Las leyendas del Panteón de San Fernando, donde liberales y conservadores descansaban juntos

El Panteón de San Fernando es un pedazo de historia en medio de la Ciudad en México, sus leyendas son numerosas al igual que su fama
Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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El Panteón de San Fernando, que se encuentra en el centro de la Ciudad de México, es uno de los cementerios más antiguos no sólo de la CDMX sino de México, y también uno de los que posee más misterios y leyendas.

Este funcionó como sitio de entierro entre 1823 y 1872, siendo el lugar de reposo de varios personajes históricos, un sitio en el que liberales y conservadores descansaban juntos por la eternidad.

Además de Benito Juárez, en el sitio originalmente se encontraban los restos de Miguel Miramón y de Ignacio Zaragoza, aunque luego fueron trasladados a otros lugares de reposo.

Una lápida que posee el nombre de la bailarina Isadora Duncan, entre otras leyendas componen el encanto de este sitio, un ejemplo de la arquitectura funeraria del siglo XIX.

Sitio de descanso desde el virreinato

Debido a la costumbre virreinal de enterrar a los fallecidos al interior de los templos, dentro de la iglesia de San Fernando se encuentran los virreyes Matías de Gálvez y Gallardo, y Bernardo de Gálvez, padre e hijo quienes además estuvieron involucrados en varias obras que perduran hasta nuestros días, como el Castillo de Chapultepec.

Los Gálvez fueron los primeros personajes célebres en ser sepultados en el sitio, aunque fue dentro de la iglesia del que fuera el antiguo Colegio Apostólico de San Fernando, y no en su panteón.

Tras la orden del arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta, quien pidió se evitara la sepultura de cuerpos al interior de los templos para evitar malos olores y enfermedades, se abrió el espacio del atrio frente a la puerta del templo de San Fernando, como sitio para el entierro de fallecidos.

Este cementerio, que poseía tumbas sin identificación alguna, estuvo en funcionamiento por más de medio siglo y albergó los restos de frailes fernandinos, benefactores de la iglesia y personas de altos recursos económicos.

En 1832 comenzó la construcción del actual Panteón de San Fernando. En 1833, tras ser completado, el presidente, Antonio López de Santa Anna, decretó la apertura de los panteones privados a todo público por la epidemia de cólera que azotaba al país.

Debido a que se trataba de un sitio pequeño, limpio y ordenado las familias de clase alta de la capital del país comenzaron a preferirlo para sepultar a sus familiares.

Los precios de los servicios funerarios en este panteón se encarecieron tanto, durante las dos primeras décadas de su funcionamiento, que sólo las personas más ricas tenían acceso a un sitio en él.

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Por ello, la mayoría de los personajes cuyas tumbas siguen en el sitio son aquellos que pertenecieron a la política, la milicia o la alta sociedad del siglo XIX en México.

Hasta 1859 el Panteón de San Fernando perteneció a los frailes fernandinos, sin embargo, las leyes de Reforma expedidas por Benito Juárez ordenaron la secularización de todos los cementerios y en 1860 el gobierno tomó posesión del sitio.

Tras observar la importancia que tuvieron en vida algunos de sus moradores eternos, el gobierno declaró al cementerio como Panteón de Hombres Ilustres.

A partir de ese año, 1860, personajes como Melchor Ocampo, Miguel Lerdo de Tejada, Ignacio Comonfort, e Ignacio Zaragoza fueron enterrados ahí.

Para evitar la saturación de cementerios, se ordenó la clausura de todos los panteones que se encontraran al interior de la CDMX. El último entierro celebrado en San Fernando fue el del mismo Juárez, quien fue inhumado en 1872.

El panteón sobrevivió a un intento por destruirlo durante el Porfiriato, en el que se planeó construir el Panteón Nacional a espaldas de él, sin embargo el estallido de la Revolución Mexicana, en 1910, terminó con el proyecto por el que el Panteón de San Fernando perdió algunos muros.

En 1935 fue declarado monumento histórico, mientras que en 1968 fue restaurado debido a la próxima celebración de los Juegos Olímpicos.

En 1997 pasó a convertirse a un museo de sitio a cargo de la administración local, entonces encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, y ahora se encuentra a cargo de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

Además de los personajes mencionados en el sitio se encuentran Anastasio Bustamante, Manuel María Lombardini, José Joaquín Herrera y Martín Carrera.

Miguel Miramón, Vicente Guerrero, Manuel de la Peña y Peña alguna vez estuvieron enterrados en el sitio, sin embargo ahora reposan en sitios como la catedral de Puebla, la columna del Ángel de la Independencia y la Rotonda de los Hombres Ilustres, respectivamente.

Uno de los misterios en el sitio es que uno de los nichos tiene el nombre de Isadora Duncan, bailarina innovadora creadora de la danza moderna, sin embargo se trata de un homenaje pues la artista se encuentra enterrada en el cementerio de Pere-Lachaise, en París.

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