‘Las vueltas del destino’
“Las vueltas del destino” es un título bastante melodramático para una pieza de proporciones arquetípicas, aunque quizá fueron esas resonancias de tragedia griega, las que lo inspiraron.
Diana González“Las vueltas del destino” es un título bastante melodramático para una pieza de proporciones arquetípicas, aunque quizá fueron esas resonancias de tragedia griega, las que lo inspiraron.
Tracy Letts adapta a guión su propia obra de teatro, “August: Osage County” (título original y homónimo de la película), por la cual recibió el premio Pulitzer en el 2007, para la dirección de John Wells en su segundo largometraje. Una cinta que como todos vimos, le implicó la décimo octava nominación al Oscar, en esta ocasión otra vez por Mejor Actriz, a Meryl Streep, así como la cuarta para Julia Roberts, como Actriz de Reparto.
Esta cinta constituye una auténtica cátedra de actuación por parte de ambas actrices, aunque la que se destaca especialmente es Roberts, debido al impulso que su personaje toma ante el gigantismo actoral, aunque ya consabido, de Streep.
Ellas interpretan a Barbara y Violet Weston, hija mayor y madre, respectivamente. Violet y Beverly Weston (Sam Shepard), también son los padres de Ivy (Julianne Nicholson), la hija intermedia de carácter reservado y depresivo, que se ha mantenido cercana a ellos, al menos geográficamente hablando.
Y de Karen (Juliette Lewis), la menor y la que se fue más lejos, en aras de vivir su vida por completo ajena a sus familiares, por lo que su regreso a casa en compañía de un extraño a quien presenta como su prometido, no alarma a nadie.
Este pequeño y disgregado clan de mujeres, se ha sostenido en la presencia siempre permanente y un poco menos fría de la Tía Mattie (Margo Martindale), cuya larga y dolorosa historia junto a su hermana Violet, guarda secretos de amor y rivalidad.
Cada una, en compañía de sus respectivas parejas o familias, acuden al llamado de Violet cuando Beverly desaparece, aparentemente, sin dejar rastro.
El último acto protector del patriarca, poeta y alcohólico a la vez, es la contratación de Johnna Monevata (Misty Upham), una mujer cherokee de la región, a quien encarga el cuidado de la casa y especialmente de Violet, enferma de cáncer de boca.
Así, la vieja casa de los Weston, en el caluroso verano de Oklahoma, se va llenando con el resto de los miembros complementarios: el familiarmente devoto Charlie Aiken (Chris Cooper), esposo de Mattie y padre del Pequeño Charlie (Benedict Cumberbatch); Bill Fordham (Ewan McGregor) y Jean (Abigail Breslin) esposo e hija adolescente de Bárbara; y el donjuanesco Steve Huberbrecht (Dermot Mulroney), prometido de Karen.
A partir del hallazgo del cadáver de Beverly, la familia se ve obligada a convivir para el protocolo funerario, desatándose en solo 24 horas todos los vientos de resabio y aflicción que los arrebatan.
Wells maneja una puesta en cámara sumamente respetuosa del texto dramático, que a su vez mantiene casi su forma original bajo la adaptación del propio autor. De esta forma, “Las vueltas del destino” se configura como un filme sumamente dialogado y, por ello mismo, un poco estático.
En la gran escena central, orquestada al rededor de la mesa presidida por la matriarca enferma, la familia va desnudando sus deformidades a medida que Violet enfoca su proverbial (luego lo sabremos), fiereza y crueldad sobre cada uno de sus miembros.
A medida que Wells cuadrícula sus planos en grandes acercamientos, el texto de Letts presenta a la familia, así, en abstracto, como el primer núcleo de disfuncionalidad humana.
Después de todo, la historia de estos personajes roza la dimensión bíblica, en cuanto los pecados o lastres de los padres son asumidos sin distinción alguna por los descendientes, y hasta la tercera generación.
Quizá por ello y, eso sí, de manera particular, el énfasis se coloca en la figura de las mujeres protagonistas, estas madres, esposas y amantes que, venidas de otras mujeres como ellas, van enlazando los destinos de todos, es una madeja a veces imposible de desenredar.
Herederas de Eva, para bien y para mal, estas mujeres son fuertes en exacta y opuesta proporción a la debilidad general presentada por los varones, que ante ellas optan por convertirse en víctimas, incapaces de sostener la fiera lucha con que algunas, especialmente Violet y la propia Bárbara, enfrentan la vida e incluso la muerte.
Producida por George Clooney, la cinta sostiene su fuerza en un espléndido reparto coral, que además proporciona diversos niveles o dimensiones dramáticas en cuanto que cada uno de ellos posee una historia propia.