En 25 años, cuando Elizabeth II ya no esté en el trono, Keith Richards haya por fin sucumbido a su destino final y Paul McCartney ya no pueda cerrar con “Hey Jude” cada uno de los grandes eventos británicos, alguien más va a tener que hacerse cargo de ese tipos de compromisos.
La respuesta –aunque puede no gustarles a muchos– la descubrimos este verano. Coldplay ganó la batalla de las bandas y sobre ellos recaerá esa responsabilidad.
En la ceremonia de clausura de los Juegos Paralímpicos de Londres, demostraron que son la única banda de su generación que tiene la suficiente cantidad de éxitos para generar un soundtrack consistente a la altura del evento.
Chris Martin dice que tienen cuatro canciones que son innegables: “Yellow”, “Clocks”, “Fix You” y “Viva La Vida”. No sé que me sorprende más: el hecho de que, en una era donde la música de nicho es la norma, una banda todavía pueda tener más de dos éxitos universales, o que haya dejado fuera a “The Scientist”.
Su nuevo álbum en vivo está empeñado en reflejar que el verdadero poder de Coldplay está en su capacidad de hacer que un estadio pueda hacerse íntimo. El coro de canciones como “Paradise” está diseñado precisamente para esto. Todos esos “Oh-Oh-Ohs” no están ahí en vano. Existen para hacer al público parte del show.
La capacidad que tiene el grupo londinense para dominar estadios está en avasallarlos hit tras hit, tras hit, más que en el raro encanto de Chris Martin como un frontman renuente o el uso indiscriminado de confeti que brilla en la obscuridad.
A menos de que los hologramas de artistas fallecidos se vuelvan la norma, Coldplay será la banda encargada de cerrar grandes eventos.
Nos vemos en el aniversario de plata del futuro Rey Guillermo, seguro al final sonarán las campanas de “Viva La Vida”. Así Coldplay confirmará su posición como los herederos de la posición de honor en los cierres de eventos masivos.
