Convencidos de que es momento de tomar conciencia y generar cambios por el beneficio del planeta Tierra, Karen, Lesslie y Rafa, de Los Polinesios, evidencian una realidad que necesita ser expuesta: la crueldad que existe detrás del turismo con animales.
En 2019, los tres tuvieron la oportunidad de viajar a la India y visitar Wild Life S.O.S., un refugio de animales rescatados donde entendieron que detrás de las fotografías en redes sociales con gente conviviendo con animales salvajes existe mucho sufrimiento.
“Nos llamó mucho la atención cómo las personas de la comunidad de ahí estaban ayudando a diferentes especies de animales que estaban en peligro, ya sea por situaciones del humano o de su hábitat”, explica Rafa, en entrevista con Reporte Índigo.
Su visita está documentada en dos videos que ya se pueden ver en su canal de YouTube. El primero está dedicado a los elefantes y el segundo a los osos. En ellos explican cuáles son las torturas a los que son sometidos para que convivan con los humanos en atracciones turísticas.
“Muchos de nosotros hemos sido partícipes por una simple foto, porque no nos damos cuenta del maltrato psicológico que hay hacia el animal, entonces, cuando vimos todo lo que conllevaba queríamos generar un impacto y hacer conscientes a las personas de que detrás de todas las fotografías hermosas en las que vemos a los animales son porque tuvieron que pasar por un quebrantamiento de alma, por un sufrimiento”, comparte Lesslie.
Los animales, desde bebés, son sometidos a un proceso que se llama “matar el espíritu”, donde el objetivo es demostrarles, a través del sufrimiento, que el humano es el que manda. Los dejan sin comer por días en espacios pequeños y aislados, para que se den cuenta que lo único que pueden hacer es obedecer.
Formaron parte del proceso
La mayoría de los animales que llegan a Wild Life S.O.S. lo hacen presentando infecciones, heridas, deformidades o incapacidades, por lo que deben ser sometidos a terapias, pero, sobre todo, a muestras de amor que los hagan olvidar todo lo que sufrieron.
Al llegar al refugio los llevan al hospital para determinar qué atenciones necesitan y su alimentación, para después comenzar con la parte de socialización y cuidados.
“Estos animales han sufrido y ese maltrato tiene secuelas mentales, entonces, cuando no están haciendo nada empiezan a recordar las situaciones que vivieron; justo lo que hacen en el refugio para evitar eso es ponerlos a dar paseos, a buscar su comida, les dan baños y también van al doctor”, explica Rafa.
Durante su estancia, Los Polinesios participaron en varias de las terapias, como bañarlos o lanzarles por todo el espacio cañas de azúcar para mantenerlos entretenidos y haciendo ejercicio.
“También tuvimos que lavar las jaulas donde les dan de comer y duermen los osos y creamos un espacio para que jugaran, como una plataforma de madera. Nos encantó darles de comer, porque a través del alimento transmites tu energía positiva agradeciéndoles que estén vivos y dándoles un poquito de lo que como seres humanos les quitamos”, comparte Lesslie.
Los encargados del refugio son conscientes de que para muchas personas el turismo con animales es una forma de vida, la cual ha sido heredada generación tras generación, por lo que acuden a las comunidades a impartir capacitaciones donde les explican por qué no es válido lo que hacen, pero también a ofrecerles trabajo en el refugio o les enseñan nuevas formas de obtener ingresos.
“Estas personas desconocían que eso estaba mal, simplemente continuaban con la tradición de hacer bailar al oso o de que el elefante llevara en su espalda a turistas o tomarse fotos. Para ellos era algo normal, cuando Wild Life les comunica que el animal tiene un sufrimiento, las personas cambian y muchas se integran al refugio”, dice Rafa.
La ayuda es importante
Las donaciones son importantes para el refugio, porque es la única manera que tiene para mantenerse, sobre todo, ahora que el mundo enfrenta una pandemia y los voluntariados se redujeron y el precio de la comida y los medicamentos aumentó.
“Es crítico, el periodo de la pandemia fue muy difícil, porque ellos tuvieron que diseñar nuevas maneras de alimentar a todos los animales, también tiene leopardos y aves, entonces, tuvieron que modificar la alimentación de los animales y obtener directamente más cosas de la naturaleza, para no irlas a comprar”, señala Rafa.
Lesslie enfatiza cómo todavía no se ha regularizado la parte económica para poder sostener a estos animales, entonces, sí es una lucha de todos los días. “También es parte de nuestra labor poder comunicar y llevar a las personas a donar, no sólo a este refugio, porque seguramente hay muchos en todo el mundo que lo necesitan”, afirma.
Cada aportación es importante, porque, por ejemplo, el refugio necesita, aproximadamente, mil dólares al día para alimentar a un elefante. Ellos comen un pudín hecho de lentejas y medicinas, como antibióticos y analgésicos. O también piloncillo, pepinos y algunas verduras o frutas.
Los Polinesios saben que si quieren luchar por algo es necesario unir fuerzas, por eso lanzaron este llamado para generar conciencia, porque son temas que nadie cuenta o información que no es tan accesible para todos.
“¿Cómo puedo ayudar sin tener dinero? Simplemente pasa el mensaje, compartiéndolo harás que más personas entiendan que esto no está bien, porque es algo que nosotros no sabíamos antes de ir a la India. Habíamos visitado diferentes países y cometimos el error de subirnos a animales, porque desconocíamos esto”, asegura Rafa.
Así que, para ellos, con ya no participar de este tipo de atracciones se genera un gran cambio.
“Unidos somos más fuertes. Es importante hacer conciencia en todo lo que hacemos, cada cosa, cada acción, repercute en algo. Necesitamos cambiar para vivir en armonía y paz con la Tierra, por eso buscamos inspirar a las personas a generar un pequeño cambio a través de acciones que ayudarán a que la naturaleza recupere un poco de lo que le hemos quitado”, concluye Lesslie.
Conexión con los elefantes
Para Los Polinesios, los elefantes son animales majestuosos, fundamentales para la naturaleza, porque, por ejemplo, son creadores de bosque y de caminos.
“Es un animal muy grande que impone, cuando lo vi dije ‘no soy nada, soy muy chiquita’, y después vi sus ojos, su alma, cómo está, cómo se siente, entonces, se creó una conexión muy bonita, a la hora de la comida podíamos quedarnos viéndolos y sintiendo lo que ellos. Todo eso fue increíble”, asegura Lesslie.