Los Tristes Tigres presentan a un William Shakespeare más divertido e irreverente
El director y actor Adrián Vázquez invita a la nueva temporada de Algo de un tal Shakespeare, obra de teatro que muestra otra cara de la literatura del llamado ‘Bardo de Avon’
José Pablo EspíndolaSara Pinet y Adrián Vázquez saben que la mejor manera de homenajear a un clásico, como lo es William Shakespeare, es faltándole al respeto; y eso es lo que los dos hacen en la puesta en escena Algo de un tal Shakespeare.
Lejos de lo solemne y trágica que puede ser la literatura del también llamado “Bardo de Avon”, este montaje le permite al público acercarse a sus letras de manera divertida e irreverente, a través de un recorrido lúdico por algunas de sus obras más emblemáticas.
“Sara Pinet y yo tenemos claro qué es lo que nos atrae del teatro, cuáles son las cosas que nos hacen regresar a él y por qué hacemos teatro, es decir, sabemos lo que nos gusta ver, lo que nos gusta experimentar, lo que nos gusta que nos cuenten dentro del teatro y creo que en ese sentido trabajamos en lo particular, y ahora de manera colaborativa, con nuestras puestas en escena”, confiesa Adrián Vázquez, director y actor de Algo de un tal Shakespeare.
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Los actores aseguran que el teatro que les gusta hacer es el que los reta, con el que saben que el público va a salir de una manera diferente a como entró a la sala, pero siempre con el sentido del humor que caracteriza a su compañía, Los Tristes Tigres.
Ahora que los actores han retomado el texto y han trabajado sobre los diálogos que dicen, se han vuelto a dar cuenta que no es una obra banal o superflua, ya que la esencia de William sigue presente al hablar de las cosas que duelen como seres humanos, como nación, sociedad y artistas.
“La cosa es que lo hacemos en un espectáculo que es toda irreverencia, que es toda comedia, que está a prueba, incluso, de los cánones más estrictos, y en ese sentido nos divertimos mucho”, platica.
El nacimiento de un tal Shakespeare
Algo de un tal Shakespeare, cuenta Adrián Vázquez, tiene dos puntos de origen, uno a nivel creativo y otro a nivel producción. El primero fue en 2007, mientras se encontraba viendo una obra de teatro que lo aburría pensó: “esto sería genial si los actores se empezaran a aventar cosas y se embarraran, si hicieran un desastre en escena”.
Luego, en 2013, en una cena con Sara Pinet platicaban sobre la posibilidad de crear algo juntos, así que le contó que tenía la idea de que en una mesa de cocina dos actores intentaran, a manera de teatro de objeto, contar historias, pero se pelearan de tal manera que aventaran cosas y terminaran haciendo un cochinero; ese fue el punto creativo.
El de producción tuvo que ver con una invitación que les hizo el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Teatro, con el programa de Teatro para Niños y Jóvenes, que en aquel entonces estaba a cargo de Mónica Juárez.
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Ella nos invita para hacer una obra con las mismas premisas creativas con las que se trabaja una puesta en escena de Los Tristes Tigres, apostar que va a surgir una obra del proceso creativo, porque nosotros trabajamos la dramaturgia que construimos, siempre la construimos sobre el escenario, siempre escribimos para los actores que van a interpretar esa obra”, comparte Vázquez.
En este caso, sabían que eran Sara Pinet y Adrián y que querían hacer una locura de diversión, para que después, de manera mágica y mística, se integrara William; así nació lo que hasta ahora se conoce como Algo de un tal Shakespeare.
Una venta para nuevos públicos
Antes de que la pandemia llegara, el teatro en México ya vivía tiempos complicados ante la falta de nuevos públicos que acudieran a las funciones; problema que con la emergencia sanitaria se ha acrecentado, por lo que propuestas como Algo de un tal Shakespeare podrían llamar la atención de nuevas audiencias.
Para su director, Adrián Vázquez, afirmar algo así podría hacerlo sonar demasiado pretencioso y ególatra; sin embargo, sí afirma que, debido a que han estado en dos programas de teatro escolar y se han presentado en primarias y secundarias, se ha percatado de una constante con los jóvenes, porque le comentan “oye, no sabía que Shakespeare podía ser tan interesante, tan divertido, te dan ganas de conocer más obras de él, quiero leerlo, quiero regresar al teatro”.
“Sabemos que esas son las semillas que se siembran para tener nuevos amantes del teatro en un futuro, creo que esta obra logra muy bien el cometido para el que fue invitado inicialmente, que es el de acercar a los jóvenes al teatro, pero donde nosotros también ponemos nuestra visión artística y nuestro compromiso vocacional”, indica.
No se vive de premios y reconocimientos
Varios son los montajes de Adrián Vázquez que se han convertido en clásicos del teatro mexicano, como Wenses y Lala, Más pequeños que el Guggenheim o Algo de un tal Shakespeare, ya que tienen un público cautivo que temporada tras temporada acude a las salas para disfrutar de sus historias.
“Honestamente, el éxito de los trabajos es tenerlos, tener la posibilidad de presentarte, es decir, si bien es cierto trabajos como Wenses y Lala o Más pequeños que el Guggenheim han ganado premios y reconocimientos del público especializado, de prensa y de críticos, creo que el mejor logro es estar vigente, es estar en temporada, ese es el éxito de una puesta en escena”, opina Vázquez.
Para él, quien intente vivir de sus premios y reconocimientos pasados o que la gente los recuerde porque alguna vez hicieron algo no tiene sentido, es efímero, como la esencia del teatro mismo que está hecho para que una vez que se presente muera, entonces, “tenemos que volver a dar otra función para encontrarle esa otra vida”.
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