Lila Avilés y el cine como arte, intuición y reflexión personal
La cineasta subraya cómo el cine debe estar en sintonía con la vida y la sociedad, y cómo cada proyecto refleja una conexión profunda con el creador
Karina CoronaLa Cineteca Nacional fue para Lila Avilés uno de los primeros espacios donde encontró refugio y libertad creativa. Desde sus días de juventud, recuerda cómo cada viernes solía acudir a este espacio, especialmente en aquellos momentos en los que no sabía qué hacer o a dónde ir. Para ella “nada más tenías que ir a la Cineteca y ya todo te iba a andar”, por lo que ahora al mirar atrás lo define como ese espacio que se convirtió en un punto de partida donde el cine se miraba, se vivía y se sentía en comunidad.
En el reciente episodio del podcast de MUBI titulado El misterio y la intuición, Avilés explora este tema, rememorando lo importante que han sido estos espacios en su desarrollo personal y artístico.
“Al final, una agradece que contemos con esta Cineteca, digo, ya son tres que hay que llenar y obviamente fomentar mucho, no solo en la Ciudad de México, sino al exterior e interior de la República; puntualmente, en mi caso fue el caminito, al igual que otros lugares virtuosos e importantes para mí, llámese las galerías y teatro”, relata la cineasta en entrevista con Reporte Índigo.
En El misterio y la intuición, Lila Avilés, cineasta mexicana que ganó el Premio Ariel A Mejor Película por Tótem, profundiza en la esencia de hacer cine como una pulsión intensamente personal, en conversación con la cineasta argentina Laura Citarella.
Resalta cómo el arte cinematográfico, más allá de ser un proceso técnico, es un viaje profundo, casi espiritual, que requiere trabajo riguroso y una disposición a ceder, precisamente, al misterio y la intuición. Desde sus propias experiencias, Avilés expresa el compromiso de los cineastas con una sensibilidad casi terapéutica y la importancia de esos espacios que nutren el desarrollo de los creadores.
“Creo que es más importante hoy fomentar el misterio y el instinto. Obviamente, para que haya intuición tiene que haber mucho trabajo previo, no es decir ‘soy bien intuitiva’, debe haber previamente mucho trabajo, búsqueda y mucha curiosidad e ímpetu.
“A mí me impresiona mucho el trabajo de las músicas, de los músicos, en ese sentido. Porque para esa intuición debe haber mucho rigor, en el sentido de trabajo de que una nota es Fa sostenido, aquí o en China. Yo creo que para el cine o para cualquier arte, hay unas cuestiones matemáticas que ya están ahí, pero como una las borda ya depende de cada quien, es cuando una hace pastel, podrá ser la misma receta, pero hay un toque especial”, explica.
Lila Avilés y el sentido de hacer cine
Avilés reconoce que el cine es una forma de terapia y autoconocimiento. Cada proyecto se convierte en una extensión de su ser, una especie de ofrenda personal que lleva impresas sus experiencias, sus miedos y sus aprendizajes.
“Es imposible no sentir que cada película se lleva algo de uno, como si absorbiera parte de tu esencia, de tu energía. Es casi como algo terapéutico que ya forma parte de tu ADN, ya es tu hija, algo ahí que se llevó parte del calcio, del magnesio que transmuta a algo más vivo y más materializado que termina siendo una pieza algo artística” confiesa. En este sentido, películas como La camarista y Tótem no solo representan obras de ficción, sino un diálogo íntimo con aspectos profundos de su vida y visión.
Lila ha construido su carrera como cineasta a partir de una profunda admiración por la labor creativa y técnica que implica hacer una película. Este proceso, aunque desafiante, es esencial y lleno de gratificación.
La directora de La camarista, (2018) reconoce que, si bien cada proceso es invaluable, lo que la mueve realmente es el deseo de seguir creando, de no dejar pasar demasiado tiempo entre proyectos. Avilés también se expresa con gratitud por los “regalitos que la vida le ha seguido dando”, esos momentos que le sirven de impulso para seguir adelante en su carrera.
En este sentido, ella ve su camino como un proceso continuo, en el que lo más importante es no dejarse detener.
“La verdad es que yo admiro mucho a toda la gente que se da la labor titánica de hacer una película. Entonces obviamente me siento parte de, lo único que deseo con todo mi corazón es hacer la siguiente película.
“Lo único que deseo con todo mi corazón es no tardarme tanto entre una y la otra. La vida misma me ha proporcionado los estímulos necesarios para seguir adelante, incluso, cuando los momentos de incertidumbre surgen, pues el cine se convierte en una forma de seguirle dando, de empujar más el camino”, destaca.
Este momento de conexión con la vida, tanto en lo personal como en lo profesional, representa un período de constante crecimiento y aprendizaje. No obstante, Avilés también reconoce que, en medio de la velocidad vertiginosa del cine y de la vida misma, surge la necesidad imperiosa de hacer una pausa.
“A veces necesitas tantito parar también, porque ha sido muy vertiginoso, pero también ese ímpetu de decir: ‘Bueno, hay que seguirle dando. Una escucha las noticias en la mañana y sí, hay como una sinergia de la vida misma, ya sea en tu país o en el mundo, que te está diciendo ‘oye, hay que poner atención a la vida’”, agrega.
La conexión con el mundo y la actualidad también es clave en su visión del cine. Para Avilés, el cine debe ser sensible a lo que sucede en el mundo, a los desastres naturales, a las crisis humanas y a las situaciones que afectan a toda la humanidad.
Entiende que el séptimo arte se alimenta del colectivo, que no se produce en aislamiento, sino que depende de la sociedad, de la cultura, de las voces y experiencias de los demás. A nivel personal, la cineasta se encuentra en un momento de lo que describe como “virtuosidad” un término que refiere a un período de claridad y destreza en su trabajo. Sin embargo, a pesar de esta sensación de fluidez creativa, también reconoce que el tiempo se mueve rápidamente.
Las historias, agrega, cuando son realmente personales y profundas, necesitan tiempo para madurar, pero también requieren que el cineasta esté dispuesto a aprovechar las oportunidades que se le presentan.
“El cine es de tiempo. A veces, solo el tiempo hace que esas historias, que uno las trae más pegadas, se queden más adheridas a uno para que terminen en cine”, concluye.
El apoyo al cine
La cineasta cree firmemente que para que las nuevas estructuras del cine en México crezcan deben hacerlo en sintonía con lo cultural.
“Espero que estas nuevas estructuras no solo vengan mejor, sino que enriquezcan no sólo culturalmente, sino también emocionalmente,”, opina.