El 27 de febrero de 2010 Chile sufrió una de las peores catástrofes en su historia, un sismo de 8.8 grados paró la ciudad de Santiago, provocando una crisis social y sin suministro eléctrico, algo que invariablemente afectó al guitarrista chileno Matías Amocain de Los Jardines Humanos.
A través del lenguaje musical y la composición quiso expresar su sentir para lanzar el EP Buenaventura, proyecto que le llevó un mes de trabajo intenso y, con el cual, pudo reunirse con músicos que le ayudaron a grabar las canciones, así, bajo esta experiencia, se conformó la banda Los Jardines Humanos.
“El terremoto fue una situación muy intensa que a mucha gente le hizo reflexionar sobre que pudimos haber muerto, te hace verdaderamente pensar en la vida. Junto con un productor hicimos el disco, se grabó y editó en un mes; el primero en unirse fue el bajista Julio Denis, así con esa experiencia se conformó el grupo”, relata Amocain.
Después de realizar varias presentaciones en vivo, la banda fue tomando fuerza en la escena chilena. Posteriormente, gracias a Mauricio Durán, vocalista y compositor de Los Bunkers, los recomendaron a medios mexicanos, hecho que generó un impacto en el país, creando una relación cercana con México.
Aunque tuvieron que parar su carrera musical en 2014, dejando un disco sin editar, Matías detalla que eso no implicó que dejara de componer. Estas piezas, que se unirán a las composiciones que ha estado trabajando durante el año pasado y parte de 2021, saldrán en un nuevo disco para el mes de septiembre del presente año; además, preparan su retorno para 2022.
“Esperamos agarrar vuelo cuando todo vuelva a la normalidad, quizá no hacer todo el circuito de antes, sino subir la apuesta y tocar en algunos festivales como Lollapalooza e ir a México a un Vive Latino, porque es un país con el que hemos sentido una conexión musical, sentimos que es muy culto musicalmente y donde se respeta y valora la diversidad de propuestas artísticas”, abunda.
Actualmente, la banda celebra 10 años del lanzamiento de Buenaventura promoviendo su material en Spotify, algo que los motiva para seguir su carrera, pues, a tan sólo tres semanas, ya contaban con 15 mil oyentes, algo inusual, dice, para una banda indie.
Estos momentos de confinamiento le han servido a Matías Amocain para vivir una introspección, a estar consigo mismo y a componer. Los primeros seis meses, confiesa, no se acercó a su guitarra porque se activó un “mecanismo de supervivencia”. Como a la mayoría, ver las noticias y enterarse de las muertes le afectó, sin embargo, la guitarra fue su refugio, una especie de terapia para encontrarse y tocar canciones por un simple gusto, desde melodías de Tom Petty a Los Ángeles Negros.
Este proceso lo ayudó, hasta ahora que se encuentra en Estados Unidos para seguir componiendo, produciendo y preparándose para el regreso de Los Jardines Humanos.
“La vida es ahora y hay que ir, como dicen en Chile, con todo o sino para qué. Vivimos tiempos urgentes e inciertos, no sabemos si esta es la primera pandemia, si se va a controlar y el impacto que va a tener. Caímos en cuenta de la fragilidad de todo, de la vida, de lo que creíamos que estaba en orden; esta época la vamos a ver en 50 años como un hecho histórico, por eso, todo esto aparece en las canciones, no es trivial, pues ha pasado sangre, sudor y lágrimas durante este año”, finaliza Matías Amocain.
Los jardines humanos son un homenaje
Su nombre es un tributo al nombre de una de las canciones de Violeta Parra.
“Para nosotros Violeta es la madre del folk latinoamericano, porque es una artista multidisciplinaria, un icono máximo en todo sentido, fue la primera en tantas cosas, la admiramos en tantas cosas, es nuestra forma de honrar tus raíces, asegura Matías Amocain, líder de la banda Los Jardines Humanos.
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