Lengua Dormida de Franco Félix: el testimonio de un hijo ante la maternidad disidente

Con los sueños como vehículo narrativo, la obra explora la complejidad emocional y las conexiones íntimas mientras cuestiona el dominio de la imagen en la sociedad moderna
Christian Luna Christian Luna Publicado el
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Lengua Dormida (Sexto Piso, 2022), del escritor Franco Felix es una obra autobiográfica en donde se explora el duelo, el testimonio de un hijo ante una maternidad disidente y ofrece algunos pormenores de nacer y crecer en Sonora.

En entrevista con Reporte Índigo, Franco habla sobre el género novelístico y el lugar que ocupa la literatura en un momento en donde impera la imagen y el consumo fugaz de contenido.

Tu  novela es una especie de crónica, pero también al principio y al final está presente el mundo onírico ¿Tú cómo cómo definirías el estilo? ¿Es realismo o no ficción?

Estoy siendo realista con los sueños. Suena bien contradictorio, pero así fueron los sueños. No traté de modificar nada. Si acaso un par de palabras como para conseguir algunas frases, pero en eso sí quise ser muy honesto, porque, de alguna manera, creo que los sueños, tanto en el libro como en mi vida, han contribuido un montón a llevar conversaciones con mi madre y ahora con mi padre.

No hay ninguna función social en los sueños. Significan una función muy personal. Y en el caso de la novela, es fundamental. Y mantener una conversación que nunca tuvimos. En el libro se plantea que existe un lenguaje de silencio de miradas y de acompañamientos. El sueño viene a sustituir las palabras, incluso, el orden racional.

Platícame un poco más del título

Como primera excepción está ésa, de las palabras que se quedan atoradas en la lengua. La posibilidad de poder expresar y sacar un dolor que traía la señora desde muchos muchos años atrás. Hay una especie de adormecimiento psicológico, pero no es gratuito. No es por su personalidad, es por el contexto, esta gran madre que es abnegada y que está alimentada por toda esa televisión, y que vio mi madre. Se limitó a un producto que la terminó por condicionar. La idea de que una madre no puede dejar a sus hijos para salvar su vida y salvar la vida de su hija está todavía, quizá ahorita ya no tanto, pero imagínate 43 años atrás,  esa valentía me parece que es bien importante, y ese silencio, ese adormecimiento está dado por ese contexto sociocultural.

También está la veta filosófica, de las lenguas dormidas. Este sistema de Saussure[…] por eso al principio dice “ésta es la extensión lingüística de mi madre”.  Cuando se mueren los hablantes de una lengua, la lengua es muerta. En términos lingüísticos, las lenguas dormidas se les llama a estas comunidades, que por razones de colonización, tienen que enfrentarse a un racismo y efectos socioeconómicos diarios. Y tienen que dejar su lengua y tienen que hablar el español. Hay un montón de lenguas dormidas. Son esas lenguas que se dejan pero sus hablantes están vivos.

¿Todos están buscando una bandera?

Quién sabe cómo funciona exactamente. Tiene mucho que ver el poder que tienen las redes sociales. Ya me han sugerido que abra, pero no me atrevo y por eso no vendo mucho. Pero también está la otra realidad, que frente a estos libros que se venden entre comillas, masivamente, por ejemplo, no sé qué tanto se haya vendido, Temporal Huracanes de Fernanda Melchor comparándolo con un libro, de uno de estos influencers.

Al final sigue la literatura que están haciendo sobre todo autoras como Fernanda Melchor, Brenda Navarro, García Junco, hay un montón, todo este trabajo que están haciendo, que es bien bien importante, pero en comparación de lo que se sigue vendiendo los libros en masa, siguen siendo pocos.

Hace unos meses platicaba con una editorial grande y le preguntaba cuántos libros sacan. Sacan 600 libros al año. Son casi dos al día. Por supuesto que no son 600 libros de literatura, son libros de superación y eso es lo que mantiene realmente a las editoriales. Yo creo que todo este asunto sigue recayendo en manos de las editoriales. Como tiene que vender. Me parece bien duro.

¿Ha cambiado la forma de hacer literatura en el siglo XXI?

 Todo lo consumimos en friega. La inteligencia artificial también tiene un montón que ver. Está sobre producción de imágenes. La imagen es bien peligrosa. Siento que cada vez es más parecer escritor, que escribir. Cada vez se trata más de aparentar algo. Me imagino que en todas las disciplinas. Y ahora ya te puedes permitir hacerte una especie de gurú de salud pública, economía. Hay gurús para todo.

Por ejemplo, veo canales de recetas de YouTube. En estos videos todo se ve muy rico. Pero está muy loco, porque te habla del privilegio de la vista. Siento que así también funcionan los libros, como el ideal de los escritores que cada vez están más en función de lo que significa ser escritor, que del hecho de escribir. Y ahorita, en un mundo en el que la imagen es la gran constructora  de la realidad, pues me preocupo un montón, cómo está sobresaturado todo esto.

Sobre este imperio de la imagen ¿Tú crees que la literatura sea un espacio donde hay todo lo contrario?

Sí, creo que la escritura y las artes en general pueden revertir este imperio de la imagen. Hay una artista que se llama Teresa Margolles. Ella trabaja con cobijas y con sábanas de la morgue de los cuerpos que fueron asesinados por el narco. Pone las cobijas y las sábanas en galerías aquí, en Milán, en la Bienal de Venecia. Y es una pieza muy dura de ver. Esa pieza indica la ausencia de un cuerpo. El ejercicio es muy metonímico.

Yo he trabajado durante mis estudios de posgrado el tema de la metonimia, que es la hermana gemela mala de la metáfora. La metáfora se construye de puras imágenes. Pero el lenguaje metonímico está constituido por relaciones causales efecto, por continuidad. Por eso me interesa mucho. En el arte, sobre todo. Creo que abre camino a entender el mundo desde otra perspectiva que no es la imagen.

La novela para Franco Félix

Para el autor es una discusión sigue latente. Sobre todo ahora con las convocatorias y el asunto de la formalidad.

“Hay convocatorias que dicen que un cuento con más de 70 páginas, ya es una novela. No creo que realmente la novela se define por sus páginas. Yo creo que la novela se define por la profundidad que puede tener en cuanto a la narrativa, a la trama, a los personajes, a su psicología”, explica.

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