Cuando estaba en la escuela, no faltaba el compañero chistosito que en el momento menos esperado se paraba junto al pizarrón y hacía rechinar sus uñas contra él.
A todos se nos ponía la piel de gallina, lo recuerdo y la simple imagen mental me da ansia (creo que a más de uno que lea esto, también).
Un nuevo estudio revela que esto no es lo peor que puedes escuchar. Sí, hay cuatro cosas peores.
Un cuchillo sobre una botella, un tenedor sobre un vaso de vidrio, un gis sobre un pizarrón y una regla sobre una botella, son los cuatro sonidos que los participantes encontraron aún más irritantes que las uñas.
Esto ha sido estudiado durante años; el año pasado los musicólogos Michael Oehler de Alemania y Christoph Reuter de Viena, llevaron a cabo una investigación en la que el resultado también indicaba que la aversión a los sonidos –como el de las uñas deslizándose en un pizarrón– se debe a la forma de nuestros canales auditivos y a la psicología.
Pero este nuevo estudio, realizado por científicos de la Universidad de Newcastle en Reino Unido, va un paso más adelante y revela que un sonido como estos nos parece molesto debido a los altos niveles de actividad que se registran entre ciertas regiones del cerebro que procesan la emoción –la amígdala cerebral– y la corteza auditiva, una región que procesa el sonido.
“Parece que hay algo muy primitivo en esto. Puede ser una posible señal de auxilio de la amígdala a la corteza auditiva”, dice Sukhbinder Kumar, autor del estudio.
Investigadores del Centro de Neuroimagen Wellcome Trust de la Escuela Universitaria de Londres (UCL) y de la Universidad de Newcastle utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para examinar cómo respondían a una serie de sonidos los cerebros de 13 voluntarios.
Los cerebros de los participantes fueron escaneados mientras los escuchaban, después los evaluaron del más desagradable (un cuchillo sobre una botella) hasta el más placentero (agua burbujeante). Basados en esto, fueron capaces de estudiar la respuesta del cerebro.
Encontraron que la actividad de la amígdala y de la corteza auditiva varía en relación directa con las calificaciones de desagrado.
La parte emocional del cerebro, la amígdala, sí se hace cargo y modula la actividad de la parte auditiva de éste, de modo que nuestra percepción de un sonido desagradable –como el de un cuchillo sobre una botella–, aumenta comparada con la de un sonido calmante, como el de agua burbujeante.
Señal de alerta
Los científicos afirman que nuestra reacción al sonido de unas uñas deslizándose sobre un pizarrón –que se encuentra en el mismo rango de frecuencia que los gritos y el llanto de un bebé–, podría ser un antiguo instinto de supervivencia.
Un análisis de las características acústicas de los sonidos encontró que cualquier cosa dentro del rango de frecuencia entre 2 mil y 5 mil Hz, resulta desagradable.
“Este es el rango de frecuencia donde nuestros oídos son más sensibles. Aunque aún hay mucho debate en cuanto a por qué nuestros oídos son más sensibles en ese rango, también se incluyen los gritos que encontramos intrínsecamente desagradables”, finaliza el Dr. Kumar.
Los sonidos más desagradables
1. Cuchillo sobre una botella
2. Tenedor sobre un vaso de vidrio
3. Gis sobre un pizarrón
4. Regla sobre botella
5. Uñas sobre un pizarrón
Los sonidos más agradables
1. Aplauso
2. Risa de un bebé
3. Trueno
4. Agua fluyendo