Tener una mascota, específicamente un perro, impacta positivamente en la salud física y mental del dueño.
Además de darnos la oportunidad de ampliar nuestro círculo social, cuando lo sacamos a pasear por ejemplo, se ha demostrado que estos animales pueden contribuir a mejorar nuestra salud cardiovascular y la manera en la que respondemos al estrés.
Un estudio realizado en 2002 y cuyos resultados fueron publicados en Psychosomatic Medicine demostró que las parejas de casados que realizaban labores estresantes frente a sus mascotas mostraban menor frecuencia cardiaca y presión arterial que cuando llevaban a cabo la actividad ante su cónyuge.
Y otro estudio, publicado en el 2009 en Family Process, encontró que “las parejas que tienen perros tuvieron mayor bienestar, y aquellos con el mayor apego a sus mascotas –y que confiaron en ellos– les fue mejor”, escribieron los autores. Incluso se observó que el acto de hablar a estos animales “(…) se relacionó con una mayor satisfacción con la vida, la satisfacción marital, la salud física y emocional”.
Otra investigación, a cargo de Pamela Cangelosi, de la Escuela de Enfermería de la Universidad George Mason, reveló que las personas mayores que salen a caminar con sus perros son más propensas a involucrarse en actividad física y a estar en forma.
“Vivir con un animal compañero involucra responsabilidades, el establecimiento de rutinas estructuradas para la alimentación, el ejercicio y el cuidado”, dijo a The New York Times Alan M. Beck, director del Centro para el Vínculo Humano-Animal de la Universidad de Purdue.
“Los beneficios que se obtienen del animal están vinculados con estas responsabilidades”, agregó Beck.