Chihuahua, conocido por sus vastos y variados paisajes, alberga una joya desértica que ha capturado la atención de turistas y aventureros por igual: las Dunas de Samalayuca.
Ubicadas a solo 50 kilómetros al sur de Ciudad Juárez, estas dunas se destacan no solo por su belleza, sino también por la multitud de actividades que ofrecen.
Las Dunas de Samalayuca se extienden por más de 17 mil hectáreas de arena sílica fina, creando un paisaje que recuerda al desierto del Sahara o incluso a un paisaje lunar.
Sus dunas, que pueden alcanzar alturas de hasta 300 metros, ofrecen un terreno ideal para una variedad de actividades deportivas como el sandboarding, los recorridos en cuatrimotos y en vehículos 4×4.
Más allá de las actividades deportivas, las Dunas de Samalayuca son un lugar ideal para los amantes de la naturaleza y la historia. Su cielo despejado y la baja contaminación lumínica las convierten en el escenario perfecto para la observación sideral.
Aquí, los visitantes pueden explorar petrograbados de más de mil 500 años de antigüedad y observar algunas de las 154 especies de animales que habitan este ecosistema.
El área también es reconocida por sus hallazgos históricos. En la región se han descubierto fósiles marinos de la era cuaternaria, sugiriendo que en tiempos antiguos, el lugar pudo haber estado ocupado por un mar interior. Este aspecto histórico añade una capa adicional de interés para los visitantes que deseen explorar más allá de la superficie arenosa.
Dada la intensidad del calor durante el verano, con temperaturas que pueden superar los 45 grados centígrados, se recomienda visitar las dunas durante el otoño o el invierno. Estas estaciones no solo ofrecen un clima más agradable, sino también la oportunidad de disfrutar de las actividades al aire libre sin el extremo calor.
Para los interesados en visitar las dunas, es recomendable hospedarse en Ciudad Juárez y planificar el viaje con anticipación, ya que se sugiere siempre ir acompañado de un guía. Esto no solo garantiza una experiencia segura, sino que también enriquece la visita con el conocimiento y las historias locales que los guías pueden compartir.