En los rincones más profundos de la memoria y el pasado, donde el dolor y el silencio se encuentran surge la historia de una hija en busca de su identidad y de la manera de sanar antiguas heridas.
Las páginas de Notas desde el interior de una ballena (Lumen), de Ave Barrera, se convierten en el refugio de esta mujer que se enfrenta al vacío que deja la ausencia de su madre, la cual no se define por reproches ni arrepentimientos, sino por la persistencia de un vacío.
La enfermedad ha robado las palabras a su madre, dejándola muda ante el avance del cáncer; a la hija solo le queda recurrir a los retazos de memoria y a la potencia de su imaginación y la palabra para reconstruir el retrato incompleto de aquella que le dio la vida.
“Hay momentos en los que parece que la protagonista hiciera un reclamo, pero después se convierte en un cuestionamiento de sí misma. Pone en foco a la religión, porque las religiones judio-cristianas, se han abocado a llenarnos de culpas a las mujeres, que si no somos unas buenas hijas, buenas madres o buenas mujeres, todo el tiempo nos llenan de culpabilidad.
“¿En qué momento vemos por nuestra propia satisfacción? Nuestra propia satisfacción y el cumplimiento de nuestros deseos como mujeres va más allá de estos deberes morales y el mandato heteropatriarcal” confiesa Barrera en entrevista con Reporte Índigo.
Notas desde el interior de una ballena, además de ser una exploración de la pérdida y la ausencia, también se convierte en un viaje de “desobediencia”. La protagonista se sumerge en su pasado, desafiando los mandatos sociales y culturales que han moldeado su identidad.
Es a través de esta desobediencia que logra ir más allá de la culpa y reconoce el amor que siente por su madre, pero también su relación compleja, la falta de afecto; así como su integridad como mujer y persona.
“Siempre nos cubrimos de autoengaños. Evadimos las emociones que pueden ser desafiantes, oscuras y terribles. En mi caso, así fue. Durante mucho tiempo evadí, diciéndome que ya lo había superado; pero me di cuenta que había muchas interrogantes y sobre todo, un sentido de deuda muy grande, pero no sabía hacia qué, hasta que me di cuenta que era con mi mamá. Pero, de qué manera lo saldo si ella ya no está”, explica la autora.
La escritura se convierte así en su herramienta para explorar este sentimiento de deuda y darle forma. Descubre que su reclamo no es hacia la persona de su madre fallecida, sino hacia sí misma como hija.
Además, a través de la protagonista, cuyo nombre nunca se sabe, la narrativa da como resultado un ejercicio de confrontación y autoexploración, centrándose en la complejidad de la relación madre-hija y en el proceso de construir una identidad propia en contrapunto con la generación anterior.
“Notas al interior de una ballena se centra en poner bajo la mira el hecho de ser hijas, ‘la hijietud’; todos, hombres y mujeres provenimos y descendemos de una madre, y muchas veces tenemos estas emociones desbordadas que no comprendemos hacia aquello que nos dio origen. A cada generación nos toca ir tejiendo nuestra identidad y nuestra historia en contrapunto con las generaciones anteriores”, opina.
La prosa de Ave transita del presente al pasado, entre reflexiones ensayísticas que arrojan luz sobre las sombras del recuerdo. La narradora se sumerge cada vez más profundo en el vientre de la ballena, ese espacio mítico donde las preguntas sobre la propia identidad encuentran eco en la imagen reflejada del otro.
En este viaje de autodescubrimiento, la narradora no solo busca comprender a su linaje, a su madre, y a sí misma. Incluso, de desafíar a una sociedad y no querer encontrarle un significado a lo que respecta a ser, o no, una buena hija.
Referencias en otras autoras
El libro no solo se centra en el yo individual, sino que establece un diálogo con otras voces, con otras mujeres que comparten experiencias similares. Barrera busca en la literatura y en las historias de otras autoras como Mariana Enríquez, Graciela Ramos o Cristina Rivera Garza un espejo donde reflejar su propia experiencia y encontrar respuestas a sus interrogantes.
A través de este diálogo, se teje un tapiz de maternidades, de relaciones familiares y de luchas por la emancipación femenina.
“No solamente se trata de verse el ombligo, sino voltear a ver hacia los lados, ¿Dónde están mis hermanas? ¿Dónde están mis amigas, mis comadres? ¿Dónde están otras escritoras? ¿Qué se escribe acerca de esto? Y es por eso que el libro trata de establecer un diálogo con otras voces y autoras que han abordado este tema.
“Aprender o analizar lo que ellas hicieron y dejaron de hacer para decidir nosotras qué sí hacemos o qué dejamos de hacer. Por ejemplo, de la maternidad, o de la no maternidad, de qué manera estamos viviendo en el presente las maternidades, en contrapunto a de qué manera vivieron sus maternidades nuestras madres”, opina.
La metáfora de la ballena, inicialmente oscura y solitaria, se transforma en un espacio amoroso y acompañado a medida que la autora se sumerge en el proceso de escritura y comparte su historia con otras personas.
Para Barrera, escribir esta novela significó asumir la responsabilidad de su propia vida, liberándose del peso de una deuda hacia su madre y reconociendo su propio poder y autonomía.
“Los feminismos nos han enseñado que ninguno de los procesos tenemos por qué pasarlos solas. Este libro me permitió darle otra dimensión a la herida y hacer una reconstrucción y una restauración. La ballena comenzó siendo un lugar muy oscuro y se ha convertido en un lugar muy amoroso. Ya no es tanto un mar oscuro y frío en el que estoy sola, sino un espacio que me hace sentir arropada”, aclara Barrera.