Les pegan y no les importa
En México, la idea que las mujeres tienen respecto a la dignidad humana podría llegar al absurdo y la alucinación.
Para algunas, ser víctima de los golpes de su pareja no es digno de atención. De hecho, es algo que una de cada tres mujeres en el país considera “insignificante”.
Por ello, la mayoría (29 por ciento) no alza la voz, pese a que solo 8 por ciento de las mexicanas desconoce que tiene derecho a denunciar en caso de ser víctima de violencia a manos de su pareja.
Eugenia Rodríguezhttp://youtu.be/4wsL_ikMkMc
En México, la idea que las mujeres tienen respecto a la dignidad humana podría llegar al absurdo y la alucinación.
Para algunas, ser víctima de los golpes de su pareja no es digno de atención. De hecho, es algo que una de cada tres mujeres en el país considera “insignificante”.
Por ello, la mayoría (29 por ciento) no alza la voz, pese a que solo 8 por ciento de las mexicanas desconoce que tiene derecho a denunciar en caso de ser víctima de violencia a manos de su pareja.
Este fue uno de los hallazgos de un estudio realizado por el Banco Mundial, en el que se arrojan datos sobre las limitaciones que enfrentan las mujeres y niñas en todo el mundo, como los niveles epidémicos de violencia de género y leyes y normas sesgadas que les impiden trabajar y tomar decisiones sobre su vida propia.
El estudio, titulado “Voz y agencia: Empoderar a las mujeres y niñas para promover la prosperidad compartida”, revela que 18 por ciento de las mexicanas que son víctimas de violencia no denuncia porque les preocupan sus hijos, 14 por ciento por vergüenza y otro 14 por ciento por temor a represalias por parte de sus parejas.
El Banco Mundial define “agencia” como “empoderamiento”, es decir, “la capacidad de tomar decisiones sobre la vida propia y actuar en consecuencia para conseguir el resultado deseado, libre de violencia, venganza o miedo”.
Y la expansión de empoderamiento de la mujer es un reto universal, señala el estudio, considerando que “la violencia de género es una epidemia global que afecta a las mujeres en todas las regiones del mundo”.
Y es que “en la mayor parte del mundo, ningún lugar es menos seguro para una mujer que su propio hogar, con más de 700 millones de mujeres globalmente sujetas a violencia física o sexual o ambas a manos de sus cónyuges, novios o parejas”.
El organismo alude a los resultados de su “Informe sobre el desarrollo mundial 2012”, para enfatizar la importancia de lograr la equidad de género, que se ha demostrado que, además, está “inextricablemente vinculada” con el desarrollo económico.
“La igualdad no solo garantiza los derechos básicos, sino que también desempeña un papel vital en la promoción del crecimiento compartido y robusto necesarios para acabar con la pobreza extrema en nuestro mundo cada vez más competitivo y globalizado”.
Violencia de género al por mayor
México es un país que ha contribuido de manera importante al aumento exponencial de las estadísticas globales de violencia contra las mujeres, que la Organización Mundial de la Salud considera –especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual– un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres.
El diagnóstico del Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra las Mujeres 2013-2018 del Gobierno Federal revela que 46.1 de las mujeres mexicanas mayores de 15 años ha sufrido algún incidente de violencia por parte de su pareja.
Mientras que a 42.4 por ciento se les ha humillado, encerrado, amenazado con correrlas de casa, quitarles a sus hijos o matarlas (violencia emocional). A 24.5 por ciento se les ha prohibido trabajar o estudiar, o se les ha despojado de bienes o dinero.
A 13.5 por ciento de las mexicanas ha sido golpeada, amarrada, pateada o agredida con alguna con alguna arma por su pareja (violencia física). Y a 7.3 por ciento de ellas se les ha obligado a tener relaciones sexuales sin su consentimiento.
Dinero en mano, ¿escape seguro?
El Banco Mundial informa que a nivel global, las mujeres que reciben transferencias de dinero en efectivo o bienes por parte de programas de transferencias monetarias condicionadas reportan una sensación valiosa de seguridad, autoestima y una mejora en su bienestar psicológico,.
Y cita evidencia del programa “Oportunidades” de México —que este año se transformó a “Prospera”—, que brinda apoyo económico a las personas de escasos recursos, que las mujeres que recibieron transferencias de efectivo bajo la condición de que sus hijos acudan a la escuela y que se sometan a chequeos médicos en clínicas de salud eran 40 por ciento menos propensas a experimentar abuso físico por parte de sus parejas.
Sin embargo, eran más proclive a experimentar amenazas de daño físico que las que no recibieron dicho apoyo económico.
De acuerdo al Banco Mundial, esta contradicción se puede explicar de dos formas: por un lado, las transferencias monetarias condicionadas dirigidas a las mujeres podrían reducir el estrés económico en el hogar, aumentar la independencia financiera y la exposición de la mujer a servicios de apoyo como los centros de salud.
Este control sobre los recursos económicos puede abrir la posibilidad de que la mujer opte por abandonar una relación de abuso.
Por otro lado, dicho empoderamiento también podría desafiar los roles tradicionales de género y agravar la violencia, sobre todo cuando ellas están en desventaja desde el principio, señala el organismo.
Y “la violencia trae consigo peligros de efectos a corto y largo plazo en los niños, que pueden ser testigos de abuso frecuente”.
Los autores ponen el ejemplo de Monterrey, en donde la mitad de las mujeres que sufrieron maltrato por parte de su pareja reportó que sus hijos presenciaban habitualmente el abuso del que eran víctimas.
Aseguran que los niños expuestos a la violencia en el hogar muestran un deterioro en su funcionamiento socioemocional y rendimiento escolar en la adolescencia, así como un menor desempeño laboral, estabilidad de empleo e ingresos en la adultez.
Otros riesgos son mayores tasas de mortalidad infantil, menores tasas de vacunación y un peso al nacer más bajo en comparación con los niños cuyas madres no han sido víctimas de violencia a manos de su pareja.
Otro detalle: los niños que crecen en un entorno de violencia intrafamiliar también son más propensos a ser víctimas de abuso, lo que aumenta la probabilidad de que se involucren en conductas de riesgo en la adolescencia, como el uso de drogas y el inicio temprano en relaciones sexuales.
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