La historia de México no podría ser contada sin la riqueza y el valor de sus mercados. Tan sólo en la Ciudad de México existen 329 con 70 mil locales, los cuales se concentran, principalmente, en las alcaldías de Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza.
Es tal su importancia que, de acuerdo con el arquitecto Felipe Leal, sin ellos, una ciudad como la capital mexicana no sería viable.
“Se trata del órgano que le da toda la energía, precisamente, para estar vivos en muchos aspectos”, consideró Leal al moderar “Los mercados, estómagos urbanos”, mesa organizada por El Colegio Nacional como parte del ciclo Siempre Noble y Leal: la Ciudad de México a través de la historia, la arquitectura, el cine y la fotografía.
El arquitecto hizo un breve repaso por la historia de estos espacios públicos de la Ciudad de México. Mencionó, por ejemplo, que el primer mercado se trazó en la actual Plaza de la Constitución durante la época de Moctezuma.
Con el crecimiento de Tenochtitlan, el mercado fue insuficiente y los aztecas construyeron el de Tlatelolco. Ya en la época colonial, en 1703, se inauguró el Parián, dentro del Zócalo, y el Mercado de La Merced empezó a tener un gran auge como distribuidor mayorista.
En 1969, se crean los mercados sobre ruedas, los cuales se concibieron para romper con el intermediarismo y, en 1982, se inauguró la Central de Abasto.
“Ya sea el de San Juan, Xochimilco, Jamaica, La Viga, Sonora, Lagunilla o Tepito, los mercados reflejan la diversidad cultural de la zona en donde se encuentran. Son hitos urbanos, marcas referenciales de una ciudad…una zona entrañable en donde se hallan el gusto y sabor de los alimentos, el apego a las costumbres y hábitos, y otras percepciones como la memoria histórica de la ciudad”, abundó.
Sin nuevos mercados
En la mesa, en la que estuvieron los cronistas Ángeles González Gamio y Jorge Pedro Uribe, y el arquitecto Axel Arañó; Gamio lamentó que, pese a la importancia que los mercados tienen para México, desde hace años no se haya construido uno nuevo.
“Se me hace muy angustioso, porque los mercados no son nada más centros de abasto de alimentos, son mucho más que eso: son centros de socialización comunitaria, donde se crean una serie de redes sociales, se hacen parentescos, compadrazgos y redes de solidaridad social”, dijo.
La especialista señaló que, se calcula, hay por lo menos 280 mil personas trabajando en torno ellos, pero se les ha abandonado completamente, a pesar de que en 2016 se emitió una declaratoria que los establece como Patrimonio Intangible de la CDMX.
“Los mercados son los grandes custodios de las tradiciones, habría que presionar mucho a todas las autoridades, porque se les tiene que dar un apoyo muy fuerte a los mercados”. Y agregó que, pese al terreno que pierden frente a las grandes cadenas de autoservicio, “siguen vivos, siguen con fuerza”, externó.
De la múltiple importancia que los mercados tienen para una urbe, el cronista Pedro Uribe enlistó algunos ejemplos: en primer lugar, indicó, se pueden considerar un buen termómetro económico y social.
“No sólo evidencian la inflación, también se transparenta el gusto, la cultura de una zona, los rótulos, la gráfica popular, incluso las leyendas, las creencias religiosas: no hay mercado sin altar guadalupano, son ricos en personajes, están los merolicos. Además, es posible respirar, atestiguar el México viejo, a lo mejor de forma más patente que en los museos o en las iglesias”, consideró.