Mar es una niña de 10 años que busca a su hermana Inés, quien hace tiempo desapareció. Junto a su amigo Francisco de Góngora Quevedo y Argote “Gón”, una tortuga imaginaria de caparazón chueco, harán hasta lo imposible, en la obra de teatro (In)Visible, por descubrir quién es el hombre que se la llevó.
Así como Inés, en el país existen más de 40 mil mexicanos desaparecidos, de los cuales, según cifras del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (actualizado hasta el 2018), 6 mil 614 son niños. También se sabe, por cifras de la Red por los Derechos de la Infancia en México (#REDIM) que diariamente desaparecen 4 y asesinan a 3.6 niños.
Por ello, la puesta en escena, que cuenta la historia de Mar, se vuelve un producto cultural necesario, por el cual, los niños y jóvenes, principalmente, conozcan que tienen derechos y que el gobierno tiene la obligación de velar por ellos.
El montaje del texto de Enrique Olmos de Ita, basado en historias reales de Hidalgo, quiere cuestionar al público con preguntas como ¿Invisible o visible?, ¿teatro o ficción?, pero también con los cuestionamientos que se hace Mar dentro de la trama como “¿Las niñas tenemos dueño?, ¿en algún momento de mi vida seré propiedad de alguien?”.
En un país lleno de cifras crudas, la historia invita a ver la profundidad de las relaciones con los otros y la importancia de visibilizarlas en esos momentos en que los problemas sociales se vuelven contra esa intimidad. Invita a ser empáticos y a no olvidar.
“Nos parece urgente contarla y dirigirla a los niños, niñas y jóvenes, aunque es para toda la familia, puede sonar algo extraño que un tema así sea para toda la familia, pero así es, porque la obra le habla a todos los implicados, a padres, maestros, niños y adolescentes; a todos aquellos que nos podríamos ver afectados por algo así”, opina Luis Arturo.
¿Es un tema para niños?
El espectáculo, que cuenta con las actuaciones de Stephanie Molina y Federico Zapata, además de la compañía de Mireya González como músico en escena, utiliza filtros para poder hablar de esta problemática social que sigue aquejando a México, a través de una historia divertida, lo cual genera un choque.
“El texto ya de por sí plantea una distancia, un filtro, porque vemos a una niña que busca a su hermana desaparecida, pero lo hace con ayuda de su amigo imaginario; entonces, ahí ya hay un filtro, que te dice que no es realismo, no te vamos a contar directamente la problemática, sino que poco a poco vamos descubriendo lo que ha pasado”, asegura García.
El papel de “Gón”, la tortuga imaginaria de caparazón chueco, es ayudar a contar la historia a partir de la ingenuidad, porque no creen necesario que la puesta en escena tenga que remarcar o abonar a la violencia, al contrario, la idea es que la gente se siente empática y sensibilizada, por lo que también usan música en vivo, sonidos incidentales, Mar pinta durante la función y eso se va proyectando, es decir, hay ingredientes de lo real en lo teatral.
Todos los filtros que utilizan están pensados para que los niños y jóvenes se lleven, además, un mensaje positivo sobre el valor de la amistad, de la confianza, de seguir buscando, de no olvidar y de nunca darse por vencidos.
El director afirma que su objetivo es, además de visibilizar y sensibilizar, dar herramientas. No tratan de asustar ni de señalar o moralizar, sino de preguntarle al público “¿conoces tus derechos, sabes cuáles son los medios de información o los protocolos que hay que seguir”.
Ya que durante el proceso de investigación, previo al montaje, la compañía teatral se percató de que la ausencia de información sobre esta problemática es brutal. “Obviamente, la gente no espera que eso le suceda, pero es muy fuerte ver cómo ante ese hecho, no se sabe qué hacer, cuando las primeras horas son vitales para encontrar a la persona que está desaparecida”, comenta García.
Sobre la idea de ser invisible o visible, Luis Arturo platica que ellos decidieron, para contar la historia, hacerlo teatralmente visible, es decir, en la obra no hay mentiras, hay una serie de ilusiones que se utilizan para narrar algo, pero el trasfondo de la temática sigue siendo visibilizar esos rostros, hablar de ello, que no sea un tema tabú, porque eso impide que los niños y jóvenes lo platiquen con sus familiares.
García les pide a los padres y maestros que se animen a venir al teatro y traten de darle una experiencia positiva a los niños y a los jóvenes. “No pensemos que la obra de teatro va a dejar una huella negativa, de una experiencia de lo que no quiero que vean, sino al contrario, que va a ser una experiencia para abrir diálogos, para tratar el tema sin moralizarlo y sin regañar a nadie”.
Para el director es una manera de hacer conciencia en común, de hacer que los chicos sean seguros, que se expresen, que vivan una experiencia escénica, porque, finalmente, el teatro para niños y jóvenes es un espacio de diálogo.
La visión en escena
Luis Arturo García es un actor y director de teatro. Actualmente realiza una investigación sobre movimientos migratorios al norte de México.
Estudió Ciencias Políticas en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán y actuación en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM.