Las pestes se ‘cambian’ de casa
La seguridad alimentaria, a nivel mundial, está en alerta roja. El aumento de la temperatura global en los últimos 50 años está provocando la propagación de las plagas de los cultivos hacia los polos Norte y Sur, a un ritmo de casi tres kilómetros por año.
Así lo revelaron investigadores de las universidades de Exeter y Oxford, luego de analizar datos sobre la distribución de más de 600 plagas de los cultivos en el planeta.
Eugenia RodríguezLa seguridad alimentaria, a nivel mundial, está en alerta roja. El aumento de la temperatura global en los últimos 50 años está provocando la propagación de las plagas de los cultivos hacia los polos Norte y Sur, a un ritmo de casi tres kilómetros por año.
Así lo revelaron investigadores de las universidades de Exeter y Oxford, luego de analizar datos sobre la distribución de más de 600 plagas de los cultivos en el planeta.
Actualmente se pierde entre el 10 y el 16 por ciento de la producción mundial de las siembras gracias a pestes como hongos, bacterias e insectos, entre otras.
Aunque la causa principal de la propagación de plagas es el transporte de carga a nivel mundial, los autores de la investigación, publicada esta semana en Nature Climate Change, consideran que la temperatura ejerce una influencia importante en este fenómeno.
El calentamiento global es el culpable de que aquellas plagas que comúnmente se asientan en regiones cálidas, cerca del Ecuador, ahora se establezcan en ubicaciones de temperaturas muy bajas.
Los brotes del “escarabajo descortezador” del pino, por ejemplo, responsables de la destrucción de los bosques de pinos en el noroeste del Pacífico de Estados Unidos, son consecuencia directa de este incremento de temperatura.
El doctor Dan Bebber, de la Universidad de Exeter, advirtió que “si las plagas de los cultivos siguen migrando hacia los polos conforme se calienta la Tierra, los efectos combinados de una creciente población mundial y el aumento de la pérdida de los cultivos y las plagas constituye una grave amenaza para la seguridad alimentaria global”.
Y la coautora de la investigación, Sarah Gurr, agregó que “se requieren esfuerzos nuevos para controlar la propagación de plagas de los cultivos y su movimiento de una región a otra si queremos detener la destrucción implacable de los mismos a través del mundo frente al cambio climático”.