Es común escuchar a personas que evitan consumir lácteos a toda costa, pese a que no son intolerantes a la lactosa, ni excluyen de su dieta otros productos de origen animal.
Entre otras razones, les temen a los lácteos por su mala reputación con temas de salud física, incluido el aumento de peso y hasta los brotes de acné.
Pero un amplio estudio realizado por investigadores del Centro de Diabetes de la Universidad de Lund, en Malmö, Suecia, revela que los lácteos “enteros” –sí, esos que son ricos en grasas– tienen un efecto protector contra la obesidad y la diabetes tipo 2.
El estudio, cuyos resultados fueron presentados durante la Reunión Anual de la Sociedad Europea para el Estudio de la Diabetes de este año, abarcó una muestra de casi 27 mil personas de entre 45 a 74 años, quienes fueron monitoreadas a lo largo de 14 años.
Se encontró que 20 por ciento de las personas que consumían una mayor cantidad de lácteos enteros (ocho o más porciones al día) tuvieron 23 por ciento menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, que 20 por ciento de aquellos con una ingesta menor (una porción al día).
Otro hallazgo fue que los participantes que consumían 180 mililitros diarios de leche entera (con un porcentaje de grasa de 3 por ciento) también redujeron su riesgo de padecer diabetes tipo 2 hasta un 20 por ciento en comparación con quienes no incluían este producto en su dieta.
Pero este beneficio no se observó con los lácteos bajos en grasa. Y la ingesta elevada de carnes rojas, independientemente del contenido de grasa, sí se asoció con un mayor riesgo de desarrollar diabetes.
“La ingesta de carnes rojas se asoció con un aumento del riesgo de desarrollar diabetes independientemente del contenido de grasa”, indicó en un comunicado la Dra. Ulrika Ericson, autora de la investigación.
Ericson agregó que “nuestros resultados sugieren que en contraste con las grasas de origen animal en general, las grasas específicas de los productos lácteos pueden tener un rol en la prevención de la diabetes tipo 2”.