Llevan los problemas de la adolescencia a escena con la obra ¿En qué estabas pensando?
¿En qué estabas pensando?, obra para jóvenes audiencias que habla sobre el despertar sexual, la popularidad, la soledad, el amor y el desamor como puntos de encuentro y desencuentro entre tres amigos que han dejado de ser niños, se presenta en el Teatro El Galeón
Karina CoronaUn campo muy poco explorado de la dramaturgia es adolescencia, pues faltan propuestas que atiendan su sensibilidad, ante ello, la obra ¿En qué estabas pensando?, del dramaturgo Saúl Enríquez, es una pieza contemporánea donde existe un tratamiento emocional cercano al mundo de los jóvenes que habla de sus inseguridades, sueños e insensateces.
Este montaje regresa al escenario en el Teatro El Galeón, del Centro Cultural del Bosque, a través de la compañía Cuaternario Teatro. En entrevista, el actor Ricardo Cruz explica sobre la necesidad de que se promuevan dramaturgias dirigidas a este sector.
“Sí hay una profunda falta de eventos culturales pensados para un público de secundaria, hay muchas producciones, series, pensadas para niños, de kinder y primaria y de bachillerato, pero para este periodo complicado, entre 13 a 16 años, no hay mucho, y sí es importante hablar sobre lo que ellos están atravesando”, relata Ricardo.
Después de haber vivido un confinamiento en el que se pasaron momentos de soledad e incertidumbre, el actor considera que esta obra llega de manera oportuna, porque puede ser el pretexto para orientarlos a comprender la vida y entender las circunstancias que ellos están viviendo.
“Esta obra atiende la necesidad de los jóvenes de modificar la manera en cómo los percibe el mundo, cómo se presentan y son capaces de tomar decisiones, unas equivocadas y es común, muchos empiezan a fumar, beber. Pero se vuelve complejo porque hacen falta guías, referentes, cosas sobre las que se puedan apoyar para construir su propia identidad”, precisa.
Para Cruz, durante la adolescencia, además de los cambios físicos, también llegan todas las dudas, la rebeldía y la toma de conciencia sobre sí mismos.
Por ello enfatiza en el poder del teatro, del acompañamiento, y el poder de la comunicación entre padres e hijos.
La propuesta cuenta la historia de tres amigos, Toto, Laika y Albert, todos estudiantes de secundaria. Toto está enamorado de Laika, pero se siente un ser invisible. Albert es más grande que ellos, y siempre se mete en problemas, ya que busca llamar la atención de sus padres. Cuando ellos se conocen, terminan metiéndose en graves problemas.
“Tuve la oportunidad de trabajar con adolescentes, porque también soy docente y algo que he notado es que están comenzando a tener problemas en sus habilidades sociales, por lo que sí considero que el teatro es la oportunidad de resarcir ese daño que se generó.
“Da la posibilidad de salir y comentar qué fue lo que sucedió, abre el diálogo y refleja cómo los adolescentes se están relacionando entre ellos mismos y con su entorno, cómo se están conociendo. Si bien están en crisis por la misma adolescencia, los lleva a plantearse preguntas sobre su propia identidad, su sexualidad”, abunda.
Incluso, en una de las partes de la pieza escénica se puede ver con los mismos personajes esta búsqueda por la intimidad, algo que, a decir del actor, con la pandemia se exploró poco.
“Uno de los personajes quiere tener cierta intimidad para su propia exploración y desarrollo, pero que no se siente escuchado por sus papás y abuelos, y esta pandemia agravó estas situaciones al estar encerrados en un mismo espacio, que no son adecuados para trabajar, estudiar o vivir cotidianamente”, explica.
Al recordarse en sus 13 años, Ricardo le diría a su versión joven que fuera más paciente y cauteloso con sus decisiones tomadas, pues al haber vivido momentos de prisa considera que se perdió de varias cosas valiosas.
“Me hubiera encantado saber todo lo que ahora sé, porque hubiera tomado decisiones un poco más sabias. Creo tendría que haber sido más paciente con otras cosas, saber esperar y escuchar para poder disfrutar; pienso que eso se debe a que los adolescentes no son escuchados por los adultos y debemos aprender a escucharnos”, puntualiza.