Cártel de Sinaloa, a Joaquín el Chapo Guzmán y a sus hijos.

Sobre si estas acciones hacen apología del narco o no en un país donde los enfrentamientos de cárteles de drogas causan estragos día a día, Valenzuela Arce lo tiene claro: los corridos hacen lo que siempre han hecho, contar las historias cotidianas.  “Es un fenómeno que debemos entender como una representación de una realidad social. Los corridos no inventan el narcotráfico, no inventan los entramados de violencia y de muerte”.

Censurarlos tampoco soluciona algo, dice el investigador al hablar de los intentos de autoridades en algunas ciudades como Cancún y Tijuana, donde han prohibido conciertos de corridos tumbados por considerarlos apologéticos. “Es iluso pensar que atacando a esta representación se ataca al problema real que sí genera violencia y muerte de forma cotidiana”, señala.

“El primer problema es pensar que la narrativa es apropiada tal cual y que entonces de forma incontinente los jóvenes consumen drogas o se vuelven violentos.  Yo siempre ironizó: es como pensar que si hubieran prohibido escuchar a José Alfredo Jiménez, hubiera disminuido el consumo etílico o si prohibimos a Paquita la del Barrio, mejorarán las relaciones de pareja.

“Efectivamente hay improntas muy fuertes, como la misoginia y el machismo exacerbado, en las que hay que trabajar, pero hay que hacerlo desde otros dispositivos. Así como no escuchamos una canción por fea o por mal hecha, ese debe ser el criterio y no un ataque ético, si nos gustó o no el mensaje de las canciones”,  añade el investigador, quien advierte que detrás de los discursos de prohibición hay una tentación autoritaria que puede resultar en un tobogán interminable y en el que la cultura popular sería la más afectada.

Mujeres le dan giro a la narrativa

En su libro, el investigador del Colef advierte un giro reciente en la narrativa de los corridos tumbados con la aparición de la canción “El jefe”, de Shakira y Fuerza Regida, estrenada en septiembre de 2023.

Según el sociólogo, este tema que recrea el tránsito de los migrantes sobre La Bestia, así como las propuestas musicales de la cantante de tumbados Ivonne Galaz, quien ha incorporado temas sobre  feminicidios, se visualizan como una nueva vertiente del género, en donde la sensibilidad y compromiso social tienen cabida.

Otros libros del autor

  • El Gran México. Las culturas mexicanas más allá de las fronteras. GEDISA-UAM, México. 2020.
  • La danza de los extintos. Juvenicidio, violencias y poderes sicarios en América Latina. UDG-COLEF, México. 2022.
  • Cuchumá. La montaña sagrada de Tecate. GEDISA-COLEF, México. 2022.
  • Jefe de jefes. Corridos y narcocultura en México. COLEF, 2018.
  • Paso del Nortec : this is Tijuana!  Océano, 2004.
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