El cine mexicano tiene una amplia trayectoria de talentos con sangre proveniente desde el otro lado del mundo o que impulsaron la imagen de Líbano en esta industria, muchos de ellos ampliamente consagrados desde incluso la Época de Oro del séptimo arte nacional.
Así lo comentó el doctor en sociología política Carlos Martínez Assad en la charla de introducción del libro “Libaneses en el cine mexicano”, mismo del cual es autor y fue editado con tres meses de anticipación tras años de investigar de este tema.
Actores como Joaquín Pardavé forjaron un semblante en torno a las personas de este país con la película “El baisano Jalil” de 1942, misma que el histrión dirigió a pesar de ser inexperto en este oficio.
Pardavé haría cinco películas donde actuó como libanés, aunque después brincó a otras personificaciones internacionales: una como gallego, dos como asturiano e incluso como cubano.
Además de Mauricio Garcés –quien omite sus apellidos intermedios Férez Yázbek– también estuvo Antonio Badú, el realizador Miguel Zacarías como connacionales que sus raíces se atañen al país del Oriente Próximo.
Figuras como los hermanos Bichir y Salma Hayek son también ejemplos de cómo la sangre libanesa ha llegado a México y sigue vigente en nuestra cultura, comenta Martínez Assad en la presentación de su ejemplar.
En la vigésimo primer edición del Festival Internacional de Cine de Guanajuato, Líbano se consagra como el país invitado a esta muestra fílmica, el pasado 21 de julio se hizo el homenaje internacional al cineasta Ghassan Salhab en San Miguel de Allende.