Esta ficción está situada en Norogachi, Chihuahua, y aborda la vida de un ex sacerdote que decide formar una familia en el corazón de la sierra. Foto: Especial

Lo demás es silencio, una novela sobre la resistencia de los rarámuris ante la violencia

La dramaturga Camila Villegas debuta como novelista con este relato que aborda la construcción de la identidad y las creencias en la Sierra Tarahumara

Al terminar la universidad, Camila Villegas (1974) emprendió un viaje a la Sierra  Tarahumara que la marcó en diversos aspectos de su vida. Los dos años que pasó trabajando en esas montañas definieron su oficio como dramaturga y escritora.

La vida de los pueblos originarios y las problemáticas que rodean a este territorio que desde hace unos años ha estado bajo asedio del crimen organizado han encontrado forma en sus textos dramáticos y ahora en su primera novela: Lo demás es silencio (Tusquets, 2024).

Situada en Norogachi, Chihuahua, el relato se centra en la vida de un ex sacerdote que renunció a sus votos para formar una familia en el corazón de esa sierra. Las transformaciones de la vida cotidiana de esta comunidad rarámuri, sus creencias y relaciones con lo foráneo, los males antiguos que se han enraizado y la irrupción del narcotráfico en las últimas décadas subyacen en esta ficción que podría ubicarse en cualquier rincón de este país alcanzado por la violencia.

No obstante, aquí ese mal que ha trastocado la geografía serrana aparece más como una bruma, pues esta novela busca ser un relato sobre la resistencia de una comunidad rarámuri frente a la adversidad:

“Creo que, por sobre todas las cosas, es una historia de vínculos porque la esperanza está en los vínculos que forjamos en nuestra cotidianidad, con las personas que tenemos cerca. Solo ahí, en comunidad, es donde vamos a ser capaces de resistir a todo lo otro. Me refiero a un sentido comunitario muy profundo que es el que se plantea en la novela. El personaje principal es la comunidad con todas sus caras y todas sus voces, donde ninguno existe sin el otro”, dice en entrevista con Reporte Índigo la autora.

Pensar el narcotráfico y la violencia desde otro lugar

La escritora sostiene que el lenguaje construye el mundo, por lo que, aunque decidió contextualizar esta ficción en una región asediada por el narco, evitó mostrar de manera explícita la violencia y los horrores de esa realidad que ya ha sido contada y reinterpretada en decenas de contenidos que alimentan la llamada narcocultura.

“Hay que ser muy cuidadosos en qué mundo estamos construyendo con nuestro lenguaje. Creo que la primera posibilidad para un cambio es la imaginación. A mí no me interesaba subrayar algo que ya no quiero que exista”, plantea.

No quería hablar del narco, creo que ya se dijo lo que se ha tenido que decir y tenemos que empezar a pensarlo desde otro lugar. Aquí es desde la visión de la comunidad, no podía guardar silencio de esa realidad porque está ahí. En la novela, la violencia funciona como una neblina, pero no estamos contando su historia, ni que caras tiene, tampoco nos interesa lo que tiene que decir, porque ya hay suficientes narconovelas, series de narcos, películas al respecto”.

“Me interesa subrayar los vínculos en la comunidad, el tejido con el que está construido día a día. Además, son historias que no conocemos tanto, más que por algunas películas o cosas que han ido saliendo en los últimos años, como que se empieza a hablar mucho sobre las corredoras, dándoles una única característica rescatable, que sí, efectivamente, son grandes corredoras de ultramaratones y de distancias largas, y es admirable, pero son más que eso”, agrega.

Villegas también explora la Sierra Tarahumara y la manera en que los rarámuris conciben la justicia en la obra Jacinto y Nicolasa, que se presenta hasta el 4 de agosto en el Teatro Xola Julio Prieto

Sobre su proceso de escritura y la influencia del teatro

La dramaturga comparte que de esa experiencia viviendo en la Tarahumara todavía mantiene una relación cercana con pobladores de esas comunidades indígenas, por lo que, a pesar de que vive en la Ciudad de México, está al tanto de lo que sucede en ese entorno.  “Estoy completamente enamorada de ese lugar y de esa gente. Aún tengo una comadre y una ahijada allá. Por esos vínculos me di permiso de abordar este tema, de hablar del otro”.

Sin embargo, asegura que el detonante de esta ficción no fue exactamente su experiencia entre los rarámuris, sino sus inquietudes en torno a la construcción de la identidad:

“Lo que quería contar era la historia de cómo se construye la identidad, la espiritualidad, las creencias, la conexión con uno mismo y con el entorno. Esas preguntas no las podía responder en un contexto estéril porque sólo pueden responderse de cara a la realidad y, en este país, la realidad está atravesada por la violencia, como sucede en esta comunidad  y los personajes de la novela, que se van construyendo en ese entorno donde, además de ser una comunidad rural pequeña en la Sierra Tarahumara, la violencia es mucho más evidente”.

Con una larga experiencia en el teatro, Camila Villegas se ha distinguido por escribir piezas teatrales que abordan temas sociales, como la trata de mujeres, la violencia y la injusticia. Algunas también tienen como contexto las comunidades rarámuris, como Jacinto y Nicolasa, que en 2020 fue premiada por el International Reading Festival de la Universidad de Columbia, Nueva York, y que actualmente se presenta en el Teatro Xola, bajo la dirección de Alberto Lomnitz.

Por eso, al escribir esta novela no ha escapado de la influencia del teatro.  “A la hora de escribirla había una cosa más intuitiva. Ahora que ya está publicada, ya puedo pensar y racionalizar qué hice pensando en el teatro y creo que el narrador tiene un punto de vista especial. Es un ejercicio teatral, como el que hacen los actores al meterse en el personaje para estar en la escena”, comparte.

“Creo que el teatro me ayudó porque cuando uno está encarnando el personaje, en este caso el narrador, hay la posibilidad de oler, de sentir la parte táctil, la parte sonora y eso está a lo largo de la novela. Los personajes ven la neblina, sienten la masa en sus manos, huelen el ocote, el humo, escuchan los trinos de los tordos, la caída de las cascadas”.

Más que corredores de maratones

La escritora cuestiona la mirada reduccionista y condescendiente que existe hacia los pueblos originarios, producto de una visión indigenista que se ha perpetuado por siglos. En el caso de los rarámuris, dice, “no podemos reducirlos a que son corredores porque ni siquiera todos lo son; habrá algunos que ni les interesa. Incluso se les pone un aura de bondad absoluta y claro que no, yo trabajé en un CERESO y el 70 por ciento de los que estaban ahí eran rarámuris. 80 por ciento de ellos estaban ahí por homicidio. Tampoco se trata ya de romantizar a ningún grupo humano, por sobre todas las cosas somos seres humanos”.

La autora

  • Fundadora de Tepalcate Producciones y Teatro sin Arnés.
  • Sus textos dramáticos han sido montados en Estados Unidos, Canadá, España, Portugal, Colombia, y en varios estados del país.
  • Algunas de sus obras son Jacinto y Nicolasa; Que dios reparta suerte, Señor Claríni, La Ciénega de las Garzas, Instrucciones para jugar de memoria, Nos lleva el tren; Él era Capricornio, entre otras.
  • Lo demás es silencio es su primera novela.
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