Los medios y la política, un juego de poder
La obra A ocho columnas, de Salvador Novo, narra la historia de un joven reportero que tiene que elegir entre hablar con la verdad y ser fiel con su ética o servir a los intereses del periódico y de sus dueños
José Pablo Espíndola¿Cuál es el verdadero poder de los medios de comunicación?¿Cómo se vive dentro de una redacción? ¿A qué se enfrentan los periodistas para poder informar a la gente? Todas esas preguntas son contestadas en la obra de teatro A ocho columnas, que desde la visión de Salvador Novo, muestra un mundo lleno de corrupción, donde el juego entre la prensa y la élite política afecta a la sociedad.
“A ocho columnas es una obra que sucede en los años 50, Salvador Novo la escribió y la estrenó en el 56. Todo ocurre en la sala de espera de la oficina principal del periódico más importante del país en la ficción, se llama El Mundo”, cuenta Blanca Loaria, productora ejecutiva del montaje.
Todo la trama gira alrededor de un reportero joven y entusiasta que desea realizar, por primera vez, un reportaje firmado con su nombre, pero enfrenta una disyuntiva, elegir hablar con la verdad y ser fiel a la ética que le enseñaron o moldear su información con los intereses del periódico y de los poderosos.
El montaje expone al público una lucha sobre qué es más importante para poder sobrevivir, ¿hablar con la verdad o estar con el poder?
“El tema es sumamente vigente, si bien los mecanismos se han transformado, es decir, ahora ya la prensa escrita no es el medio más usado para enterarse con los mismos números de hace 20 años, sigue siendo el mismo problema. En algún momento, tal vez eran uno o dos los medios que monopolizaban toda la información, pero ahora existe el espejismo de que tenemos mucho más acceso a lo que sucede”, explica.
Para Loaria, el problema ya no es la monopolización de la información, sino la manipulación que se hace de ella. Asegura que muchos medios inventan noticias, porque ya no importa si la nota es cierta o no, lo primordial es ver quién consigue llegar a un mayor público, quién tiene más likes o más retuits.
“Los mecanismos tal vez cambiaron, pero sigue habiendo un toque de poder que decide qué es lo que el grueso de la población debería de saber, o no, sobre determinados temas, y se vale de lo que tiene a la mano para poderlo realizarlo”, argumenta Blanca Loaria.
Esta obra teatral se estrenó, por primera vez, el 2 de febrero de 1956, en el Teatro La Capilla, y fue dirigida por Salvador Novo.
En el mismo año, se editó por la editorial Los textos de la Capilla.
La actualizan para la época
A ocho columnas fue adaptada y dirigida por Fernando Bonilla, quien decidió conservar la forma de hablar de la época y mantener el texto casi integro de Salvador Novo, porque era “un extraordinario dialoguista”. Lo que sí hizo, fue cortar un poco la obra.
“Es bastante particular que su beta como dramaturgo esté olvidada, porque era bueno. Salvador Novo escribió en los 50, en ese sentido, sí es una obra que tiene mucho la forma del teatro de aquel entonces, por lo que Fernando se dio cuenta que era necesario sintetizar un poco ciertos momentos, porque si no, para los públicos jóvenes, pudiera parecer un poco discursiva”, aclara la productora.
Bonilla consiguió una adaptación con una mayor ligereza, muy fiel a la original y que permite contemplar la visión de Novo.
Cuando el equipo se adentró en el texto, confiesa la productora, decían que “no podían creer que eso hubiera sido escrito hace más de 50 años”, porque es un tema muy vigente.
“La verdad es que en 60 años o más, las cosas han cambiado mucho y hemos visto fenómenos de comunicación más brutales que los que plantea Novo. Una de las decisiones muy acertadas de Fer Bonilla fue tratar de que el espectador se sintiera en una película del cine de Oro, de los 50, como una cápsula del tiempo, y en ese sentido, puede llegar hasta ser ingenua si la comparamos con hoy en día, pero lo importante es el trasfondo, hay un par de escenas que parecen que son del noticiario de hoy en la mañana”, comenta.
Además, reconoce que en 60 años, los poderes siguen estando en las mismas personas que quieren imponer su voluntad e intereses de la misma manera.
La obra es un melodrama que muestra muy claro la lucha entre el bien y el mal; sin embargo, los personajes están matizados. Es una historia divertida que conserva el humor ácido de Salvador Novo.
“Cuando Novo escribe esta obra lo hace porque recién había salido del periódico Excélsior, lo habían despedido. Entonces, él plantea su visión y la experiencia que tuvo en su paso por este periódico y por otros”, reconoce.
Para el elenco, conformado por Luis Miguel Lombana, Sophie Alexander Katz, Alondra Hidalgo, Pedro de Tavira, Jerónimo Best, José Carriedo y Arnoldo Picazzo, los medios de comunicación siguen creyendo que lo único importante es vender, y para hacerlo, están convencidos de que el camino más fácil es inventando, exagerando o alterando la realidad, cuando tendrían que atreverse a preguntar si eso es cierto.
A ocho columnas se escenifica los jueves y viernes, a las 20:00; sábados, a las 19:00, y domingos, a las 18:00 horas, en el Teatro Orientación, del Centro Cultural del Bosque.
El reto de llegar a escena
Blanca Loaria, productora ejecutiva del montaje, dice que hacer teatro en México es toda una proeza, porque hay una deuda del estado con las política públicas, específicamente con las de educación.
“Cada vez hay menos dinero, menos apoyos, cuando viene un recorte presupuestal, lo primero a lo que se le quita es a festivales, a producciones, a programaciones artísticas. Hay un movimiento muy interesante, de unos años a la fecha, en el que se está volviendo al asunto de la inversión privada; sin embargo, es un panorama que se está construyendo todavía, sigue siendo difícil llegar a las empresas y que ellas se interesen en invertir y gastar en producciones de teatro”, asegura Loaria.
Por ejemplo, para que A ocho columnas llegara al teatro, tuvieron que pasar más de dos años para que el equipo tuviera los recursos y pudieran montarla.