Los tesoros arqueológicos en excavaciones de Tlatelolco

Como parte del ciclo En busca de Tenochtitlan y Tlatelolco, el arqueólogo Salvador Guilliem Arroyo dictó la conferencia ‘Arqueología de Tlatelolco’, en la cual realizó un recuento cronológico a través de las excavaciones realizadas en esta región desde el siglo XIX
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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De acuerdo con el arqueólogo Salvador Guilliem Arroyo, la arqueología mexicana inició en 1790, cuando se descubrió la Coatlicue y la Piedra del Sol. Desde 1875 a la fecha se han realizado excavaciones en los barrios de Tlatelolco y sus alrededores en busca de túneles, del tesoro de Moctezuma y de cerámica, este último, con el objetivo de fechar correctamente el periodo mexica.

“El 13 de agosto de 1521, Hernán Cortés ordenó que Tlatelolco fuera la capital de la ‘República de Indios’, por tanto, Cuauhtémoc, su soberano, emitió una ordenanza para delimitar el espacio de este sitio, de la Lagunilla a Tecámac, de sur a norte y de Tepito a Nonoalco en el eje este, oeste. Tenochtitlan perdió el nombre, pero Tlatelolco no, se llamó Santiago Tlatelolco, porque adoptó el nombre del santo protector de Cortés”, aseguró el experto al impartir la conferencia “Arqueología de Tlatelolco”, como parte del ciclo En busca de Tenochtitlan y Tlatelolco.

El primer episodio de la arqueología de Tlatelolco estuvo a cargo de la antropóloga Antonieta Espejo, quien desde 1944 inició la búsqueda del momento más antiguo de la región y realizó el estudio tipológico del material cerámico. En 1946, la investigadora mexicana localizó un entierro con huesos calcinados.

El siguiente episodio de la arqueología de Tlatelolco lo llevó a cabo Alfonso Caso, quien presentó su plano reconstructivo de los barrios de los calpullis de Tenochtitlan-Tlatelolco. En 1958, Adolfo López Mateos tomó el poder y decidió hacer una unidad habitacional única en su género para toda Latinoamérica.

Los entierros descubiertos en Tlatelolco

Guilliem Arroyo recordó que entre 1960 y 1964 el arqueólogo Francisco González Rul se convirtió en el coordinador del rescata de esta zona arqueológica y contó con el apoyo de los arqueólogos Eduardo Matos Moctezuma, quien excavó el Entierro 14 con más de 150 sujetos en su interior, y Braulio García, quien encontró un plato con el símbolo de la guerra sagrada.

Después, Eduardo Contreras Sánchez comenzó a trabajar en esa área de 1964 a 1968, en una enorme cantidad de entierros, sobre todo, en el suroeste de lo que ahora es la zona arqueológica. Ahí se localizaron esqueletos de hombre y mujer juntos, conocidos como “los amantes de Tlatelolco”.

“Es muy probable que en aquella guerra entre Tlatelolco y Tenochtitlan en 1473 hayan abierto los pisos y hayan enterrado ahí a quienes murieron en esta batalla. Hay muchas ofrendas con características rituales impresionantes”, indicó.

En 1987 inició el Proyecto Tlatelolco, propuesto y dirigido por el integrante de El Colegio Nacional, Eduardo Matos Moctezuma, en ese entonces Salvador Guilliem se hizo cargo de las excavaciones.

“Para 1989 encontraron 54 ofrendas, 41 entierros, de los cuales 35 o 36 fueron infantes, y más de 2 mil 50 objetos. Descubrimos la escultura de Ehécatl, el dios del viento, y un pedimento a él”, expresó.

Sin embargo, en 34 años de excavación en Tlatelolco no se han encontrado restos de las batallas del contacto de Europa con Mesoamérica.

Entre 2007 y 2008 se descubrió una enorme cantidad de huesos, destaca un entierro colectivo producto de una epidemia de cólera morbus acompañado por restos prehispánicos

“De esas narraciones épicas no hemos tenido esa suerte. La suerte que hemos tenido es ver cómo Tlatelolco se convirtió en la capital de la ‘República de Indios’. Y de 1524 a 1527 se inauguró la primera iglesia, que debe pelearse con Tláhuac sobre cuál es la iglesia más antigua de la Ciudad de México. Seguramente es Tlatelolco, porque en el interior todas las pinturas que se hicieron están representadas por rostros europeos”, concluyó.

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