Lo que no te mata, ¿te hace más efectivo?

Tan solo pensar en el término “estrés” es motivo de estrés. La tensión emocional, mal canalizada, afecta nuestra calidad de vida, acelera nuestro reloj biológico y deteriora nuestra salud física y mental. Sí, nos podemos enfermar por estrés.

Incluso se ha demostrado que la secreción crónica de cortisol (la hormona del estrés) en el cuerpo daña la estructura y el funcionamiento del cerebro. Específicamente, a mayor depresión y bajo estrés crónico, se puede reducir el tamaño de este órgano, en respuesta a la pérdida de conexiones neuronales.

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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El estrés puede ser lo que más nos perjudique. Pero, según expertos, también es fundamental para el crecimiento físico y psicológico
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Tan solo pensar en el término “estrés” es motivo de estrés. La tensión emocional, mal canalizada, afecta nuestra calidad de vida, acelera nuestro reloj biológico y deteriora nuestra salud física y mental. Sí, nos podemos enfermar por estrés.

Incluso se ha demostrado que la secreción crónica de cortisol (la hormona del estrés) en el cuerpo daña la estructura y el funcionamiento del cerebro. Específicamente, a mayor depresión y bajo estrés crónico, se puede reducir el tamaño de este órgano, en respuesta a la pérdida de conexiones neuronales.

Pero, por muy increíble que parezca, el estrés también puede brindar beneficios. 

“El estrés es paradójico”, dijo a The Wall Street Journal Alia Crum, investigadora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia. “Por un lado, puede ser lo que más nos perjudique. Por otro, es fundamental para el crecimiento psicológico y físico. Nuestro sistema de creencias, la óptica a través de la que elegimos ver y enfrentar el estrés, cambiará el desenlace”.

Crum encabezó un estudio publicado en marzo de este año en Journal of Personality and Social Psychology, en el que demostró que los empleados de una compañía de servicios financieros que tomaron una actitud positiva ante el estrés, reportaron un menor número de síntomas de salud, como dolor de cabeza y tensión muscular. 

También mejoraron su desempeño laboral, además de experimentar una respuesta fisiológica más saludable al hacer frente a situaciones difíciles. 

El estrés lo puede todo

Otro estudio realizado por investigadores de la Universidad del Sur de California, publicado en junio de este año en Journal of Social Psychology reveló que pese a que el estrés debilita el autocontrol o la fuerza de voluntad, estar bajo presión también puede fortalecer nuestros buenos hábitos, y no solo las malas conductas.

En uno de los experimentos que fueron encabezados por el doctor en psicología David Neal, se evaluaron los hábitos de alimentación y de lectura de 65 estudiantes, a lo largo de 10 semanas. 

Los investigadores compararon qué tanto se adherían los estudiantes a estas prácticas durante los periodos de exámenes, así como en tiempos en los que no tenían que hacer frente a esta situación de presión y estrés. 

Se encontró que tanto los jóvenes con malos hábitos –su desayuno consistía en pastelillos y hotcakes–, como aquellos que llevaban un estilo de vida más saludable –iban al gimnasio y elegían alimentos nutritivos–, se involucraron aún más en sus conductas habituales cuando estaban estresados.

“Hacer suficiente ejercicio, alimentarse bien, tener un horario de sueño adecuado, no fumar, todo esto debería convertirse en una parte irreflexiva y automática de tu día”, señaló a TIME Wendy Wood, coautora del estudio.  “De ser así, entonces podrás continuar a llevar (la rutina) a cabo, incluso cuando tu fuerza de voluntad esté baja y no tengas la energía para ‘hacer lo correcto’ para tu salud”. 

‘No pain, no gain’

Al igual que el estrés –que nos enferma y también nos brinda beneficios–, el dolor también tiene su lado “positivo” para el bienestar físico y la salud mental.

“Sin dolor no hay ganancia es la regla cuando se trata de obtener felicidad al aumentar nuestra capacidad en algo”, señaló Ryan Howell, profesor de psicología de la Universidad Estatal de San Francisco. 

Howell es autor de un estudio publicado en el 2009, en Journal of Happiness Studies, que reveló que, aunque “sudemos la gota gorda”, cuando vemos el resultado final, nos sentimos contentos y satisfechos.

También se ha demostrado que el dolor que siente una persona cuando sufre un infarto envía señales a las células madre del cuerpo, para reparar el daño provocado durante este episodio, donde se obstruye una arteria coronaria y se interrumpe el flujo de oxígeno y sangre al corazón.  

“El dolor es un proceso muy complejo, apuntó Hélène Wilson, asesora de investigación de la Fundación Británica del Corazón. “No solo es una manera en la que el cuerpo avisa que algo está mal; también puede ser una señal de que el cuerpo está haciendo todo lo posible para solucionar el problema”. 

Cansados somos más creativos

El cansancio también tiene “mala fama”. Cuando estamos agotados sentimos que “ya no carburamos”.

Pero existe evidencia de que cuando no “estamos al 100”, podemos dar rienda suelta a la imaginación y explotar nuestro lado creativo. 

Cindy May, profesora de psicología de la College of Charleston, explicó en Scientific American que la distracción es clave para el pensamiento divergente. 

¿La razón? Cuando estamos menos concentrados en nuestro trabajo, “podemos estar receptivos a una mayor amplia gama de información”. Esto nos permite “tener acceso a más alternativas y a diversas interpretaciones, fomentando así la innovación y las ideas”.

Entre más pervertido, ¿más creativo?

Los pensamientos depravados o “cochambrosos” suelen ser bloqueados por ser “prohibidos”, pero lo cierto es que cuando se suprimen, también se está boicoteando la creatividad.

Así lo demostraron investigadores de la Universidad de Illinois, luego de comparar el trabajo creativo de un grupo de hombres de distintas religiones. 

Los protestantes que fueron expuestos a palabras como “castigo” o “vetado”, realizaron un mejor trabajo cuando se les solicitó hacer una escultura de barro y escribir un poema que aquellos de la misma religión a quienes se les presentaron palabras como “limpio”, “recompensa” y “virtud.  

Este efecto no fue el mismo con católicos y judíos. Los investigadores explican que los protestantes sí suprimen los sentimientos relacionados con tabúes sexuales, canalizan este esfuerzo por medio de expresiones artísticas. A diferencia de los católicos o los judíos, que al reprimir estas emociones, lo hacen a través de la culpa. 

 

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