Literatura Latinoamericana: Desmitificando Estereotipos y Exotización

La escritora boliviana Liliana Colanzi comparte su perspectiva sobre la politización de la literatura y la importancia de evitar restricciones temáticas en la escritura
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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Liliana Colanzi es una escritora boliviana que ha dejado una marca distintiva en la literatura contemporánea con su enfoque en el género de terror y lo fantástico. Nacida con una curiosidad innata, Colanzi ha explorado temas profundos y complejos a través de la lente de lo sobrenatural en sus obras, utilizando elementos de horror y fantasía para abordar cuestiones fundamentales.

Una de las características notables de Colanzi es su pasión por la observación y el cuestionamiento constante. Al igual que sus personajes, ella se sumerge en la curiosidad, explorando las preguntas más indiscretas y manteniendo su mente en constante movimiento. Aunque muchos recurren al café para estimular su creatividad, en cambio, prefiere caminar, especialmente en el bosque, como una forma de inspiración y reflexión.

“Creo que soy, ante todo, una persona curiosa. Quizás por eso también me gustan los gatos que son animales asociados a la curiosidad. Siempre me ha gustado mirar, ahí donde nadie más está mirando, preguntar las preguntas quizás más indiscretas y también mi cabeza siempre está en movimiento”, confesó durante una charla que tuvo hoy con la escritora Dehlia de la Cerda, como parte de las actividades del Hay Festival 2023.

La lectura ha sido una compañera constante en la vida de Colanzi, y desde joven sintió una atracción innata hacia la escritura. Sin embargo, su viaje como escritora no fue convencional, ya que provino de una familia no particularmente lectora y no tenía modelos cercanos como escritores.

Esta falta de un camino trazado hizo que su vocación estuviera envuelta en una nebulosa de preguntas sobre cómo ser una escritora y cómo dedicarse a esta vocación. Durante sus primeros años como escritora, Colanzi a menudo se encontraba siendo la única mujer en la mesa, en los paneles y en los catálogos editoriales, pero con el tiempo, la situación ha comenzado a cambiar, aunque aún hay mucho trabajo por hacer en la inclusión de autoras en la literatura.

“Cuando yo empecé a escribir, era todavía una niña, y no conocía absolutamente a nadie que se dedicara a esa actividad. Vengo de una familia que no era particularmente lectora.

“Yo no crecí con gente que leyera ni que estuviera interesada en la literatura, sin embargo, fue siempre algo que a mí me atrajo, pero para lo cual no tenía modelo”, platicó.

Colanzi también ha destacado la importancia de descubrir y reconocer a autoras que han sido marginadas en la historia de la literatura latinoamericana. A través de su exploración literaria, se dio cuenta de la sorprendente y transgresora obra de autoras como Amparo Dávila, Silvina Ocampo y María Virginia Espensoro, quienes influyeron en su propia escritura y le mostraron nuevas perspectivas sobre la infancia, la opresión y la sexualidad.

En sus propias obras, Colanzi emplea elementos del terror y la fantasía para abordar cuestiones más profundas y complejas. Su cuento “La Cueva” es un ejemplo de cómo utiliza la especulación y la irrealidad para explorar el tiempo en una escala vasta y las criaturas que han compartido el planeta a lo largo de la historia.

“Cuando empecé a escribir, mi situación era generalmente la de la única escritora en la mesa, en los paneles, yo era la única mujer. Incluso en la editorial que me publicó, yo era la única escritora del catálogo, y durante muchos años fui también su única escritora mujer. Y esa situación creo que afortunadamente ha cambiado, y espero que no volver. En las currículas académicas también era muy raro ver la obra de escritoras mujeres, generalmente todos los autores que leíamos eran varones.

Para mí fue una tarea ya de adulta reformular el canon latinoamericano que me había sido transmitido como una historia absolutamente masculina, e ir en busca de esas ancestras, e ir en busca de esas autoras que me habían precedido, y que habían sido borradas de la historia de la literatura latinoamericana. También fue un motivo de bronca, porque estas autoras no han estado siempre ahí. No su olvido, porque olvido nos remite a una acción involuntaria, de la que no se tiene conciencia, no olvidar de algo, no parece que es la culpa de olvidarse, pero prefiero la palabra borradura o silenciamiento que habla más bien de una ignorancia activa, un deseo de eliminar a ese otro, en este caso a esas otras”, comunicó.

Liliana Colanzi comparte sus reflexiones sobre la politización de la literatura y la importancia de abordar una variedad de temas en lugar de ser limitada por expectativas preconcebidas:

En cuanto a la politización de la literatura, Colanzi sostuvo: “A mí me parece personalmente positivo que haya una politización de la literatura y que se esté hablando de estos temas. Publicando estos temas, aunque la literatura no solamente es un tema, no también la literatura es un aspecto formal que está presente también en estas obras de mujeres, por eso no estoy de acuerdo con estas ideales.”

Además, señaló: “Ya hayas publican solamente porcentaje de feminicidios o viven. El único lado peligroso que le veo a esto es que se espere de las escritoras cierto tipo de narrativa o cierto tipo de temática.”

En ese sentido, Liliana Colanzi advirtió sobre el riesgo de la imposición de temas específicos: “El único peligro que veo es que se nos exija escribir sobre ciertos temas. Mientras que a los hombres escritores varones no se espera que escriban solamente de determinada forma o que encajen en cierto tipo de narrativa, hay una escritora brasileña, Paula Mayá, que tiene toda una serie de libros ambientados en lugares marginales y periféricos de Brasil en su mayoría protagonizados por hombres”, dijo.

La autora de “Nuestro mundo muerto” también dio sus observaciones sobre cómo la literatura latinoamericana a menudo se simplifica y estereotipa desde una perspectiva estadounidense:

Con respecto a la simplificación de la literatura latinoamericana, comenta: “Se está pasando un poco hacia la exotización como a la latinoamericana que habla de la violencia de los machos latinoamericanos o como Latinoamérica, la región o el territorio de la violencia de los salvajes, no de los no modernos, de lo anti moderno, como si no fueran estos problemas que también atañen a otras partes del mundo como si los hubiéramos originado nosotros o como si esos problemas no fueran más bien resultados de condiciones de desigualdad que crean aquellos otros países del Norte global.”

Por último, Liliana habló sobre su experiencia tras ganar el VII Premio Internacional Ribera del Duero y cómo esto transformó su carrera:

“Ganar el premio me dio legitimidad y abrió puertas que antes estaban cerradas. Cambió la forma en que las editoriales me veían, y sí, algunas editoriales que previamente me habían rechazado se acercaron después de ganar el premio.

“Como escritora, sentí un cambio importante en mi carrera, y me dio la oportunidad de explorar una variedad de temas en mi obra, sin sentirme limitada por expectativas preconcebidas”, concluyó.

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