Las caricaturas en discusión de la opinión publica
Ante la cancelación de personajes como Pepe Le Pew o caricaturas y películas como Los Aristogatos y Dumbo, especialistas comparten dos visiones distintas de estos casos. Por un lado piden que se vean y se respeten dentro del contexto en el que fueron creadas y por el otro, aplauden la conciencia que se está generando
Karina CoronaPepe Le Pew, uno de los personajes más recordados en caricaturas de los Looney Tunes y Warner Bros, era visto hace unos años como un galán francés que insistía en seducir a Penélope Kitty, sin embargo, a raíz de la publicación de Charles Blow, columnista de The New York Times, salen a la luz aspectos racistas y sexistas normalizados por la cultura pop.
El texto Sin Seuss Books Bore a Bias causó un revuelo en redes sociales, principalmente entre quienes crecieron con los dibujos animados mencionados en la columna, como Speedy González y Mammy Two Shoes, “una criada negra corpulenta que habla con acento pesado”, critica Blow.
Narce Ruiz, maestra en Artes y doctora en Industrias Culturales, detalla que, en el caso específico de Pepe Le Pew, se trata de una caricatura hecha hace muchos años y que se fue transformando con el transcurso del tiempo; al día de hoy, ya no sale al aire ni en televisión abierta.
“En una caricatura de 2015 que saca Warner, Los nuevos Looney Tunes, Pepe sale como un vendedor de perfumes, en otra también sale como un James Bond, es decir, Pepe dejó de ser un acosador desde hace mucho tiempo”, especifica Ruiz.
De acuerdo con Narce, existe una moral cegadora, pues la gente que tiene acceso a redes sociales, y que no es un grupo representativo de la opinión pública, habla desde un neopuritarismo, porque se critica sin tomar en cuenta el contexto en el que fueron creados los personajes.
“Ya no pasa lo de antes y esto de Pepe Le Pew fue una cosa incendiaria, como siempre pasa en Twitter, se vierten todas las opiniones muy sesgadas”, detalla Narce Ruiz.
Para la doctora Yessica Cienfuegos, psicóloga experta en violencia contra las mujeres y las niñas, a través de los medios y las diferentes tecnologías se aceptan y se ven como naturales ciertas conductas que siempre han estado presentes, pero para ella esta discusión sobre una caricatura vieja también tendría que ser revisada con el contenido nuevo y lo que se propone.
Para Cienfuegos, lo que plantea Charles Blow es repensar todos aquellos personajes que, en algún momento, se consideraron como neutrales, pero que promueven el racismo, la xenofobia o la violencia contra las mujeres, él no habla de eliminar estos elementos que han sido parte de nuestra historia, sino aprender a cuestionarlos, hablar y promover nueva formas de representación.
En contra del acoso
Desde la psicología existen teorías donde se habla que, ya sea las caricaturas o los videojuegos, ayudan a canalizar la agresión y así ya no haya necesidad de ejercerla, pero otras dicen es una forma de naturalizar estas acciones y que, de alguna manera, se normalice, impidiendo que la violencia o los estereotipos sean vistos como problemas.
“Los defensores de esta caricatura dicen ‘bueno, es un sujeto súper enamorado’, la cuestión es cómo aprendemos a ver estas conductas como algo esperable de un hombre romántico, pero se anula nuestra posibilidad de decisión. Desde chiquitas te dicen que te va a rescatar un príncipe azul, así aprendemos a normalizar ciertas conductas que nos parecen, incluso, divertidas o bonitas; va tan suave el mensaje que ni siquiera nos damos cuenta”, relata Yessica Cienfuegos.
Por otro lado, Narce Ruiz recuerda el caso de Disney, que quitó de su catálogo infantil Los Aristogatos y Dumbo, o cuando la editorial de los libros de Dr. Seuss decidió no volver a publicar las obras por contener contenido racista; para ella son empresas que se autocensuran porque entienden que para este tiempo ya no son pertinentes.
“Creo que la autocensura es correcta, pero como padres también tenemos la obligación de explicarle a nuestros hijos ‘esto pasaba antes y no queremos que vuelva a suceder’, antes a las mujeres se les enviaba a las cocinas y las callaban, y no queremos eso. En la formación de nuevas audiencias yo no creo que cancelar los contenidos sea una solución, hay que verlos y criticarlos, decir por qué están mal y por qué queremos que cambien”, específica Ruiz.
La maestra en Artes también recuerda otros escándalos, por ejemplo, con las películas de los años 70 y 80 donde no había muchos personajes femeninos porque las decisiones ejecutivas de los estudios las tomaban hombres.
“Sí entiendo que las lecturas cambian y que las nuevas generaciones, evidentemente, tendrán otra visión de los contenidos que consumen, pero sí creo que se está siendo un poco injusta con la obra, ya que fue hecha en otro momento. Más que revisitar el pasado y criticarlo, tenemos que ser críticos con el presente y los contenidos que produciremos hacía el futuro”, detalla.
La era de la cancelación, no solo las caricaturas
Narce Ruiz resalta la frase de “quien olvida su pasado está condenado a repetirlo”, por lo que para ella se está viviendo un tiempo complicado, ya que esta era de la cancelación es una restricción del debate, de coartar la democracia y la libertad de expresión.
“Es muy delicado y estamos en un riesgo grande, tendríamos que estar más en el ánimo de debatir, hacer un intercambio de ideas, sin fomentar la intolerancia y el miedo al escarnio público”, concluye Narce Ruiz.
Yessica Cienfuegos recuerda que en su generación estas caricaturas resultaban normales y aceptables, sin embargo, para ella no es que las nuevas generaciones vean con nuevos ojos, sino que quienes las anteceden deben de aprender a ver con esos nuevos ojos porque son un ejemplo de otras formas de existencia.
“Así como Foucault dijo ‘el poder que se ejerce contra las mujeres es tolerable siempre y cuando se oculte’, las caricaturas tienen la capacidad de disimular estos contenidos violentos porque nos lo presentan en forma de broma, con florecitas y dibujos bonitos. Lo aprendemos a ver en la infancia y después, cuando aparece en películas con personas de carne y hueso, ya no nos parece tan aberrante porque aprendimos a verlo como normal. Mientras más en contacto estamos con la violencia, más normal nos va pareciendo”, explica Yessica.
La psicóloga está de acuerdo con que se implementen cambios en las caricaturas porque responden a un reflejo cultural, el cual será un referente para las siguientes generaciones a quienes, quizá en algún momento, este cambio les parezca poco acertado y habrá nuevas modificaciones.
“El que se empiecen a criticar y a poner sobre la mesa es un avance de la lucha de colectivos. No podríamos entender estas modificaciones sin el #MeToo. Que, en algún momento fuera aceptable, no implica que lo tengamos que aceptar toda la vida”, indica Yessica Cienfuegos.